1 Discusión de padres

122 8 2
                                    

Hoy estaba previsto ser un día de alegría, celebraba mi décimo cumpleaños. Pero las cosas no eran así. Todo cambió cuando empecé a escuchar a mis padres pelear. Me escondí en un rincón de las escaleras y escuchaba cosas que a las que no les encontraba sentido. Yo estaba llorando, nunca los había visto discutir de esta forma.

– Yo no voy a seguir en esta situación más. – gritaba mi madre.

– ¿Qué piensas hacer entonces? ¿Te vas a ir de la casa? Dime, ¿qué vas a hacer? – también gritaba mi padre.

– Tú has desgraciado mi vida. Jamás debí haberme casado contigo. Si no hubiera sido porque estaba embarazada no lo hubiera hecho. – reprochaba mi madre.

– Ahora es que te arrepientes de que nos hayamos casados. ¿Por qué no lo hiciste en aquel momento cuando tenías la oportunidad? Pero no, tus padres no lo iban a permitir ¿verdad? – respondía mi padre.

– Sabrás de mí cuando te llegue el divorcio. Me marcho de la casa. No voy a aguantar más estar viviendo contigo y me llevo a mi hija. – dijo mi madre.

– Mi hija me la dejas. Yo me haré cargo de ella. – dijo mi padre.

– Ni siquiera tienes con que mantenernos. ¿Crees que podrás hacerte cargo de ella? Lo mejor sería dejarla en un orfanato. Quien sabe y alguien se conduele de ella y la adopta. Así no tendría que pasar por estas miserias. – dijo mi madre.

– Yo quiero vivir aquí con papá también. – dije saliendo del rincón donde estaba escondida y empecé a llorar. – No quiero ir a un orfanato. Por favor. – Ambos me miraron y no dijeron nada.

Ellos dejaron de discutir mi madre se fue escaleras arriba a empacar las maletas. Mi padre se dirigió a la cocina y empezó a beber hasta que quedó completamente borracho. Yo permanecí en el mismo lugar donde me había estado escondiendo. Hasta que mi madre bajo con las maletas, tenía todo listo para que nos fuéramos de la casa.

Al salir de la casa las dos íbamos llorando todo el camino. Era una noche muy oscura y fría en Virginia Beach. Con las prisas, mi madre y yo salimos sin los abrigos. 

–Mamá tengo frio. Quiero ir a casa. – le decía a mi madre. Ella no me respondía. Solo lloraba desconsoladamente y trataba de secarle las lágrimas que caían por sus mejillas.

– ¿Mamá a dónde vamos? – le pregunté cuando vi que llegamos a una iglesia.

– Hija toma. – mi madre me entregó un sobre y me dio un beso en la frente. – Lo siento, pero no puedo llevarte.  

– Mamá, yo no quiero quedarme aquí. ¿Por qué no me llevas contigo? ¿Llévame con papá? – le decía llorando al igual que ella.

– Algún día me perdonarás a mí y a tu padre por esto. Los siento. – dijo esto y se empezó a alejar. Ella se alejaba sin mirar a tras donde me había dejado.

– Mamá~, mamá, mamá… - empecé a llamarla a gritos mientras salía corriendo tras ella. Pero ella no me respondía. Estaba tan oscuro y fría la noche. – Mamá~, mamá, mamá…

Mis lágrimas caían por mis mejillas. No recordaba el camino de regreso a casa. Ni siquiera recuerdo en que parte de la ciudad estamos realmente. Tenía mis manos congeladas del frio que estaba haciendo y estaba deambulando por las calles buscando a mi madre. Me detuve en la acera ya derrotada por la situación. ¿Cómo era posible que ella me hubiera dejado así? ¿De esa forma es que ella me quiere, abandonándome en una iglesia?

Del otro lado de la acera por la que andaba creí ver a mi madre. Las esperanzas se encendieron en mi cuando la vi. Intente acercarme a ella antes de que siguiera alejándose más de mí.

 – Mamá~, espérame. Mamá~ no me dejes, mamá. – empecé a cruzar la calle sin mirar. De pronto escuché la bocina de un carro y vi unas luces blancas encima de mí. Sentí un fuerte golpe contra mi cuerpo, tumbándome en el frio pavimento. – Mamá – dije mientras empezaba a sentir mis parpados cansados y mi cuerpo muy adolorido. Ya no sentía frio como antes. Lentamente todo a mí alrededor se fue volviendo negro mientras sentía que me iba. Me iba lejos, lejos, muy lejos de donde estaba. 

Es posible amar (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora