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Yamaguchi y Tsukishima estaban en la casa del segundo. Ellos habían planeado una tarde de películas y simplemente charlar después de aquella fiesta, querían estar completamente solos.

—Tu casa es muy bonita, Tsukki —comentó el pecoso mientras caminaba por esta.

El departamento del rubio tenía unas grandes vistas en la ciudad, además de que era bastante grande. Quizás demasiado para una persona solamente. Yamaguchi paseaba por el lugar, viendo como todo estaba muy ordenado y decorado. Había sentido un poco de pena que Tsukishima conociera su casa ahora, no era nada en comparación de la suya.

—Mis padres vivían aquí antes de que naciera mi hermano, decidieron mudarse porque decían que no era un buen lugar para tener una familia...

—¿Sí? —la verdad es que Yamaguchi no entendía mucho lo que intentaba decir.

Ambos se sentaron en el sofá, preparados para tener una tarde de películas.

...

No supieron en qué momento estaban poco menos que devorándose el uno a otro. Las manos del rubio se paseaban ansiosamente por la cintura del chico, mientras que las manos del pecoso estaban en el borde de la camiseta que tenía el más alto, intentando quitarsela. Lo único que se escuchaban eran los chasquidos de sus besos y los suspiros entre estos.

Tsukishima supo las intenciones del más bajo y le ayudó. Sacó su camiseta, dejándola por algún lado del salón. Yamaguchi relamió sus labios al ver el torso desnudo del rubio. Él no tardó en reaccionar e imitó la acción.

—Ven aquí, Tadashi.

Las mejillas del nombrado se sonrojaron y se sentó sobre el regazo del chico, con las piernas separadas a los costados.

—De verdad tienes pecas en tu pecho.

—¿Por qué mentiría respecto a eso? —preguntó con la respiración un tanto agitada.

—No lo sé.

Tsukishima comenzó a repartir besos en su pecho, mientras que sus manos se paseaban por su espalda baja, aunque estas se dirigieron dentro del pantalón en su trasero, apretando este. Yamaguchi soltó un jadeo de la impresión, a lo que el rubio sonrió con picardía. El pecoso abrazó la cabeza del contrario, mientras jugaba con sus rulitos.

—¿Qué fue eso?

—Callate.

...

Tsukishima se encontraba entre los muslos de Yamaguchi, mientras lamía su falo sin intenciones de detenerse. El pecoso estaba poco menos que retorciéndose del placer mientras jugaba con sus rulitos, intentando empujar un poco la cabeza ajena sobre su vientre y para que su miembro entrara más.

—¿Qué pretendes? —preguntó el chico con lentes, subiendo sus besos desde su abdomen hacia su pecho.

—Tampoco es que sea tan grande, ¿sabes? —murmuró el pecoso.

El mismo buscó los labios del rubio y cuando los encontró los besó. Introdujo su lengua en su cavidad bucal. No tardó en reaccionar y siguió con el beso, mientras deslizaba sus manos hacia el miembro impropio, comenzando a masturbarlo.

En un cambio rápido de posiciones, el pecoso se posicionó sobre el regazo del rubio con las piernas a los costados, mientras que echaba una generosa cantidad de lubricante en su entrada y en el falo erecto del más alto. Acto seguido colocó el preservativo sin muchos problemas, e introdujo el miembro con lentitud en la cavidad anal.

La verdad es que se le hizo un tanto complicado, era su primera vez haciendo con un hombre y de esa manera. Mordió su labio inferior con fuerza, intentando relajarse.

—¿Estás bien, Tadashi? —preguntó sentándose en la cama para estar más cerca del nombrado.

—Es que... me cuesta meterlo... —respondió en un susurro y las mejillas sonrojadas.

Tsukishima rodeó la cintura del contrario y con su mano libre, tomó su propio falo para finalmente alinearlo con la entrada del más bajo, introduciéndose con facilidad por el lubricante. Yamaguchi no pudo evitar emitir un sonido por la sorpresa. Abrazó al rubio por el cuello, cerrando sus ojos mientras tenía su respiración un tanto agitada.

—¿Está bien? —preguntó el más alto.

—Sí, muy bien...

...

Aquella tarde había sido muy especial para ambos, se habían entregado mutuamente. Ahora mismo Tsukishima descansaba en el pecho de Yamaguchi, quien hacía caricias en su melena.

—Tsukki... ¿qué somos?

El rubio se levantó del pecho ajeno, para mirar al pecoso con total seriedad.

—Somos novios, creí que era obvio.

—Es que nunca hiciste la pregunta —dijo comenzando a jugar con sus dedos con timidez.

El rubio sonrió con calidez. Tomó las manos ajenas para luego depositar un beso en sus belfos.

—¿Quieres ser mi novio, Tadashi?

—Sí. Sí quiero —respondió mientras reía.

Strawberry Frappuccino ┊ TsukiYama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora