Capítulo 9

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Entramos de prisa al hotel y nos dirigimos al ascensor privado de la Suite de Massimo. Esta es una de las cosas que convierten a este hotel en un lugar tan exclusivo. Cada una de las Suites cuentan con entrada independiente y ascensor propio, cosa que refuerza la privacidad de sus clientes sobre todo en momentos como este. El portero que nos recibió por lo visto conoce muy bien a Massimo le saludó cordialmente, el le dió un asentimiento y luego entregó la llave de su coche pidiéndole que se encargara. Massimo se movía con tanta naturalidad y estaba todo tan coordinado, que me convencí definitivamente que este era su modus operandi. Las puertas del ascensor se cierran y tengo los nervios a flor de piel. Massimo me tira de la cintura, pegando mi cuerpo al suyo. Puedo sentir su dureza, aspirar su perfume... Su boca desciende a mi cuello pasando su lengua lentamente. Gimo, la sensación de sus labios sobre mi piel me está matando.

Desesperada y en medio de mi enajenación sexual se abren las puertas, Massimo toma mi mano y casi me arrastra hacia fuera. Saca una llave de su bolsillo y segundos después estamos dentro de la habitación. No me permite ni tomar un respiro. Se abalanza sobre mi boca como un predador a su presa, rompe el beso.

- Desnúdate

Ordena mientras el hace lo mismo, sus ojos no se apartan de mí y yo no me quedaba atrás. Cuando deja caer su ropa completamente excepto sus ajustados bóxer negros, siento como si mi cuerpo hubiese recibido una descarga eléctrica. Era puro músculo, juro que casi tuve un orgasmo con tan solo verlo, quería deleitar mi vista con su anatomía perfecta mucho más pero Massimo Salvatore era un hombre con una misión.

-No tienes ni idea de cómo te deseo - Su voz se ha vuelto profunda y oscura.

- Sabía que tu cuerpo era hermoso pero no me esperaba que me hiciera perder la cordura, eres pura hermosura Mariana. - Su cálido aliento me enloquece.

-Tócame - suplico casi sin aliento, presa de la agonía.

- ¿Me deseas hermosa?
- Sus ojos brillan con fuego ardiente.

- Sí por favor -gimo - Necesito que me toques. Necesito sentirte.

No se en que momento me lanza sobre el cómodo colchón, Su boca desciende sobre mis pezones mientras su mano acaricia el centro de mi núcleo.

-Me sientes ahora Mariana. -Dice con voz ronca.
- Sí, pero no es suficiente - me mira con una sonrisa malévola.

- Te advertí que no tendrías suficiente y eso que solo ha sido un preludio preciosa.

Casi no se mueve, pero lo siento por todo mi cuerpo
tocando, lamiendo, incluso mordiendo. Dulce y salado, caliente y húmedo, todo a
la vez.

- Te siento palpitando, Mariana. Esto te gusta ¿No es cierto? mis manos sobre ti, acariciándote llevándote al limite, te vez tan hermosa...

Ya casi ni le escucho, mi cuerpo parece tener mente propia.

- Siento la dureza de tus pezones; cómo duelen por ser lamidos y chupados.

Frota mi centro una y otra vez al mismo tiempo que castiga mis pechos con su lengua, me siento como un volcán en erupción. Se aleja abruptamente de mi, poniéndose de pie. Su mirada enardecida me transmite su deseo animal eso me excita todavía más.

-Abre la pequeña gaveta de la mesita de noche. Saca un preservativo y sin preámbulos se deshace de la única prenda que hasta ahora no me permitían verlo en todo su esplendor. Mi mirada va dirigida a la enorme protuberancia entre sus piernas, el se acaricia lentamente mientras me mira con ardor, solo diré que este hombre que mide aproximadamente uno noventa no creció solamente en estatura, sino fuese millonario, podría ganarse la vida como actor porno. Deshace la distancia entre los dos mientras rompe el sobre del condón con los dientes. Mi respiración se vuelve irregular,
solo tengo unos segundos para recuperar el aliento. Massimo se enfundada en el preservativo mostrando una destreza sobrenatural, sin perder un segundo se inclina hacia adelante mis muslos están en sus manos y me está abriendo,
revelando la humedad que ya empapa las sábanas. No tengo tiempo ni de avergonzarme. Empuja dentro de
mí, sin siquiera detenerse para dejar que mi cuerpo se ajuste al tamaño de su
intrusión. Sus embestidas son infinitas
y desenfrenadas. Me agarro fuertemente a su espalda
deleitándome con la sensación de tenerle dentro, colmándome volviéndome loca.
Sus caderas se clavaban en las mías.

 Bajo Fuego ® (Primer libro de la trilogía Collision)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora