Capítulo 9: Pastel

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Sheldon

En su momento, no pensé que esto me afectaría tanto.

Estoy recostado en mi cama, y mi almohada ya está húmeda debido a las lágrimas que se me derraman.

Odio esto. Odio sentirme triste.

¿Por qué tenía que empezar a sentir un vínculo afectivo con Leonard? ¿Qué no todas las veces que llegué a tener un vínculo afectivo con anterioridad —con alguien que no sea de mi familia, e, incluso, con algunos familiares también— terminé herido emocionalmente? ¿En qué estaba pensando? ¿Por qué pensé que esta vez sería diferente?

Volteo y veo mi iPod, pero sé que ninguna canción logrará alegrarme. Me levanto un poco y pienso en ir a verme a un espejo, mas sé que eso solo conseguirá hacerme sentir peor.

«Estúpidos sentimientos», creo pensar, aunque luego me doy cuenta de que en realidad lo estoy susurrando.

Tomo mi almohada humedecida y la abrazo. Pienso en cómo se sentiría abrazar a Leonard en este mismo instante. Me siento bien por un segundo y al siguiente me siento diez veces peor que antes.

«¿Acaso sonó el timbre?», me pregunto. Mis sospechas son confirmadas por un segundo timbrado. Al poner mis pies en el suelo escucho el tercero. Vaya que quien (o quienes) se encuentren detrás de la puerta están impacientados.

Doy pasos lentos y lánguidos. No tengo muchos ánimos de ver a quién sea. En serio. Me daría lo mismo si quien se encuentre detrás de la puerta sea Barry Kripke, Mewma o el mismísimo Stephen Hawking.

Sostengo el pomo, lo giro y halo la puerta. Al ver a quienes se encuentran frente mío me dan ganas de ejecutar las mismas acciones, pero en sentido invertido.

—¿Qué hacen aquí? —me atrevo a preguntar. Por un segundo me siento avergonzado, porque sé que ellos pueden apreciar con perfección mis escleróticas teñidas de rosa por tanto llorar.

—Lo sentimos mucho. Ten —Raj me extiende una caja. He de suponer que es algún tipo de dulce genérico de panadería—; es una ofrenda de paz.

—¿Cómo sé que no tratan de envenenarme? Después de todo, ustedes dijeron calumnias acerca de mí con Leonard.

—Sí… —dice Wolowitz—, y es de eso sobre lo que queremos hablar.

Salgo del apartamento, aun con la caja en mis manos. No les permitiré pasar al hogar que he creado con Leonard; o, al menos, no aún.

—Sabemos que lo que hicimos estuvo mal. Herimos tus sentimientos y lo sentimos mucho. —Koothrappali parece hablar de forma sincera. Yo me atrevo a mirarle a los ojos y hacer una tenue mueca de aprobación.

—Queríamos decirte —continúa Howard— que todo lo que sucedió ayer fue nuestra culpa y solo nuestra culpa. —Quiero pensar que eso es cierto—. Sheldon, quizá sea algo difícil para nosotros entender tu… estilo de vida, pero para Leonard no; y nosotros no comprendimos eso.

—Y no quisimos comprender —completa Raj, al cual ya empiezo a odiar un poco menos.

—El punto es que… lo sentimos, mucho. No debes culpar a Leonard por lo que ocurrió. Después de todo él… es tu mejor amigo. —Lo último lo dice bajando la voz y hundiendo los hombros, así que creo que eso lo entristece.

—Y, aunque hayamos comenzado con el pie izquierdo —Siempre he escuchado esa frase, pero jamás le encontré un sentido lógico metafórico—, nosotros queremos ser tus amigos en verdad —dice Raj.

Yo manipulo la caja y la abro. Veo un pastel de Cheesecake Factory dentro. Con sus colores y su esponjosidad, se ve más apetitoso que cualquier otro que haya visto antes.

—¿Qué dices? —curiosea Rajesh—. ¿Nos darás una oportunidad para hacernos tus amigos?

—Y, lo más importante, ¿perdonarás a Leonard? —interroga Howard.

Yo me quedo viéndolos indeciso. Digo, sí, tal vez no estaría mal expander mi círculo social, y más con individuos sinceramente inteligentes como los que tengo en frente mío —claro, bajando de rango a Howard por haber estudiado en el M.I.T.—, pero ¿es correcto que yo me disculpe con Leonard? No creo ser yo quien debería de dar el primer paso…

—Respondiendo a sus preguntas —refiero—, sí y… lo pensaré. —Sujeto con fuerza la caja y entro al apartamento para después cerrar la puerta.

Al estar dentro, recuerdo que cerrarles la puerta en el rostro a las personas es un gesto de mala educación, pero lo dejo pasar tomando en cuenta que ahora Howard y Raj son, oficialmente, mis amigos; así que podrían olvidarlo o podría darles igual.

Pongo la caja en el refrigerador. Pienso que un dulce así debería de compartirlo con mi mejor amigo, pero ya ni siquiera sé si Leonard y yo seguimos siendo mejores amigos.

Veo el teléfono fijo en una mesa y suspiro. Llamo al celular de Leonard sin pensarlo mucho y él contesta con inmediatez.

—¡¿Sheldon?! —se angustia desde el otro lado de la línea.

—Hola, Leonard… —cuchicheo sin saber siquiera qué estoy haciendo.

—¡Oh, cielos! ¡Sheldon! ¡Estoy tan feliz de oírte!

Sonrío por instinto. Por el tono de su voz —y por sus palabras—, sé que él está feliz de hablar conmigo. Parece ser verdad: Leonard aún me quiere.

—¡Sí! —manifiesto sin saber qué decir—. ¡Ta-también yo!

—Espera… ¿«También tú»? Pero, Sheldon, te he enviado como veinte mensajes y te llamé muchas veces, pero no contestaste.

¡Rayos! Por un momento, fue como si hubiese olvidado ese detalle.

—Sí… Perdón por eso. Yo…

—No —replica—. Olvídalo. No tienes que disculparte. Soy yo quien debería.

—Oye, si lo deseas, puedo ir al hospital en media hora y quizá podríamos hablar acerca de esto y… resolver todo este malentendido —menciono luego de reflexionar.

—Sí… ¡Sí! ¡Me parece perfecto! Te esperaré.

—De-de acuerdo. Voy para allá. —Y cuelgo el teléfono.

Algo me dice que todo resultará bien al final y que podremos comer juntos ese pastel.

Universo alternativo ꨄ︎ Shelnard ꨄ︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora