Después de ese fatídico día por así decir. Me encerré en mi apartamento. Bueno realmente en mí cuarto ya que Mark estaba allí también. Insistía en que habláramos pero yo no me sentía con ganas de hacerlo. El entendió y me dio mi espacio.
Dyland me llamo en varias ocasiones pero no le respondía. Igualmente me enviaba mensajes de texto que ignoraba. Solo quería estar desconectada de todo. Ni siquiera a Gina cuando vino quise verla. A esta le gusta insistir pero esta vez no lo logro.
Dos días después, me sentía más tranquila dentro de todo y decid salir de mi encierro. Ya estar en mi habitación me estaba asfixiado. No había hecho salir bien cuando empezaron a llamar a la puerta. Mark no se veía, supuse que estaba en el estudio. Iba a abrir pero me detuve ante la insistente voz del otro lado.
– ¡Chloe! – llaman en la puerta. – ¡Chloe!
Me asomo por la mirilla y era ella, esa señora. ¿Qué es lo que se cree al venir aquí como si nada?
– Por favor, Chloe… hablemos.
– Están… – Mark iba a hablar. Me lleve el dedo índice a los labios en señal de que guarde silencio. El asintió con la cabeza y permaneció junto a mí.
– Solo hablemos Chloe. – golpeo nuevamente a la puerta.
Realmente duro como uno diez minutos en eso, llamar y golpear a la puerta. Después hacerlo varias veces se marchó del apartamento. Mark y yo nos dirigimos a la sala. Yo fui la primera en romper el silencio.
– Mark, ¿quiero pedirte un favor? – le dije mientras me giraba hacia él.
– ¿Que?
– No le digas lo que paso a tus padres.
– Claro. De todos modos tienes que ser tu quien se lo digas. – decía mientras me cogía de las manos.
– Si, eso lo sé. – baje la mirada. – tengo que hacerlo yo. Pero… quiero esperar el momento adecuado para hacerlo. No quiero que se sientan traicionados.
Los días pasaban y yo seguía mi vida con normalidad. Iba a la universidad y de allí a mi trabajo. En la universidad me era inevitable encontrarme con Dyland y cuando lo veía venir me iba por otro lado o simplemente me daba la vuelta. Estuve así durante lo que quedaba de semestre. Fueron momentos difíciles.
Ella seguía viniendo a mi puerta. Yo continuaba ignorándola. Esa señora intentaba darme explicaciones yo me hacía de oídos sordos. Aun no me sentía preparada para escuchar las cosas que ella tenía que decirme. Para escuchar sus escusas de porque haberme dejado.
Mark se había ido hace unas semanas. No podía estar tanto tiempo fuera de su trabajo. El solo estaba por las vacaciones que había tomado y se quedó más tiempo del que podía. El apartamento si él se sentía tan solitario.
Cuando termine el semestre aliste todas mis cosas para emprender vuelo a casa. Era momento de que regresara. Ya he pasado suficiente tiempo fuera. Ahora iba a enfrentar a mi familia. Tenía que sacar coraje para decirles lo que tenía que decirles. Eso era algo que a mí pensar no se irán a tomar tan bien que digamos.
Salí del apartamento junto con Gina, ella iba a llevarme al aeropuerto. Fue una despedida triste porque durante todo ese tiempo habíamos estrechados nuestros lazos en una gran amistad. Una vez en el aeropuerto registre mi equipaje y pase los documentos para pasar a la sala de espera. Después de horas aborde el avión que me llevaría a casa.
El viaje fue largo y cansado. Por el estrés del viaje no había dormido muy bien y me sentía cansada. Busque mi maleta de la rueda, mostré los papeles y me dirigí a la salida. Al salir tome un taxi para ir a casa.
Esto no había cambiado gran cosa. Seguía viéndose igual que años atrás cuando me fui. Éramos nosotros quienes habíamos cambiado.
Llame a la puerta. Iba a tocar nueva mente pero escuche pasos al otro lado. Quien abrió fue Mark.
– ¡Hola! – dije al verlo.
– ¡Hola! – me respondió muy emocionado. – Ya era hora de que regresaras a casa.
– Si, por ahora no tengo pensando volver a viajar.
Nos dirigimos al taxi para recoger mis cosas y pagarle al conductor. Yo le había pedido a Mark que mi regreso sea una sorpresa para nuestros padres.
Me sentía emociona al pensar que los volvería a ver nuevamente. La última vez que los vi fue hace dos años. Ya después eras fotos, teléfono e internet. Ahora los tendría ahí para mí como antes.
Mark me llevaba al jardín donde se encontraban ellos. Me sentía tan feliz. Que empecé a llorar. Mark que estaba a mi lado me dio un pequeño abrazo.
– ¡Papá, mamá! – les llame con una enorme sonrisa y mis brazos abiertos invitándolos a un enorme abrazo. – ¡Sorpresa!
Ellos no aguantaron la emoción y casi corrieron hacia dónde me encontraba. Me dieron unos abrazos fuertes. De esos que te dan cuando has extrañado a alguien a quien quieres mucho.
– ¿Hija?
– Chloe, preciosa estás aquí. – decía Nina al separase de mis brazos.
– Hija cuanto te extrañamos. – decía Daniel.
– Lo siento. – le dije y los abrace nuevamente.
Extrañaba tanto estar en casa con mis padres. Ellos me habían hecho tanta falta. ¿Que pasara cuando les diga? No quiero ni siquiera pensar en ello. Pero por dentro sentía la culpa de saber toda la verdad y ocultársela. Aunque algún día este momento llegaría. Solo quiero disfrutar de su felicidad en estos momentos.
La cena transcurrió normal como siempre hubiera estado allí. Hablamos de cómo me había ido, los estudios. Hasta Mark salió a relucir en las pequeñas conversaciones que mantuvimos.
Ya era algo tarde cuando Mark y yo nos fuimos escaleras arriba a nuestras habitaciones. Mis padres ya se habían ido a descansar.
– Buenas noches, que descanses. – le dije mientras abría mi puerta.
– Gracias igual. Que sueñes con los angelitos.
– Muy chistoso no crees. – ambos reímos.
– Entonces… sueña conmigo. – dijo y entró a su habitación.
– Eso siempre. – dije y entre a mi cuarto.
Mi habitación, estaba intacta, tal como la deje años atrás. Me sentía rara pero contenta. Empecé a explorarlo como si fuera la primera vez que estuviera aquí. Tome una ducha fría y me recosté en mi cama hasta quedarme profundamente dormida.
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Es posible amar (editando)
RomanceChloe, una niña abandonada en una iglesia por las circunstancias de su familia. Tras ir en la búsqueda de su madre, Chloe sufre un accidente que le cambia la vida, despertando en un hospital sin memoria de que fue lo que le pasó. Lo único que cree r...