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—¡No puedes enojarte conmigo por eso, es estúpido! —Kuroo gritó molesto, cerrando la puerta de golpe de la habitación de Kenma.

—¡Ya sabías mis intenciones y no hiciste nada!

—¡Quería que te dieras cuenta solo, era obvio! No es mi culpa.

Kuroo y Kenma habían estado peleando durante mucho rato. Akaashi y Yamaguchi estaban en sus habitaciones preparándose para una fiesta en la casa de Bokuto a la cual habían sido invitados. Yamaguchi tuvo que convencer a Tsukishima que los fuera a buscar ya que este no quería realmente asistir.

—¡Kenma, ya es suficiente. Te estoy diciendo que no es mi culpa!

Kenma soltó un sollozo sentándose en el borde de la cama, llevando sus manos a su rostro. No aguantaba más. No quería aceptar que había sido su culpa por ilusionarse de esa manera. Realmente pensaba que era para él... Kuroo no aguantó más y se acercó al chico, abrazándolo con fuerza.

—¡No me toques!

—Kenma, suficiente.

Tomó ambas manos del chico y las apretó con fuerza. Ya era suficiente. Kenma le miró con pena y con lágrimas en sus ojos.

—Deja de llorar por alguien que no vale la pena, ¿si?

—Es fácil para ti decir eso.

—Creeme que no es fácil estar tranquilo por la vida sabiendo que la persona que te gusta está detrás de otra persona.

Kenma le miró de reojo, viendo como este se sentaba en el borde de la cama a su lado, recostándose en esta. Comenzó a pensar en las palabras que había dicho, había sido demasiado obvio. Kuroo acababa de confesar sus sentimientos hacia Kenma y este no sabía como reaccionar. Nunca se había sentido obligado a responder algo así, ya que, nunca había tenido un novio.

—Kenma, tú me gustas.

Yamaguchi tocó la puerta. Kuroo se levantó a abrirla.

—¿Van a ir o se quedarán aquí? —preguntó ladeando su cabeza—. Tsukki ya llegó.

Kuroo miró a Kenma para saber de su respuesta, ya que si este iba, él también iba a ir; no dijo nada. Solamente se levantó y comenzó a buscar en su estantería uno de los tantos videojuegos, dispuesto a quedarse en casa.

—Nos vamos a quedar.

—Si quieres ir a la fiesta de Bokuto ve, no me importa si vas —dijo Kenma.

—Pero yo me quiero quedar —respondió Kuroo.

—Está bien, entonces me voy con Akaashi.

Luego de unos segundos, se escuchó la puerta cerrarse y el ruido de un auto alejarse. Kuroo siguió a Kenma hacia el salón para ver qué hacía, aunque era obvio. Se sentó a su lado mirando como instalaba sus juegos.

—¿Qué vas a jugar?

—Animal Crossing. Necesito relajarme —dijo subiendo su piernas al sofá, iniciando el videojuego mencionado.

Kuroo hizo un sonido como si entendiera.

—¿Qué tienes qué hacer? —preguntó curioso, acomodándose de igual manera que Kenma.

—Sólo tengo que vivir en una isla con animales que no se entiende que hablan —Kuroo soltó una carcajada al escuchar como las voces hablaban con rapidez, realmente apenas y se entendía lo que decían.

Kenma le miró, formándose una pequeña curvatura en sus labios, pero esta se desvaneció al instante. El jugador atrapaba mariposas y pescaba, a Kuroo le parecía un juego muy aburrido, ¿no habían escenas de peleas? Siempre veía que normalmente jugaba videojuegos así.

—¿Y no tienes peleas?

—¿Quieres que le pegue a un inocente mapache? Nunca haría eso, mira lo adorables que son.

Kuroo se apoyó en el hombro del menor, mirando con atención el videojuego. Pasaron varios minutos y Kuroo le estaba entrando sueño, a lo que cerró sus ojos, dispuesto a dormir, aunque la posición no le favorecía mucho.

—Kuroo, no te duermas en mi hombro —muy tarde, ya lo había hecho.

Muchas veces él también se había quedado dormido de esa manera en el hombro de Kuroo, y este siempre hacía que se recostara en su regazo para que durmiera más cómodo, dentro de lo que cabía.

Kenma se sintió en deuda e hizo se recostara en su regazo. El pelinegro se acomodó en el regazo del más bajo, sonriendo interiormente, pero tenía mucho sueño como para decir algo. Se sentía bien, además había que destacar que estaba en el regazo de la persona que le gustaba, ¿qué mejor? Que te correspondiera.

Kenma se quedó hasta a altas horas de la noche jugando, pescando, cazando mariposas y hablando con sus vecinos, junto un chico enamorado en su regazo. No sabía que pensar ante el panorama. Lo único que sabía es que ya quería irse a dormir y tenía a un hombre de ochenta kilos en su regazo.

—Kuroo... levántate —dijo moviendo su brazo, sin mucha sutileza.

El nombrado hizo un sonido de molestia, levantándose del sofá mientras estiraba sus extremidades. Kenma también se levantó y el pelinegro le abrazó por la espalda, un tanto somnoliento. El chico más bajo soltó un suspiro incómodo mientras caminaba hacia su habitación, aún siendo abrazado por el más alto.

—¿Vas a quedarte a dormir acaso? —preguntó Kenma sentándose acomodándose en la cama.

—Sí.

Ambos se acomodaron en la cama, mientras el pelinegro abrazaba al otro con fuerza.

Strawberry Frappuccino ┊ TsukiYama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora