Capítulo 25: Vindicar

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Sheldon

Uau. Desde hace tanto tiempo que no me sentía en mi «zona». Creo que jamás he estado tan concentrado en mi trabajo en la física.

Espero que nada perturbe mi paz.

—¡¡¡Sheldon!!!

Oh, demonios.

Howard y Raj irrumpen en mi trabajo, como si no tuviesen nada mejor que hacer. Cuando estoy a punto de reclamarles, ellos hablan:

—Sheldon, te necesitamos.

Eso me hace sentir halagado, pero ahora estoy en medio de algo importante.

—¿Para qué? —demando antes de cruzarme de brazos desde mi escritorio.

—Es una emergencia —dice Howard con evidente preocupación.

—Es por Leonard —menciona Rajesh—. Él te necesita.

—¿Qu-qué? ¿Algo le ocurrió a Leonard?

—Sí —habla Howard—, pero no sabemos qué es. Por favor, ven con nosotros.

Aunque me decepciona el haber salido de mi zona, salto de mi asiento y salgo de mi oficina. Doy pasos rápidos detrás de Howard y Raj. No sé con exactitud hacia dónde se dirigen, pero, mientras me lleven hasta Leonard, iré por cualquier lugar.

Ambos se detienen en frente de un baño para discapacitados. Me siento estafado.

—¿Dónde está Leonard?

—Espéralo… —me ordena Wolowitz, alzando el dedo índice de su mano derecha. Un minuto después escucho lo que suena como un sollozo provenir del baño.

—¿Ese fue Leonard? —indago nervioso, aunque ya sé la respuesta. Mis dos amigos asienten con la cabeza—. ¡Santo cielo! —susurro—. Y ¿saben por qué está llorando?

—Quisimos preguntarle, pero no nos dijo nada —se queja Koothrappali.

—Y ¿de verdad creen que me lo dirá a mí?

Howard me contesta:

—Eres su novio. He de suponer que él es honesto contigo.

Mis mejillas se calientan y no puedo evitar avergonzarme. Espero que no se note.

—Aún no somos novios oficiales, pero supongo que podría hablar con él. —Toco la puerta tres veces y le pido a Leonard que salga.

—Eso no funcionará —me informa Raj—. Leonard se negó a salir.

—¿Por qué crees que te hicimos venir hasta aquí, Sheldon? Necesitamos que entres a hablar con Leonard.

—¡¿Qué?! —vocifero—. ¡Howard, eso es absurdo! ¡Este es un baño para discapacitados! ¡Además —agrego—, está hecho para ser usado por una persona a la vez!

—Sí —afirma Wolowitz—, pero, al ser para discapacitados, hay suficiente espacio para ambos dentro.

—¡No entraré a un baño para discapacitados si no estoy discapacitado! ¡Eso es inmoral!

¿Cómo se les ocurre pedirme tal cosa? No soy una mala persona. ¡Es como pedirme que entre a un baño de chicas!

—¡¿Vas a dejar a Leonard llorando ahí solito?! ¡¿Qué clase de novio hace eso?!

Auch. Eso dolió.

Suelto un bufido de frustración y voceo:

—¡Bien!, pero vigilen que nadie me vea entrar.

Ambos suben el pulgar y, cuando recibo una señal —muy mal preparada—, entro despacio.

Me encuentro a Leonard, sentado en su silla. Su cara está entre sus manos. Esto debe de ser grave, porque no parece estar teniendo ni el más mínimo cuidado en no romper sus anteojos.

Universo alternativo ꨄ︎ Shelnard ꨄ︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora