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Otro día en el trabajo. Akaashi hacia bebidas calientes y frías sin parar, tenían mucha clientela y poco personal. Yamaguchi estaba en la caja anotando los pedidos a toda velocidad, Kenma estaba a su lado haciendo lo mismo, mientras que hacía bebidas también. Afortunadamente ya iban a ser las nueve, a esa hora los tres estaban encargados de cerrar el local.

Por lo tanto, Yamaguchi fue a buscar el letrero que decía que no se aceptaban a más personas, fue en ese entonces que se encontró con Bokuto a punto de entrar a la cafetería.

—Ya vamos a cerrar, no pueden entrar más clientes.

—¡Oh, vamos! Por favor, vine a ver a Akaashi. ¡Déjame entrar! —abultó sus labios en forma de puchero cruzando sus brazos.

Yamaguchi soltó un suspiro mirando directamente a los ojos de Bokuto, quienes estaban un tanto brillosos. Finalmente asintió con su cabeza, pero le advirtió que no pidiera nada ya que ya era hora de cerrar.

Bokuto miró a alguna mesa vacía en donde estar, pero no encontró nada, había una larga fila y los clientes parecían no querer irse aún. Era viernes, la gente estaba más relajada de lo normal. Habían algunas personas con sus portátiles y hablando por teléfono, otras que simplemente habían ido en grupo a pasarla bien.

Se quedó en la entrada —o salida, según se mire— mirando a Akaashi como preparaba las bebidas a toda velocidad. Soltó un suspiro. Él era tan lindo, sus facciones eran finas y su personalidad era tan amable y dulce... Bokuto sentía como si el tiempo se detuviese cada vez que le miraba.

Fue en ese momento en que ambos cruzaron las miradas. El tiempo se ralentizó por unos segundos, hasta que vió la sonrisa del pelinegro. Este siguió preparando las bebidas, mientras que Bokuto trataba de sobrevivir ante eso.

—Bokuto vino a verte —comentó Yamaguchi, preparando las ultimas bebidas.

—Sí, le dije que dejaría de trabajar a esta hora. No me había dicho que vendría a verme —respondió Akaashi.

—Por alguna razón, ese chico me da la impresión de que es un tonto con mucho músculo —dijo Kenma con una expresión cansada, acomodando el dinero en la caja registradora.

—No lo es, en realidad dice cosas muy graciosas. Es lindo —le defendió Akaashi.

La verdad es que era ambas cosas, quizás no era la persona más inteligente, pero por lo que había hablado Akaashi con él, se veía una persona con un corazón amable y gentil. Yamaguchi comenzó a limpiar algunas mesas ya vacías, y mientras hacía eso, al retroceder, chocó con alguien. Se dió media vuelta para disculparse y se dió cuenta de que era aquel chico rubio con una gran altura.

—¡D-disculpa! —se avergonzó. El rubio solo le miró con una ceja elevada.

Acto seguido salió de la cafetería.

Yamaguchi le siguió con la mirada. Aquel chico tenía algo que simplemente le atraía, le gustaba y quería su número, pero ¿para qué? No sabría qué hacer después. Él no era de coquetear. A penas y sabía hablar con personas desconocidas sin trabarse al hablar e iba a andar coqueteando. No, imposible.

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—Vamos en la misma universidad —murmuró Akaashi rascando su nuca, sonriendo.

—¡Así parece! —soltó una carcajada—. ¿Desde hace cuándo todos trabajan allí?

—Empezamos a trabajar en enero, más o menos. Empezamos los tres el mismo día —respondió el chico de ojos azules.

Los cuatro iban caminando hacía la residencia de Yamaguchi, la cual compartía con Akaashi y Kenma. Este último, tenía el ceño arrugado. Le molestaba la gente ruidosa, y al parecer iba a tener que acostumbrarse. La única persona que soportaba y toleraba era su mejor amigo Kuroo Tetsuro, pero tener que soportar a una copia de este e igual de ruidoso... No le agradaba mucho.

—¿Viven aquí? Les queda muy cerca de todo, ni siquiera usan transporte. ¡Deben ahorrar bastante! El transporte es algo caro.

—Sí, sobrevivimos con el sueldo del trabajo. De vez en cuando podemos darnos el gusto de salir a alguna parte, aunque no nos guste mucho —respondió Kenma sacando las llaves de su abrigo, abriendo la puerta para después entrar, siendo seguido por Yamaguchi, quien fue directamente al baño.

Akaashi y Bokuto se quedaron solos. Ya era tarde y los tres estaban cansados. Bokuto comprendía la situación igualmente.

—Pues... yo ya me voy.

—Sí... nos vemos el lunes, Bokuto-san —el nombrado le sonrió con dulzura al escucharle.

—Sí, el lunes.

Se despidieron moviendo la mano. Seguidamente Akaashi cerró la puerta suspirando, con una sonrisa de adolescente enamorado. Kenma se acomodó en el sofá y encendió su consola, dispuesto a quedarse ahí para jugar.

—¿Vas a quedarte ahí jugando?

—Necesito relajarme. Tu novio es muy ruidoso.

—No es mi novio.

—Aún.

Strawberry Frappuccino ┊ TsukiYama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora