13 Sorpresas

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Retome las clases y los trabajos de fin de semestre no se hacían esperar. Pase unos días desvelada por tantos trabajos de la Universidad y por mi turno en el trabajo. Había días que no lograba descansar bien. Ya quería que empezara el receso de Navidad. Justamente dos semanas antes recibí una llamada de mi madre.

– ¡Hola hija! ¿Cómo has estado? – pregunto Nina.

– Mamá, estoy bien. He estado estudiando y trabajando duro. Estas semanas han sido cansadas. – Mis padres no estaban muy de acuerdo en que trabajase pero que podían hacer al respecto más que aceptar ya que les había insistido tanto.

– Que bueno. ¿Vas a venir a casa? – dijo haciendo la pregunta más esperada del momento.

– Mamá… me gustaría pero ya sabes el trabajo. –  dije de excusa. – No puedo dejarlos pillados.

– Bien… – se produjo un silencio al otro lado de la línea, como si estuviera pensando que iba a decir a continuación. – Entonces Chloe, nosotros iremos a verte. Queremos ver como estas. Si estás viviendo bien.

– Mamá~ enserio no tienen por qué hacerlo.

– Crees que las fotos y  las conversaciones son suficientes. Soy tu madre y quiero verte también.

– Lo ser. – pensé lo que iba a preguntar. Para decirle. – Mark… vendrá con ustedes.

– No, él dijo que ya tenía planes. Así que solo seremos tu padre y yo.

– Bien. – sentía tristeza y desilusión pero a la vez alivio porque él no iba a venir. – Entonces hasta pronto.

– Si, cariño hasta pronto. Bueno hablamos después para avisarte con más detalles el vuelo.

Colgué el teléfono y entre a mi turno. Las mesas estaban llenas y necesitaban más ayuda. Me sentía feliz porque iba a ver a mis padres después de casi seis meses.

Los días pasaron y con ello la llegada de mis padres. Los fui a buscar al aeropuerto. Me sentía tan contenta porque ya estaban aquí e íbamos a pasar un tiempo junto.

– Papá, mamá… - les llame en cuanto los vi. Salí corriendo para su encuentro. Nos dimos un fuerte abrazo.

– Pero que diferentes estas Chloe. – dijo mi madres. – Estas más delgada, hija. ¿Te estas alimentando bien?

– Si estoy comiendo muy buen. Vamos.

Tomamos un taxi hasta el apartamento les mostré donde iban a dormir.

– Esta es la habitación donde se van a quedar.

– Este es tu cuarto, ¿dónde vas a dormir tú? – pregunto Nina.

– Yo dormiré en el otro. Este es más cómodo para ustedes.

– Nosotros nos podemos acomodar en ese otro cuarto. – dijo Daniel.

– Ustedes son mis invitados. Se quedan aquí. Que yo voy al otro cuarto. Además allí paso más tiempo que en este cuarto. Que descansen.

Me despedí de ellos y me fui al cuarto. Este lo tenía preparado como un estudio con todos los libros que uso para estudiar mi computadora en su escritorio con silla. Pegado a la pared un sofá que al abrirlo se volvía cama. Realmente había dormido un par de veces aquí y no era para nada cómodo. Además no iba a dejar a mis padres dormir aquí.

Me sentía feliz con mis padres allí. Un día le pregunte a Nina sobre Mark.

– Mark esta de noviecito de una chica. Se quiso quedar por pasarla con ella. – bien eso no era lo que esperaba pero que podía hacer. Yo misma le había dicho que se enamore de otra persona. Me sentía triste por eso, aun lo lograba olvidarlo del todo. Al menos él ya lo estaba superando.

– Que bueno. ¿Ya la conocieron? – claro tenia curiosidad sobre la susodicha en cuestión.

– Claro, si hasta tú la conoces Chloe. – ¿Qué? ¿Yo conozco a esa persona?

– ¡Ah, sí! – trataba de hacer memoria de todas las chicas pero ninguna venía a mi mente solo...

– Es Claire Monroy. Ustedes salían juntos. ¿Recuerdas? – sentí que me tiraron un balde de agua helada cuando escuche ese nombre. Él estaba empezando a salir con la sanguijuela. Por Dios Mark, para mi has bajado. Tocaste fondo. 

 El 24 de diciembre fuimos a la cena que habían organizados mis jefes en la cafetería para los empleados y familiares. Allí pasamos una noche increíble. En la mañana del 25 me habían dejado regalos debajo del árbol. Si. Aun Nina nos trataba así. Nada de regalos hasta el día de Navidad. Mis padres me dieron cada uno un regalo y yo les di los suyos.

Después de tres largas semanas mis padres regresaban a Virginia. Los deje en el aeropuerto y entre llantos y abrazos se despidió mi madre yo trate de no llorar frente a ellos. Esa tarde regrese a casa un poco tiste.

Días más tarde empezaría el nuevo semestre. Ya me había acostumbrado a este ritmo de vida. Como de costumbre, fui a la universidad me encontré con algunos conocidos y no pusimos a platicar hasta que tenía que irme a coger clases.

Cuando entre al salón creí ver a Dyland. No tiene que ser alguien parecido a él. Me senté en unas de las sillas, saque mi libreta y empecé a escribir cosas sin sentido hasta que escuche que alguien dijo mi nombre.

– Chloe. – esa voz era conocida. Alce la cabeza y no pude evitar sorpréndeme.

– Dyland. – le dije dándole un abrazo.

– Nunca pensé que nos íbamos a encontrar tan rápido. – dijo sonriendo de oreja a oreja.

– Si, pero me agrada que estés aquí.

 El profesor entro y nos sentamos. En mi interior estaba sintiendo algo, una emoción. Ahora no estaría tan sola, Dyland iba a estar cerca de mí.  

Es posible amar (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora