Capítulo 19: Estupefacción

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Sheldon

Aún no puedo creer que este día haya llegado.

Aún no puedo creer que le estén dando de alta al fin.

Desde que Leonard y yo decidimos tener una relación romántica —que aún no tenemos, porque no he terminado todavía el acuerdo de pareja—, él ha estado esforzándose y mejorando en su terapia.

Ya puede dar más de solo cinco pasos al caminar. Claro, sigue teniendo sus cicatrices en el rostro y demás partes del cuerpo, pero esa es una cuestión estética sin relevancia. Además de que sus habilidades motoras en sus brazos y manos han sido, citando al doctor James, «el mejor ejemplo de recuperación que haya podido ver».

Es vergonzoso de admitir, pero, algunas veces, me gusta pensar que la nueva relación que él y yo construimos es lo que le ha dado a Leonard el ánimo para querer vivir.

Escucho que tocan a la puerta y volteo. Howard y Rajesh entran con sonrisas en sus rostros, así que me veo obligado a pausar mi lectura.

—¡Felicidades! —grita Wolowitz, llevando en su mano un globo azul flotante con la frase «¡Es un niño!» en él—. Lamento lo del globo —dice—, en la tienda no había ninguno que dijera: «Felicidades por recuperarte».

Leonard y yo nos miramos con indiferencia.

—Yo le dije que no lo comprara —apunta Koothrappali.

—Y ¿cuándo saldrás de aquí?

—En media hora, tal vez menos —contesta Leonard—. Aún hay unos pocos asuntos que resolver. Tengo que firmar unos cuantos papeles.

—Amigo, estoy tan feliz por ti —celebra Raj, acercándose para abrazar a Leonard.

—Oh, gracias, Raj —contesta Leonard.

Me percato de que tocan la puerta de nuevo. Miro a mi casi-novio, él me hace una seña de asentimiento y yo lanzo una exclamación, permitiendo pasar a la persona del otro lado de la puerta.

—Señor Hofstadter —habla la enfermera Rosemary—, tenga. —Veo cómo le da una carpeta de papeles y una pluma estilográfica—. Sus médicos le pidieron que firmara esto cuando pueda.

—Gracias —anuncia él. La enfermera asiente, da una mirada rápida a todos nosotros y se va.

La sala queda en un agradable silencio, pero no por mucho:

—¡Amigo, tu enfermera sí que es sexi! —babea Howard.

—¿Eso crees? —pregunta Leonard—. Yo jamás la vi de ese modo.

—¿Solo sexi? —cuestiona Rajesh—. ¡Es súper ardiente! ¡¿Vieron su cabello?!

—Yo no le vi el cabello precisamente —expuso Howard. Pude ver que se levantaba—. Si me disculpan, yo conquistaré a la enfermera sexi mientras tú acompañas a nuestros amigos, Raj.

Oh, ya lo veo venir: la clásica pelea de los simios mal-evolucionados con respecto a cuál fornicará con el individuo femenino de mejores características físicas que sugieran fertilidad.

En 3…, 2…

—¡¿Qué?! ¿Por qué eres tú quien debe de conquistarla? ¿Ni siquiera notaste cómo me miró a mí? —se ofende Raj.

Lo sabía.

—¡Porque tú ni siquiera puedes hablar con mujeres! ¿Qué harás? ¿Le escribirás una carta de amor en una servilleta?

—Esa… no es tan mala idea… —reflexiona Rajesh.

Howard sale corriendo de la habitación, con Raj siguiéndole de cerca. Ahora, quedamos solos Leonard y yo.

—Es sorprendente la organización administrativa. ¿Tantas firmas solo para darte de alta? Veo que mal-juzgué al sistema de salud de este país.

—Nah —expresa él—. Esto es solo para que no los demande.

—Oh…

En lo personal, no me esperaba eso.

—Así que…, ¿aún sigues rechazando el mes extra de descanso que te ofreció la universidad?

—Sí. Sé que podré ir como mínimo una vez a la semana. No veo problema con que Raj nos lleve a ti y a mí.

—Eso sería genial, porque cada día detesto más ir en autobús —reclamo—. Es una pena que aún no puedas manejar maquinaria pesada.

—Descuida, Shelly, ya pronto podré —habla él. Por un segundo, deja de lado el bolígrafo y me da unas tantas caricias en mi mejilla izquierda. Debo admitir que esto se siente bastante bien.

Y ¿qué mejor modo de responder una muestra de afecto físico que con una emocional?

—Eh… T-te quiero, Leonard —trastabillo con nerviosismo.

No es la primera vez que le digo «te quiero»; incluso, unas tres veces llegué a decirle «te amo» a Leonard. No sé por qué cada vez que lo hago siento que mi pulso cardíaco se acelera mucho más de lo usual.

—Y yo te amo, Sheldon —susurra acariciando ahora su rostro contra el mío. Siento sus mejillas calientes frotando las mías.

—D-deberías seguir firmando. Digo, para irnos del hospital lo antes posible. —Suspiro y luego añado con alarma—: Además, Rajesh debe de estar esperando por nosotros para llevarnos a casa.

—Él de seguro está intentando conquistar a la «enfermera sexi» —indica haciendo comillas con sus dedos mientras me ve con una sonrisa burlona—; pero tienes razón. Quiero irme de este hospital de una vez por todas.

—¿Porque odias este hospital? —averiguo.

—No. Porque amo nuestro apartamento, y quiero volver a él lo antes posible.

Oh, vaya… Ese sí que fue un lindo comentario.

Escucho que abren la puerta y veo a mis dos amigos. Leonard esboza una sonrisa ladeada.

—¿Conquistaron a la enfermera sexi?

—Casi… —dice Raj.

—Me amenazó con darme una patada en la entrepierna si no la dejaba en paz —refunfuña Howard.

Debí suponerlo: ambos simios fracasan con estrépito en sus intentos de cortejo y no les queda de otra que lamentar su fallo e intentar filtrar sus frustraciones.

—Oigan —llama Leonard mientras sigue firmando—, ¿les comenté que Sheldon y yo somos novios?

Abro mis ojos con sorpresa. Veo a Leonard amenazante. ¿Cómo se le ocurre decir eso? Mi mirada, por instinto, se dirige hacia Howard y Raj; los dos me ven con impresión que jamás he podido apreciar en ellos.

—¡Por supuesto que no lo somos! ¡Le-Leonard y yo aún no hemos firmado nuestro acuerdo de pareja, así que todavía no es algo oficial!

¿Por qué las expresiones de asombro en los rostros de mis dos amigos aún no se borran?

Universo alternativo ꨄ︎ Shelnard ꨄ︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora