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¿Qué tan doloroso es ver al amor de tu vida desesperarse y no aceptar la perdida de su bebé? 

Se sentía inútil no poder hacer nada, viendo como su esposa, cada vez perdida y exigiendo ver una y otra vez como estaba su hijo. No soportaba verla así y entonces decidió que buscará un bebé recién nacido, afortunadamente, el doctor le había dicho que una paciente que no tenía familiares y poco tiempo de vida, acababa de dar luz a un niño. 

—Me dijeron que deseas un hijo.—Le dijo la mujer.

No iba a negar que aquella mujer era hermosísima, a pesar de estar demacrada y pálida. Era una lástima que su vida terminará en poco tiempo y dejar a un niño recién nacido. 

—Sí.

—Dejaré que lleves a mi hijo, pero quiero que me prometas.

—...—Llevó su vista hacia el bebé que yacía en la incubadora.—¿Qué cosa?

—Quiero que lo cuides y lo protejas. Quiero que viva libre y sea feliz. Prométeme que dejarás que hiciera lo que quiera mi hijo.

—... Lo prometo. 

—... ¿Puedo pedirte un favor?

—Lo que sea.

—Puedes cargar a mi pequeño y traerme. Quiero darle un último abrazo. 

El señor Nie se acercó y vio al bebé que dormía tranquilamente, era adorable, con sus cachetes regordetas que daban ganas de apretarlas, controló sus impulsos, manteniendo su rostro serio, cargó suavemente al pequeño y se acercó hacia la moribunda. 

La mujer brilló apenas vio tomó al pequeño y derramó algunas lágrimas.

—Señor, dejaré que lo cuides, si prometes registrarlo como HuaiSang.

—... Está bien, hablaré con mi esposa.

—De acuerdo, gracias.—Acarició la mejilla del pequeño.—No sé si me escuchas, pero quiero que sepas, A-Sang, que mamá te ama y lamenta no poder verte crecer.—Se mordió el labio inferior.—Pero estoy segura de que serás feliz, mi amor... 

El señor Nie pudo ver cuánto amor le tenía la mujer hacia el pequeño y se prometió cuidarlo, pero falló. 

Lo siento, fallé. 

Fueron sus últimos pensamientos antes de dar su último suspiro. 


*


Si bien a HuaiSang no le faltó nada, pero sintió que debió acercarse al menor, debió preguntar si quería algo porque este nunca le pidió nada ni en sus cumpleaños, pero hacía todo lo posible para entregarle regalos, pero parecía que eso no le hacía feliz. 

Años pasaron, la distancia entre él y sus hijos se hacía cada vez más grande, ya no supo como tratar con su hijo adolescente y un casi adulto, cuando de repente tuvo un infarto dejando muchas responsabilidades a MingJue. 

Lo único que se arrepentía fue no poder acercarse mientras tenía la oportunidad y se sintió un mal padre, pero cuando recordó la promesa que le hizo a la difunta madre de HuaiSang, se sintió peor. 

Lo siento, fallé. 

Fueron sus últimos pensamientos antes de soltar el último suspiro de su vida. 


*


—Padre, ¿Es que acaso me odias? Nunca respondes mi saludo. 

Aquellas palabras hicieron que alzará su mirada hacia el menor y se sorprendió al ver la mirada ajena, en ella reflejaba una mezcla de inocencia y madurez. Nunca había visto al niño tan decidido y tampoco imaginó que llegaría el día que HuaiSang lo enfrentaría sin miedo, ni bajar la mirada como un sumiso que era. 

Estaba aturdido que ni recordaba que dijo el niño, sólo respondió un: "Eh, sí, los espero en el auto". 

Cuando ya se encontraba en el auto, con la mirada perdida, al menos no tenía que ser el conductor, de lo contrario, provocaría un accidente por estar distraído, pero los ojos que tenía HuaiSang aún permanecía en su mente. 

—Cuídate, papá. 

La voz del niño lo hizo mirarlo, pero ¿Por qué no podía hablar? Así que sólo asintió y entonces supo que era hora de moverse por sí mismo. Si no fuera por el menor, no habría acercado a sus hijos para entenderlos y conocerlos. 

El tiempo pasó volando, a sus ojos vio a sus dos hijos crecer, también notó que ellos iban enamorándose del uno para el otro y al comienzo, se había asustado, pero después de investigar y darse cuenta que ya no estaban en la época antigua, así que dio su apoyo, además de decirles que tuvieran cuidado en su relación. Lo único que quería era que ellos fueran felices estando juntos o separados. 

La sonrisa que tenía HuaiSang brillaba y recordó la promesa que le dio a la mujer, sabía que el menor estaba viviendo en su segunda vida y le estará agradecido por darle valor de acercarse a sus hijos. 

Aún tenía años para verlos crecer, si no fuera por HuaiSang, habría muerto de un infarto por la droga escondida del cigarro que le regalo el señor Jin GuangShan. Quería ver a HuaiSang graduarse como un artista, quería ver a ambos casarse y también el crecimiento de MingJue como dueño de la corporación. 

HuaiSang, gracias por brillar y darme la oportunidad de cumplir la promesa a tu madre, sigue así, brillando y sé feliz con MingJue. 


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A different destination. [Niecest]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora