32 Epílogo

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Había transcurrido tres años desde que Mark y yo nos casamos. Seis meses después de la boda, las cosas cambiaron para nosotros. Ya no seriamos tres, sino cuatro. ¡Estaba embarazada nuevamente! Ambos estábamos tan contentos con la noticia y eso sin mencionar la alegría que tenían los abuelos nuevamente. Ellos que de por si consentía tanto al pequeño Wesley. No imagino con él o la que viene en camino. Desde el momento que supieron de mi estado empezaron a pelearse entre ellos por el nombre del bebé. Además de cada vez que nos visitaban llevaban un regalo para el nuevo integrante de la familia.

Nosotros estábamos contentos porque Wesley pronto iba a tener a alguien con quien compartir. Los meses del embarazo pasaron algo rápido, todos los meses íbamos al chequeo prenatal. Después del primer trimestre el feto no se dejaba ver bien, estuvimos en la duda por dos meses si era niño o niña. Ya al final optamos por la sorpresa. Sea lo que sea lo amaríamos por igual. Cuando llego el momento más esperado, estábamos en medio de una cena de trabajo de Mark con unos inversionistas. Horas después y para sorpresa de todos tenía una niña en mis brazos, tenía a Daniela.

Un tiempo después Daniel, se retiró de la empresa. Decidió que ya era tiempo para el tomarse unas vacaciones indefinidas y de que Mark se quedara frente a la empresa. Tenía mucho trabajo y una gran responsabilidad en sus manos en el momento en que Daniel lo dejo a cargo. Claro está que Daniel desde sus “vacaciones” estaba algo pendiente del negocio. A pesar no lo puede dejar del todo.

Nina y Daniel, cada vez que podían, cada cuatro meses, se iban de vacaciones a lugares exóticos. Trayendo regalos para sus nietos consentidos. Podría decir que Nina pasaba más tiempo en nuestra casa que en la suya. Siempre estaba allí ayudándome con los niños. Una vez llego a decirme que de esa manera no se siente tan culpable de habernos separado hacía tiempo. Nosotros decidimos mudarnos a una más grande para vivir todos juntos.

Caroline venia de visita todos los fines de semana a ver a sus nietos. Al fin de cuentas ella también era su abuela y mis hijos no tenían porque no verla. Mi relación con ella no estaba sana del todo, pero trabamos que fuera llevadera por el bien de todos.

Supe por Dave, quien acompañó a mi madre en una de las tantas visitas, que Dyland había encontrado a su alma gemela. Cuando me entere me sentí feliz por él. Al final ya tenía alguien que lo cuidara como se merece. Dyland siempre fue para mí como un hermano en quien podía confiar. 

Yo, por otro lado, seguía en lo mío. Poco a poco fui terminando de escribir. Lo que llame mi desahogo. Me sentí realizada cuando logre poner las tres letras más emocionantes y tristes a mí novela: FIN.

Bueno la cosa no termina allí. Mark, sin consultarme envió la novela a varias editoriales hasta que de una de ellas me llamaron porque le interesaba publicarla. Me lleve tremenda sorpresa cuando escuche eso. Sabrán que, ya estaba hecho, tenía que darle una oportunidad y así lo hice. Deje que publicaran la historia que se convirtió en un “best seller” en poco tiempo. A causa de eso me volví una escritora “famosa”.

Mark y yo, éramos, bueno somos súper felices. ¿Podíamos desear algo más de lo que ya tenemos? No lo creo. Teníamos unos hijos espectaculares y unos padres que se desvivían por nosotros. Como nosotros hacíamos por nuestros hijos. Después de todo lo que pasamos y vivimos estamos juntos que es lo más importante. Tenemos una preciosa familia la cual amamos cada día más que ayer.

 A nuestros padres les agradecemos por cómo somos, sin sus errores quizás, no nos hubiéramos conocidos y otra hubiera sido la historia, nuestra historia. 

Es posible amar (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora