2O

3.8K 549 202
                                    

Bokuto y Akaashi despertaban al mismo tiempo en la suave cama. El pelinegro se sentó en la misma con su cabello totalmente desordenado, su rostro se veía algo demacrado. Se veía que había dormido mal pero en realidad es que había dormido muy bien. Lo que necesitaba era darse una ducha.

—Akaashi... buenos días —saludó mientras se acercaba a este, sentándose en el mismo lugar para darle un beso en su mejilla.

—Buenos días, Bokuto-san.

Se quedaron varios minutos mirando por la ventana, viendo el mar. También estaban recién despertando, necesitaban al menos un rato para poder estar alertas como siempre.

—Akaashi... ¿quieres hacerlo en la ducha?

...

La lluvia artificial caía por ambos cuerpos desnudos. Akaashi estaba apoyado en la pared mientras Bokuto introducía sus dedos en la cavidad anal del primero. Se sentía extraño, era primera vez que algo entraba ahí por parte del pelinegro, había algunas veces en las que se sentía bien pero en otras no.

—Creo que ya está —afirmó el peligris, retirando sus dedos.

Akaashi hizo un sonido de molestia.

Bokuto se posicionó detrás del más bajo, tomándolo por la cintura. Dejó varios besos para intentar tranquilizar al menor, sabía que estaba algo nervioso.

—Relájate, ¿si? Si te relajas no dolerá tanto —aconsejó el más alto.

Akaashi soltó un suspiro apretando la baranda que estaba allí. Llevó su mano hacia su miembro para comenzar a masturbarlo, aunque este ya estaba completamente erecto. Segundos después, Bokuto introdujo su miembro en la cavidad anal por completo. Las piernas del ojiazul llegaban a temblar un poco.

—Procuraré no correrme dentro.

—No me importa si lo haces dentro... —murmuró, dejando su mano sobre la de su novio.

—Si lo hago dentro entonces lo sacaré.

Akaashi no pudo evitar soltar un jadeo cuando el más alto comenzó a moverse. Comenzaba a darle en aquel punto dulce que había que sintiera placer todo el tiempo; aprovechó el momento y comenzó a masturbarse, mientras cerraba sus ojos y mordía su labio inferior.

—Más rápido.

...

Yamaguchi abría sus ojos con lentitud ante los rayos del sol que caían en su rostro, le molestaba. Se acurrucó entre las mismas sábanas, sintiendo como unos brazos rodeaban con fuerza su cintura y lo acercaban al cuerpo ajeno.

—¿Ya despertaste? —preguntó el rubio, acercándose hacia la nuca de su novio la cual estaba descubierta para depositar un beso.

—Quiero seguir durmiendo...

—¿No te apetece ir a tomar desayuno y luego ir a caminar en la playa? —preguntó el más alto, paseando su mano por el pecho impropio.

—Suena un muy buen plan. Lo haremos si consigues sacarme de la cama —murmuró mientras se acurrucaba con las sábanas.

Tsukishima abultó sus labios.

—¿No quieres tener sexo? —preguntó sentándose en la cama.

Un pequeño silencio.

—Sólo si soy el de arriba.

—Hecho.

...

Yamaguchi estaba sentado en el regazo de su novio, con las piernas a los costados mientras mantenía el miembro del más alto en su interior, moviéndose hacia adelante y hacia atrás para que tocara su punto dulce. Tsukishima tenía su mano en el falo del más bajo, moviéndolo al mismo tiempo que el pecoso se movía.

—Hazlo más rápido, Tsukki... —jadeó llevando su mano hacia la mano ajena, incitándolo a que se moviera más rápido.

El rubio sonrió de manera ladina, comenzando a subir la velocidad a la que lo masturbaba. El pecoso no pudo evitar soltar un suspiro cerrando sus ojos; sus mejillas estaban muy rojas, estaba excitado y se sentía muy bien. Demasiado bien.

En un movimiento rápido Tsukishima se sentó en la cama, tomando a su novio por la cintura haciendo que cayera, quedando en la famosa posición del misionero. Yamaguchi juntó sus piernas hacia el lado derecho, mientras era embestido por su pareja.

—¿Vamos a ir a la playa después de esto, verdad?

—Primero necesito darme una ducha, Tsukki.

...

Kuroo estaba recién llegando a la habitación que compartía con Kenma, había pasado la noche afuera. El menor de estos se había preocupado, era su amigo, obviamente iba a preocuparse de él si no respondía sus mensajes. Cuando entró al cuarto, Kenma le miró serio; estaba molesto.

—¿Dónde estabas y por qué no respondías a mis mensajes?

—Dame un respiro —dijo cayendo rendido en la cama ya hecha.

Kenma se acercó a este, notando que tenía unas manchas de labial en su cuello.

Por alguna razón, se molestó muchísimo.

—¿Tuviste sexo con alguien? Tienes labial en tu cuello.

El pelinegro rio. Se sentó en la cama mientras pasaba su mano por su cuello, comprobando la pregunta de su amigo. Miró su mano, y evidentemente tenía algo rojo.

—¿Tal vez?

Kenma le empujó, haciendo que cayera en la cama.

—¡¿Tuviste sexo o no?!

—¡¿Qué te importa?! Es mi vida.

Kenma se le quedó mirando por unos segundos. Tenía razón, era su vida sexual y no tenía por qué entrometerse en esta si no eran algo romántico. Simplemente salió de la habitación y cerró con fuerza.

¡Tenía razón! Pero por alguna razón le molestaba. ¿Estaba celoso? ¡De ninguna manera! ... Claro que lo estaba. También estaba triste. Realmente no le molestaba cuando Kuroo le abrazaba o lo consentía con cosas que le gustaba, o cuando se quedaba con él aunque no hablaran mucho.

Tenía tantos sentimientos encontrados.

Strawberry Frappuccino ┊ TsukiYama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora