30 ¡Hola!

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Entramos al cuarto y nos acostamos en la cama. Estaba en sus brazos nuevamente, apoyando la cabeza en su pecho mientras él acariciaba mi vientre. Nos quedamos así un rato, hasta que el rompió el silencio que manteníamos.

– Descansa.

– Mark, lo siento.

– Yo también lo siento. Te deje ir y no te pude encontrar aun en mis narices.

– Si… pero ya… estamos… aquí.

– Si… ya estás aquí. – Puso su mano en mi panza – Con mi hijo, nuestro hijo. Esta vez no voy a dejar que te escapes Chloe.

– Claro, esta vez no podré llegar lejos. – dije mientras ponía mi mano sobre la suya en mi vientre.

Poco a poco me fui quedando dormida. Creo escuchar algunas otras cosas que Mark seguía diciendo pero no estaba del todo segura. En mi mente se escuchó un susurro – ¿Cásate conmigo? –.

 Me desperté en medio de la noche vi la hora y apenas eran las dos de la mañana. Parecía que había dormido ocho horas completas. Mark estaba descansando al lado. Con cuidado de no despertarlo me senté en la cama, necesitaba llegar al baño. Me pare de la cama di unos pasos cuando sentí que me había hecho pis encima. 

– ¡Rayos! – grite por lo bajo.

– ¿Qué pasa? – pregunto Mark que se había despertado.

– Me hice pis encima. ¡Qué vergüenza! 

– Tranquila lo podemos solucionar. – dijo tratando de alentarme.

Continúe mi camino hacia el baño cuando sentí un tirón en mi vientre, no pude evitar gritar por el dolor. Mark en un segundo estaba junto a mí. Nuevamente sentí ese dolor.

– ¡Oh, creo que ya! – dije aguantando algo del dolor.

– ¡Ya! – Mark no había entendido hasta que dijo. – Ya… ya es que va a nacer.

Si no fuera por las contracciones estuviera riéndome de su cara en estos momentos. Se le fue el color de la cara y la que se sentía peor era yo. Le indique donde estaba el bulto preparado y lo tomo bajándolo primero. Cuando volvió me ayudo a bajar las escaleras y subirme en el carro. Los dolores eran espantosos y cada vez que profería un grito él se ponía más nervioso de lo que ya estaba. Solo espero que lleguemos al hospital.

Ambos nos alegramos al ver la entrada del hospital. Mark se estaciono en medio de la entraba y me estaba ayudando a bajar del auto cuando una enfermera se acercó a ayudarnos. Luego lo perdí de vista, mientras seguía escoltada por la enfermera dentro del hospital.

 Ya estaba en la sala de parto, las contracciones eran más seguidas y la enfermera trababa que tranquilizara la respiración. Mark sostuvo mi mano en todo momento.

– ¡Te odio! – le dije a Mark mientras le exprimía la mano.

– Si, yo también te amo, preciosa. – respondía él.

– Bien… ahora puje. – dijo el doctor.

Oh si, fácil ¿No? Eso se repitió por varios minutos. Me sentía desfallecer allí. Intente una vez más hasta que escuchamos el llanto de un bebé, de mi bebé. Estaba tan cansada. El doctor dejo a Mark cortarle el cordón umbilical y cuando estaba algo limpio me lo pusieron en brazos. Era tan pequeño y frágil que me daba miedo hacerle daño. Mark me beso. 

– Es precioso. – dijo. – Gracias por hacerme padre. ¡Te amo!

– ¡Hola! Pequeñín. – le salude acariciando su naricita. 

 Horas después, estaba en una habitación.

– Mark, avisaste a tus padres.

– No… Además porque tenía que hacerlo.

– Ellos son sus abuelos también. Pásame el celular.

– ¿Qué vas a hacer?

– ¿Qué crees que hare? – le desafié.

El tomo el teléfono y marco.

– Papá, siento despertarte a esta hora. … Sí, no pasa nada. … Es que estamos en el hospital. … No, yo estoy bien. … Me dejas hablar por favor. … Ya nació el bebé.

Hablo un poco más y colgó.

– ¿Ya estas feliz?

– Si. Ahora préstame, tengo que avisarle a los demás.

Me pasó el teléfono e hice lo propio. Llame primero a Caroline, quien se asustó y se lamentaba no haber estado acompañándome pero que ya iba a regresar. Luego me comunique con Dyland, la misma historia.

 Cuando Nina y Daniel llegaron al cuarto del hospital yo tenía en brazos a mi pequeño.

– ¡Que preciosura! – dijo Nina. - ¡Felicidades a los dos!

– Gracias – dijimos Mark y yo al unísono. Lo que causo que nos riéramos por la sincronización.

Nina y Daniel se pelearon con Mark por cargar al bebé ya que este no quería soltarlo. Horas más tarde, Caroline se presentó al hospital. Saludo a los señores Willson, a quienes les agradeció el haber cuidado de mi tiempo atrás. Cogió a su nieto en brazos y se le escaparon varias lágrimas. 

– Ya te decidiste por el nombre Chloe. – pregunto Caroline.

– Sí, tengo uno pero… - me dirigí a Mark – no sé si te guste.

– ¿En cuál pensaste?

– Wesley…

– ¿Cómo tu padre? Me parece bien.

 Dos días después ya podía salir del hospital. Mark me había dicho que me fuera con él a su apartamento. Caroline no le gustó la idea de estar lejos de su nieto y Nina también ofreció que nos fuéramos a su casa. Mark insistió tanto que Caroline no tuvo más remedio que aceptarlo. Yo por mi parte estaba feliz, al fin íbamos a estar juntos. Ya éramos una familia. 

Es posible amar (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora