Capítulo 29: Lavandería

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Sheldon

Hay una nueva vecina en frente. Leonard y yo la saludamos hace una semana. Su nombre es Penny.

Parece ser amigable, pero algo tonta. Mientras me encuentro organizando mi ropa y la de Leonard por partes, la veo entrar en la lavandería. Ella me saluda con la mano y una sonrisa, y yo le devuelvo el gesto.

Se coloca al lado mío y organiza su ropa. Demasiadas prendas rosas con muy poca tela, pero prefiero no comentar u opinar nada al respecto.

—¿Sheldon, cierto? —consulta Penny.

Asiento con mi cabeza. No esperaba que, en verdad, ella pudiese recordar mi nombre.

Tal parece que Penny es mejor con los nombres y los rostros de lo que imaginé en un principio.

—¿Qué tal estás? —pregunta.

—Oh, muy bien. Gracias. —Yo, por mi parte, siento que olvido algo, pero dudo que sea de mucha importancia.

Veo que Penny hace un gesto como de asco, crítica, o tal vez hastío, y habla:

—Sí, yo también. Gracias por preguntar.

¿Qué? Pero si yo no le pregunté a ella si estaba bien. Esto es inusual.

Oh, ya comprendo: estaba siendo sarcástica.

Cómo detesto el sarcasmo.

—¿Lavas tu ropa y la de Leonard?

—Sí —cuento—, aunque creo que eso es obvio; somos los únicos en el apartamento que ensuciamos ropa.

—Sí… —Ella hace una pausa mientras sigue encargándose de sus propios ropajes—. Tu roomie es muy lindo.

Arqueo el entrecejo. ¿A qué se refirió con eso? Tal vez no comprendí bien su pregunta.

—¿Disculpa? —indago metiendo la ropa en la lavadora.

—Tu roomie, Leonard —expone—. Acabas de decirme que él y tú viven juntos y solos.

Ah, creo que ya lo entiendo. Vaya, debí comprenderlo en un principio. Qué tonto soy.

—Oh, Penny —menciono cuantificando la cantidad exacta de detergente que la ropa necesita—, Leonard no es mi roomie: es mi novio.

Ella parece muy impresionada. Quizá debí de prever una reacción del estilo de su parte. Después de todo, aunque Leonard me ha insistido a no temer mostrarle al mundo mi relación con él, aún hay personas que se han quedado perplejas al enterarse que Leonard y yo tenemos una relación romántica.

Es algo que debo admitir que me ofende mucho. Solo porque tanto Leonard como yo somos de género masculino no quiere decir que no podamos amarnos de una manera romántica.

Tan solo porque la mayoría de la población no se siente igual a como nos sentimos nosotros no quiere decir que lo que sintamos sea algo inmoral, erróneo o malo.

No sé por qué, pero pensé que Penny sería la excepción.

—Oh… L-lo siento —balbucea—. No quise insinuármele a tu novio.

—¿«Insinuar»? —curioseo. En verdad que Penny se comunica de forma muy poco entendible.

—Sí, por decir que es lindo —expone pretendiendo aclarar mis dudas.

¿El que Penny haya dicho que Leonard es lindo es insinuársele?

—¿Te refieres a que encuentras, o encontrabas, a Leonard lo suficientemente atractivo como para desear o intentar tener una relación, ya sea de índole romántica o sexual, con él?

Nunca está de más preguntar.

Ella hace una extraña expresión en su rostro. Si mi memoria no me falla —cosa que jamás hace—, ese es un rostro que refleja incomodidad.

Bueno, pensándolo bien, es natural que Penny se encuentre incómoda en esta situación o en una similar.

—Eh… ¿Tal vez?

Supondré que ese fue un sí, aunque no lo fue en realidad.

—Oh… Ya veo.

Creo que Penny me agrada un poco menos.

Mientras ponemos nuestras ropas a lavar, hay un más que incómodo silencio en el ambiente.

—Lo siento. Prometo no volver a decir cosas como esas —pide disculpándose.

Yo la miro a los ojos.

Me agrada Penny. Creo que es una persona… amistosa.

Decido creer que ella está siendo honesta.

—Está bien —anuncio—. No sabías que Leonard es mi novio; es normal que lo encuentres atractivo: Leonard es un hombre bastante hermoso.

—¿Qué? Disculpa, pero yo no dije que fuese «atractivo», ni «hermoso». Solo dije que es lindo. Ya sabes, como un oso de felpa o un… malvavisco.

Uau. Jamás se me habría pasado por la mente compararlo con esos dos objetos.

Rio sin poder evitarlo y creo que Penny se percata de ello, puesto que me mira con extrañeza.

—¿De qué te ríes? —averigua ella. Sonríe, pero no creo que sea por felicidad, o alegría; tal vez sea por nervios.

—No es nada —reconozco restándole importancia. Pienso por unos segundos qué más decir y añado—: Eres graciosa.

—Eh… ¿Gracias? —Es extraño que su respuesta suene como una pregunta, pero prefiero pasar eso por alto.

—Por nada.

Esto me gusta. Estoy haciendo una amiga, como Leonard me dijo que debería hacer. Tal vez, socializar no sea algo tan malo como imaginé en un principio.

—Y ¿cómo se conocieron?

—¿Te refieres a Leonard y yo? —Penny asiente—. Bueno, yo necesitaba un compañero de cohabitación, así que Leonard se ofreció. Nos hicimos amigos, él estuvo un tiempo en el hospital y después…, hace relativamente poco tiempo, nos volvimos, de forma cien por ciento oficial, una pareja romántica.

—Oh, bueno, ¡felicidades! —ovaciona—. Tienes bastante suerte de tener un novio tan lindo.

Algo me dice que Penny no tiene un novio.

—Gracias. Y, en el caso hipotético en el que tú también tengas una pareja romántica, felicidades a ti también. Por otro lado, en el caso en donde tú no tengas una pareja, te deseo la mejor suerte para el futuro.

Ella se ríe de nuevo. No veo lo gracioso en lo que digo, pero rio igual.

—Te agradezco por intentar hacerme sentir mejor. Y, en verdad, perdóname por el anterior comentario.

Ambos estamos por salir, y yo la hago sentir mejor diciendo:

—Descuida. No hacía falta pedir disculpas.

Algo me dice que Penny y yo nos haremos buenos amigos.

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