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Yamaguchi llegó de manera puntual a la casa de Tsukishima para preparar la cena que tendrían con los padres del mismo, estaba muy emocionado y feliz, se podía notar a distancia, sobre todo Tsukishima, quien no es como si estuviera entusiasmado como tal, debía prepararse ante cualquier situación.

—¿Crees que debería dejar las servilletas de esta manera o de esta otra? —preguntó el pecoso mientras colocaba las nombradas en la mesa, querían tener todo preparado y que se viera bien.

—Ah, creo que de la segunda forma está bien.

Yamaguchi sonrió y colocó las servilletas a los costados de los platos. Tsukishima aún no terminaba por contagiarse de ese entusiasmo. Se acercó a su novio, quien arreglaba los últimos detalles de la mesa.

—¿Sucede algo, Tsukki? —preguntó el más bajo acunando el rostro ajeno, acariciando sus mejillas con su pulgar.

—No realmente.

—¿Entonces por qué tienes esa cara?

—No estoy entusiasmado de conocer a tus padres.

La sonrisa de Yamaguchi se desvaneció en unos segundos, y acto seguido soltó las mejillas del rubio. Hizo una mueca con sus labios y miró los ambarinos.

—¿Por qué no?

—Tengo miedo de que se repita lo de la otra vez.

Yamaguchi tomó las manos ajenas y negó con su cabeza.

—No va a pasar, te lo prometo. Son personas amables... ¡no te preocupes, en serio!

Tsukishima se dejó hacer por el más bajo, quien le miraba con una sonrisa cálida. Si ellos comenzaban a hacer comentarios fuera de lugar, iba a molestarse muchísimo y tampoco es como si pudiera irse ya que estaban en su casa. No supo en qué momento comenzó a preocuparle lo que sus suegros pensaran de él. No quería dar una impresión errónea de su comportamiento con Yamaguchi.

El timbre sonó, sobresaltando a ambos.

—Ya llegaron... —dijo el pecoso soltando las manos del más alto, y antes de ir a abrir hizo una caricia en la mejilla del mismo—. Sé tú mismo, ¿si?

Tsukishima soltó un suspiro acomodando sus lentes y fue rápidamente a la cocina. No habían preparado nada especial o gourmet, eran personas sencillas por lo que no sería tan difícil impresionarlos.

—Hola, mamá, papá... ¡pasen! —saludó el pecoso haciéndose a un lado para que sus padres entraran.

Estos apenas entraron pudieron notar que su novio tenía un buen departamento, se veían las comodidades y que tenía dinero para vivir bien. Comenzaron a preocuparse de ellos mismos, no querían dar una imagen rara al novio de su hijo.

Ambos no querían dar una imagen que no les representara.

—Es un bonito departamento... —comentó el hombre mientras miraba por la ventana—. Tiene lindas vistas.

—Gracias —respondió Tsukishima apareciendo desde la cocina.

—¡Ah, por fin nos conocemos! Yo soy Mahomi —saludó la madre de Tadashi tomando las manos del rubio.

Tsukishima pudo sentir la vibra de la mujer cuando tomó sus manos, era una muy similar a la de su novio, una amable, aunque también podía sentir el entusiasmo en ella. Sonrió con levedad.

—Tsukishima Kei —se presentó, correspondiendo al agarre de la mujer. Luego se acercó el hombre a saludarle también.

Mientras ellos conversaban, el pecoso estaba preocupado por la comida. Sólo iban a tener un plato, como todas las familias solían tener. Tamagoyaki y sopa de miso. Cuando ya estuvo todo servido, llamó a sus visitas a que fueran a sentarse. Yamaguchi iba de un lado a otro.

—Hijo ven a sentarte con nosotros... la comida se va a enfriar —le dijo su madre viendo como este entraba a la cocina nuevamente.

—Él es el que está más emocionado de su visita —comentó Tsukishima con una pequeña sonrisa, mirando su plato con comida.

—Puedo notarlo —dijo el hombre con una carcajada luego.

Sus padres no eran como los suyos, eran personas normales y con modales. Tsukishima se sentía cómodo ante ellos. Segundos más tarde el pecoso finalmente se sentó junto los demás para posteriormente comenzar a comer.

—¿Y desde cuando comenzaron a salir? —preguntó la mujer mirando a los menores.

Estos se miraron unos segundos.

—Creo que llevamos como cuatro meses, no recuerdo muy bien —respondió el pecoso rascando su nuca.

Y así siguieron hablando. Era una bonita cena en la que hablaron de temas parecidos a los que habían hablado con la familia de los Tsukishima, obviamente la cena no terminó como aquella vez. Todo fue muy bien. Tsukishima estaba feliz, aunque no se notaba en su rostro.

—¿Ya son las nueve? —preguntó el hombre a sí mismo mirando su reloj de muñeca, mientras daba el último bocado a su postre.

—Podemos quedarnos un rato más, ¿no? —preguntó la mujer, dando también un último bocado a su postre.

—No lo sé, cariño... mañana debemos ir a trabajar temprano.

El pecoso y el rubio se les quedaron viendo a esperar que hacían. Ellos les miraron con cara de que realmente debían irse.

—Está bien, pueden irse. Pueden venir otro día más temprano —sugirió Tsukishima.

Yamaguchi sonrió por sus palabras y asintió con su cabeza, concuerdo.

...

Yamaguchi ahora mismo estaba cambiándose de ropa a una más cómoda, ya era hora de dormir, y mientras sacaba sus prendas, podía sentir la mirada de su novio en su cuerpo. Se sentó en el borde de la cama y miró hacia atrás.

—¿Por qué me miras tanto? —preguntó divertido.

—¿Acaso no puedo ver tu cuerpo? Ya lo he visto un montón de veces sin ropa —las mejillas del pecoso se sonrosaron.

Rápidamente terminó de vestirse y se acostó junto su novio, acurrucándose entre las sábanas.

—¿Tienes frío? —preguntó Tsukishima, pasando su brazo por detrás de los hombros del pecoso.

—Si tener frío es una excusa para abrazarte, sí.

Yamaguchi sonrió y dejó su mano en el pecho ajeno, cerrando sus ojos.

—Tus padres son muy amables.

—Sí que lo son, y viendo lo lindo que fuiste lo más probable es que les hayas encantado.

Tsukishima comenzó a hacer caricias en su cabello y en su mejilla. La presencia de su novio le tranquilizaba de sobremanera.

—¿No quieres hacerlo? —preguntó el mismo.

Yamaguchi infló sus mejillas acomodándose en el pecho del rubio entretanto negaba con su cabeza.

—Estoy cansado... —respondió con un tono cansado.

—Pero esta vez lo haré todo yo, tú no tendrás que mover ni un músculo.

—¿Cuándo va a ser la noche en que no lo hagamos?

Tsukishima se separó del pecoso, destapando el cuerpo ajeno de las sábanas para posicionarse entre sus piernas, y así depositó un beso en sus labios, aunque estos bajaron hasta su cuello.

—Duermo mejor luego de tener sexo.

—Mmh, yo también —murmuró llevando sus manos hacia el cabello rubio, entrelazando sus dedos con los rulitos que tanto le encantaban al pecoso.

Antes de seguir con las caricias, Yamaguchi había sostenido de alguna manera los cabellos rubios, haciendo que lo mirara a los ojos. Este tenía una expresión confusa.

—¿Pasa algo, Tadashi?

—Te amo, Kei.

Aquellas palabras tomaron desprevenido al rubio, pero no tardó en responder.

—Yo también te amo, Tadashi.

Strawberry Frappuccino ┊ TsukiYama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora