Universo alternativo ꨄ︎ Shelnard ꨄ︎

Capítulo 8: Alzamiento

Leonard

Sheldon hace poco me regaló un control universal para cambiar los canales sin necesidad de pedírselo a algún enfermero. Como el desayuno en la cama mientras busco algo que me guste.

Me siento mejor que nunca. Las dosis de tranquilizantes son cada vez menores, y ahora tomo píldoras para el dolor como si tuviese una simple migraña. Escucho que tocan la puerta. Sé que no es Sheldon pues no he oído su típico toqueado.

—¡Pase! —exclamo. Veo a mis amigos, Howard y Rajesh, entrando con unas sonrisas en sus rostros y una canasta en sus manos.

—¡Sorpresa! —gritan los dos al unísono.

Les sonrió y, con cada vez menos esfuerzo, soy capaz de sentarme al borde de la cama.

—¡Teníamos tantas ganas de verte! —me vocea Howard—. Estuvimos mucho tiempo tratando de ponernos de acuerdo para verte los dos, pero, ya sabes. Cuando yo tenía tiempo libre Raj estaba estaba trabajando, y cuando Raj estaba desocupado yo tenía una pila de trabajo por delante.

Las palabras hicieron reír a todos los presentes, y les hablo:

—Gracias, de verdad. —Sonrío—. Y… ¿qué hay en la canasta? —Raj me la pasa y dice:

—No es nada. Fruta, dulces. Solo unos detallitos insignificantes.

—¡Vaya! —exclamo al sujetarla—. Esto sí que pesa.

—Quizás estás algo débil —comenta Howard.

—No creo —respondo—. En mis piernas es posible, pero mis brazos están casi recuperados por completo. He ejercitado mucho —les dije arremangándome la camiseta para mostrarles mis bíceps—. ¿Lo ven?

Parece que ellos tienen mala vista, o tan solo son unos cretinos, porque echaron a reírse como nunca.

—Ya, no seas descortés, Howie —dice Rajesh, aunque él se carcajea tanto o más fuerte que Wolowitz—. Tus brazos están muy bien, Leonard.

—Gracias, Raj —respondo mirando a Howard con una mirada triunfal.

—Sí, cómo sea —suspira Howard. Se cruza de brazos, entrecierra sus párpados, mira hacia las persianas, y después me ve y dice—: Oye —Se sienta a un lado de Rajesh—, ¿es cierto eso de que Sheldon te visita muy a menudo?

—De hecho lo hace todas las noches. Incluso se queda a dormir aquí conmigo cada noche. Por la mañana va a la universidad y cuando sale va a casa y vuelve hasta aquí.

Yo hablo con naturalidad, pero las expresiones de mis amigos no son para nada naturales: los dos me ven con asombro y estupefacción.

—Vaya… —farfulla Koothrappali.

—¡Amigo, qué horror! ¡¿Todas las noches?! No puedo ni imaginar esa tortura.

—Pero, Howard, ¿por qué dices eso? —flaqueo—. Sheldon es más amigable de lo que parece a primera vista. ¿No recuerdas que él intentó salvarme de… esto? —hablé apuntando hacia mi propio cuerpo.

—Pero no lo logró, ¿o sí?

Uau. En verdad que eso me dolió al escucharlo.

—Sheldon es un completo aguafiestas. ¿No recuerdas todo lo que él te quería controlar y monitorear mientras estabas en el apartamento? —Howard empezó a enumerarlos con sus dedos—. Los programas que te gustan de la T.V., la comida que ordenas para la cena, en qué parte del sillón te sientas, la higiene de todas las habitaciones, sentarte con él en vez de con nosotros en el almuerzo. ¡Hasta pretendía hacer tu horario para ir al baño! ¡¿A quién se le ocurre?!

—¡Howard, eso es…! —Intento contradecirle, mas es inútil. Todo lo que dijo eran hechos verdaderos—. Es cierto, pero Sheldon ha cambiado mucho. Ahora vemos los programas que ambos escogemos en la noche; y… sí, seguimos con el horario de comidas, pero a mí me gusta el horario de la cena; y tampoco se ha sobrepasado con la higiene, lo cual es un punto a favor que considerar tomando en cuenta que a Sheldon le aterran todos los gérmenes del hospital.

—Bueno, basta —interviene Raj—. Ambos tienen razón, pero… Leonard, ¿no crees que has sido en exceso comprensivo con Sheldon? ¿No crees que mereces un poco más de libertad?

—Eh… —Quedé sin palabra.

¿En realidad era cierto? ¿Sheldon me ha estado controlando?

—Además —explica Howard—, ahora no estás en el apartamento, pero sí en un hospital, así que supongo que el horario que no cumples en el apartamento lo estás cumpliendo aquí.

—No es como crees, Howard. ¡Tengo más libertad de la que piensas! —No me di cuenta de que estaba subiendo mi tono de voz, así que procuro bajarlo—. Sheldon, él no… No es como tú crees…

—Amigo, cree lo que quieras —me ordena Howard—, pero al menos reconoce que deberías reflexionar mejor lo que te decimos.

—Sí. ¿No te gusta pasar el tiempo con nosotros? —se lamenta Raj en un tono desgarrador.

—¡No hace falta tergiversar las cosas! —Aclaro mi garganta carraspeando y añado—: Sí, sí me gusta.

—Claro que sí. —Howard me mira criticón—. Siempre hemos sido más comprensivos que él. Debes de admitir que, si alguien es en verdad tu mejor amigo, deberíamos ser nosotros y no él.

Yo me siento frustrado y atacado. Es cierto que no he valorado la honesta amistad de Howard y Raj lo suficiente, pues ellos me han escrito y llamado casi todos los días para saber cómo estoy. Y sí, Sheldon ha hecho muchas cosas molestas y absurdas conmigo con anterioridad, pero eso no quiere decir que sea el mismo de antes.

Quiero decirles a mis amigos que Sheldon ha cambiado, pero estoy seguro de que esta discusión jamás se acabará.

Así que me decido en seguirles la corriente.

—Está bien. Tienen razón en todo lo que dicen: Sheldon es un patán, un aguafiestas, un controlador y ustedes merecen que los aprecie más que…

—¡Lo sabía! —escucho gritar a esa conocida voz desde la puerta.

¡Ay, Sheldon, maldito sea tu oído vulcano!

Rajesh, Howard y yo volteamos a ver a Sheldon, quien lleva un libro en una mano y una bolsa con alimentos en otra. En realidad, eso no es lo que más llama la atención de él, sino más bien las pequeñas lágrimas que se asoman de sus ojos.

Me siento como una basura.

—¡Sheldon, puedo explicarlo!

—¡No tienes nada que explicar! —Él se me acerca con furia y arroja la comida en una mesa al lado de mí—. ¡Eres un mentiroso! ¡Pensé que me querías igual que yo a ti…! —Sheldon se frota los ojos. Yo estoy a nada de interrumpirle, pero él se me adelanta—: Ahora veo que me equivoqué.

Sheldon se va y siento inmensas ganas de correr tras él.

—¡Sheldon, aguarda! —grito al levantarme de la cama.

Raj y Howard me miran estupefactos. Mis piernas no me permiten dar ni un solo paso. Es la primera vez que me levanto yo solo de la cama, pero tengo cosas más importantes en qué pensar ahora.