Capítulo 11: Hazaña

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Sheldon

Hoy, en la universidad, descubrieron una enorme colmena de avispas, así que todas las actividades se cancelaron por un par de días mientras los de fumigación hacen lo suyo.

Aprovechando mi tiempo libre, llegué más temprano que de costumbre al hospital. Vi a Leonard realizando su terapia y le pregunté si quería privacidad, pero él se negó y me explicó que no tenía ningún problema con que yo me quedase.

Veo a los dos enfermeros de Leonard, Zack y Rosemary, ayudándolo a dar unos cuantos pasos.

Ya pasó un tiempo desde que Leonard y yo peleamos; discusión la cual, por suerte, no terminó en el fin de nuestra valiosa amistad. Los médicos de Leonard parecen haberse percatado de que él se encuentra mejor y le permitieron levantarse e intentar caminar despacio.

El enfermero Zack ayuda a mantenerlo de pie, mientras que Leonard sujeta unas largas barras de metal a sus lados; entretanto, la enfermera Rosemary se encuentra del otro lado, dándole apoyo moral y pidiéndole que se acerque lo más que pueda hacia ella.

A Leonard no parece estarle yendo del todo bien, pues no da más de dos o tres pasos seguidos. Yo le doy una última mordida a mi sándwich, me limpio las manos con gel antibacterial y me levanto con intenciones de acercármele y ofrecer ayuda.

Los enfermeros me dicen que no es necesaria, pero veo una mirada de súplica en Leonard; como si él no quisiese que me aleje.

—Descuide —expresa Leonard—, creo que no me haría mal si él me ayudara —habla refiriéndome.

—¡Excelente! ¿Qué tengo que hacer?

La enfermera me pide que me ponga en su lugar. Con inmediatez, cuando acato su orden, ella se aparta y se va. Parece que tenía prisa. El enfermero restante hace un bufido con pesadez, recoge un mechón de su cabello y le indica a Leonard que comience a caminar.

Yo, sin mucho que hacer, miro a Leonard, extiendo mis brazos hacia él y le doy palabras de ánimo.

—¡Ven, Leonard! ¡Tú puedes! ¡Sé que tú puedes! ¡Vamos, amigo!

Él da unos pasos —tres para ser exactos—, pero se detiene. No sé si algo le duele o si solo es agotamiento, pero su entusiasmo parece reducirse.

Con ayuda, se reacomoda en el punto de inicio. Noto que suspira profundo por cómo su pecho se hincha y se hunde de regreso a su posición de reposo. Me mira; sus ojos se llenan de fulgor y da el primer paso.

Sonrío y comienzo a vitorearlo. Él parece captar mis buenas intenciones, porque da un paso más. Hasta yo noto lo calmado que se encuentra ahora.

Sus dos pies se separan del suelo y se unen al mismo por tercera vez.

—¡Sí! ¡Lo estás haciendo magnífico, amigo! ¡Continúa! ¡Así!

La emoción me consume cuando Leonard da un paso más sin ayuda, ni del enfermero Zack ni de las barras de metal que se encuentran a sus costados. Desde que se colocó en el lugar de inicio no ha sido ayudado. ¡Todo lo está haciendo por su cuenta!

Leonard se tambalea un poco, pero no desiste a la gravedad. Da un cuarto paso con orgullo. ¡A este punto está a solo un par de pasos de llegar hasta mí y de lograr el recorrido!

—¡Maravilloso, Leonard! ¡Ya te falta poco!

Él ríe, yo sonrío. Oh, santo cielo. Creo que nunca había sentido una emoción de este tipo por algo que yo no esté haciendo.

La empatía que siento por Leonard ha superado los niveles que predije, pero eso no es relevante ahora.

Su mano está a nada de tocar la mía. Siento un impulso casi incontrolable de sujetarlo y acercarlo hasta mí para darle un abrazo, pero me veo en la obligación de contenerlo. Necesito esperar un poco más y darle la oportunidad de que lo haga.

Sé que él puede lograrlo.

Con fuerza de voluntad, da un último paso y me rodea con sus brazos. Siento sus rodillas debilitándose, así que lo sujeto con fuerza.

¿Cuándo comencé a llorar de la emoción?

—¡Sheldon, lo logré! ¿Puedes creerlo? —me grita—. ¡Lo hice!

—¡Sí, estuviste increíble! —No puedo evitar seguir soltando unas cuantas lágrimas más de euforia.

El enfermero me ayuda a sujetar con más precaución el cuerpo de Leonard. Eso me desalienta un poco, pues quería disfrutar un poco más del abrazo de mi mejor amigo. Ambos ayudamos a que Leonard se siente en una silla de ruedas. No dejamos de vernos con clara alegría en nuestros ojos.

—¡Felicidades, Leonard! —loa el doctor James, quien se aparece de repente. Parece que él tampoco tiene muy desarrolladas habilidades sociales.

—¡Doctor! —nombra Leonard—, ¿vio lo que hice todo este tiempo?

—Efectivamente —informa—. Tus avances han superado las expectativas. Sigue así y estarás recuperado antes de lo que planeábamos.

—¿En verdad? —interpelo con emoción.

—Claro. Leonard, ¿sufriste dolor mientras caminabas?

—Al principio —explica—, pero luego fue bajando. Y, cuando di los últimos pasos, no sentí dolor en absoluto.

El doctor James se alzó de hombros y explicó:

—Es probable que haya sido debido al efecto de las endorfinas que liberaba tu organismo. Te sentías muy alegre, ¿no es así?

—Más que alegre.

—Perfecto. —El doctor pareció anotar eso en algún papel dentro de una carpeta que traía consigo—. En ese caso, nos vemos.

El doctor se fue. El enfermo condujo a Leonard de regreso a su habitación mientras yo le seguía. Cuando Zack salió, Leonard y yo nos miramos y gritamos con emoción, como si solo fuésemos un par de adolescentes en el concierto de algún genérico cantante de música pop.

—¡¿Puedes creerlo, Shelly?! ¡Puedo caminar!

—¡Eso fue increíble! ¡Debí haberlo grabado!

—Oh, Sheldon. No soy un bebé que dio sus primeros pasos.

—¡Pero fue lo más parecido a eso!

Los dos nos reímos por mi comentario. Al parecer, para él fue gracioso y yo solo le sigo la corriente, como buen amigo que soy.

Leonard se inclina para abrazarme. Su cabeza reposa en mi pecho. Siento deseos de demostrar afecto, así que acaricio su cabeza, pasando mis dedos por sus mechones de cabello con sutil delicadeza.

—Gracias, Sheldon —suspira.

—No me agradezcas, Leonard. Este logro es tuyo nada más.

Él parece no tomar en cuenta lo que digo y replica:

—Aún así…, gracias.

Universo alternativo ꨄ︎ Shelnard ꨄ︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora