O9

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Bokuto y Akaashi habían acordado de salir como en una cita a un jardín botánico, demasiado cursi para ser verdad. Akaashi estaba esperando sentado en una banca a que llegase Bokuto. Quizás se había adelantado mucho... ¡pero habían acordado a las doce! Ya eran las doce pasado dos minutos...

Akaashi soltó un suspiro, comenzando a jugar con sus dedos. Miró alrededor para ver si veía la tan característica cabellera de su cita, hasta que le vio caminando tranquilamente hacia el jardín. Akaashi se levantó y a paso rápido se acercó a este, no le había visto, por lo que se acercó a este y abrazó su brazo.

—¡Akaashi! —saludó, formando una gran sonrisa en su rostro—. ¿Te hice esperar mucho?

—Mmh, un poco... —respondió en voz baja, aún abrazando el brazo musculado de Bokuto.

A Akaashi le gustaban los brazos musculosos de Bokuto.

—Hola, por favor dos entradas —pidió Bokuto, sacando algo de dinero de su bolsillo para pagar.

Finalmente entraron al jardín y les inundó una paz increíble, el agua corriendo, todo tipo de flores y todo perfectamente decorado. Akaashi soltó un suspiro otra vez y soltó el brazo de Bokuto.

—Qué bueno, no hay mucha gente —comentó Akaashi.

—Sí.

Siguieron el camino con lentitud, deteniéndose a ver cada flor y cada letrero que había, en silencio ya que no había tanta gente, y a Bokuto le gustaba ver a Akaashi leyendo concentrado, creía que se veía lindo.

—Las rosas azules... realmente son hermosas —murmuró Akaashi, acercándose a estas para acariciarlas—. En realidad me gustan mucho las rosas... de cualquier color.

Bokuto le miró con la boca semiabierta, ¿por qué tenía que ser tan hermoso? Tan dulce, tan amable, su risa era linda, era delicado... y un sin fin de cosas. Necesitaba vocabulario para describir con más palabras al chico que le gustaba.

—Akaashi...

El nombrado le miró con sus ojos azules y se acercó al más alto, esperando a que dijese algo, aunque solo se le había escapado.

—Eres tan lindo —soltó un suspiro, tomando el rostro del chico con ambas manos, acariciando sus mejillas.

Las mejillas del más bajo se sonrojaron fulminantemente por la cercanía. Miró hacia ambos lados por si había alguien, afortunadamente no había nadie y estaban completamente solos.

No tardó mucho para que sus labios se unieran en un beso. Un beso inocente y con amor puro. Akaashi no sabía como reaccionar exactamente, era su primer beso. Al separarse, ambos se miraban de manera sincera y un poco cariñosa, y los brazos de Akaashi rodearon la cintura de Bokuto, para luego unir sus labios en un beso más seguro.

—Tus labios son suaves, Akaashi.

—Mmh, ¿sí?

Ambos soltaron una carcajada tímida, separándose mientras tenía sus manos unidas. Siguieron caminando, ahora todo era diferente, y aquella tensión romántica se había acabado. Podía tocar a Bokuto sin excusas —en el buen sentido— y viceversa.

Siguieron el recorrido puesto por el jardín tomados de las manos. Akaashi aún tenía algo de miedo por el que les vieran de esa manera, tenía miedo de que les hicieran daño, a los dos. A pesar de que la homosexualidad tampoco es como si estuviese tan mal vista, ya se estaba normalizando este tipo de relaciones... al menos en las nuevas generaciones. En su familia no había nada de respeto.

—Akaashi... ¿puedo besarte de nuevo?

—No aquí... hay mucha gente, Bokuto-san.

Bokuto abultó sus labios en forma de berrinche manteniendo su vista fija a un punto, llegando a encorvar su espalda. Había esperado tanto tiempo para ese momento, y ahora que le había besado, descubrió que era lo único que quería hacer.

El estómago del chico de ojos azules había rugido por comida. La verdad es que por el nerviosismo se había levantado muy temprano, y por ende, también había desayunado temprano. Igualmente ya eran las una y media de la tarde.

—¿Tienes hambre?

—Un poco... es que desayuné temprano.

—¡Entonces vamos a comer algo! Ya vamos a terminar el recorrido.

El chico le sonrió y asintió con su cabeza. Realmente estaba siendo un día maravilloso.

...

Habían encontrado un restaurante a la salida del jardín. Al final, Bokuto le regaló una rosa azul a Akaashi, a pesar de que este último se había negado. Decía que era un recuerdo. Se sentaron en una mesa para dos, sentándose uno en frente del otro.

—¿Qué vas a pedir? —preguntó Bokuto tomando la carta donde había una variedad de comidas.

—Ahm... puede ser udon...

—¡Yo invitaré!

—Bokuto-san, tú pagaste la entrada al jardín, déjame pagar la comida ahora, ¿si? —hizo una caricia en su mano derecha, intentando convencerle.

Aquella caricia fue más que suficiente.

...

Estaban en la casa de Akaashi, se habían juntado allí ya que un amigo de Bokuto iría a buscarlo y se le hacía más fácil que ir al jardín. El amigo de Bokuto dijo que estaría en unos cuantos minutos, a lo que sólo estaría un rato. A sus compañeros no les molestaba la presencia del más alto, o eso pensaba Akaashi.

Pasaron directamente a la habitación de Akaashi. Bokuto se quedó observando esta, estaba algo desordenada pero lo normal. Por lo menos la cama estaba desocupada y libre, a lo que Bokuto se recostó en ella mirando al techo. La habitación olía a él. Eso sólo provocaba que sintiera más de esas mariposas en su estómago.

—Tu habitación es muy linda.

—Y eso que no está del todo ordenada. No he tenido muchas ganas de ordenar, la verdad.

Se acomodó en la cama, gateando arriba de Bokuto sonriendo con levedad, para luego dejar sus piernas a los costados de la cadera de Bokuto. Este se sonrojo un poco. Akaashi le miró ladeando su cabeza, acercándose a su rostro para luego besar delicadamente su mejilla, su frente y su nariz. Las manos de Bokuto se dirigieron a la cintura del chico, acariciando esta mientras que las manos de Akaashi estaban en el pecho ajeno.

—Desearía estar toda la vida así —susurró Bokuto.

—Digo lo mismo.

Akaashi depositó más besos en los labios contrarios, haciendo caricias en el pecho. Bokuto, en un movimiento rápido, quedó arriba del más bajo. No pudo evitar soltar una carcajada, Akaashi estaba algo sonrojado por la situación.

—¿Qué haces?

Dejó más besos por todo su rostro, haciendo algunas cosquillas involuntariamente. Sus besos bajaron hasta su cuello. La situación se estaba volviendo un tanto extraña.

—Bokuto-san... —apretó los hombros del nombrado al sentir como su piel era succionada, mientras cerraba sus ojos con fuerza igualmente.

El teléfono de Bokuto comenzó a sonar. ¿Ya había pasado media hora? Se levantó de encima de Akaashi para responder, mirando al contrario con una sonrisa ladina.

—Konoha, ¿ya llegaste? —preguntó ajustando sus prendas de ropa—. Salgo en seguida.

Miró a Akaashi con una sonrisa normal ahora.

—Ya llegó.

Ambos salieron de la habitación, y posteriormente de la casa para recibir al amigo de Bokuto. Finalmente este se fue.

Akaashi al entrar a su hogar, comenzó a procesar todo lo que había pasado. Había sido un día fantástico.

Strawberry Frappuccino ┊ TsukiYama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora