9 La decisión final

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– Chloe estás estudiando mucho, toma un descanso. – dijo Nina asomándose a la puerta de mi habitación.

– Mamá no puedo descansar. ¡Pronto son los exámenes! Y necesito estudiar mucho si no quiero reprobar el año. – dije sin sacar mi cabeza de los libros.

– Bien tú ganas. – dijo mientas se iba.

Entretuve mi mente estudiando durante todo un mes. Hasta que llegaron los exámenes. Ese era un tema muy importante en la vida de todo estudiante. De ello dependía a que Universidad podías ingresar. Mientas se acercaba el día, más ansiosa estaba. 

– Hermanita tómalo con calma. No es importante medir tu conocimiento dejándolo en un papel que haciendo uso de ello. – me dijo Mark.

– Para ti es fácil decirme eso. Hace dos años que tomaste el mismo examen y lo lograste.

– ¿Qué tienes una competencia? Bien, mira a ver si puedes superarme.  

Mark es una persona extraña. Tiene momentos en los que me habla y otros en los que no. La atracción que hay entre nosotros aún permanece ahí. Pero los dos somos tan cobardes como para demostrarnos lo que realmente sentimos. También están nuestros padres. No es algo fácil.

 La mañana del examen, Mark me llevo a la escuela como de costumbre. Si, está haciendo esto dese hace unos meses. Yo quedé sorprendida cuando él me dijo –Chloe súbete para llevarte a la escuela –. Fue tanto que hasta le pregunte si no era alguna broma que me quería jugar. Pero con el paso de los días vi era algo serio. Ese tiempo para mí era preciado. Lo tenía a mi lado, sin pensar en el que dirán.

Mark me dejo frente a la escuela, no sin antes darme ánimos.

– Chloe ¡ve por ello! – me dijo con una espectacular sonrisa mientras ponía el carro en marcha.

– Tierra llamando a Chloe. – Kat movía su mano frente a mi cara. – Creo que te estas babeando amiga.

– ¡Katherine!

– Vamos, se nos hace tarde. – ambas nos fuimos rumbo al salón.

En el salón tomamos asiento y esperamos a que empezara el examen. Veinte minutos más tarde, entro el profesor.

– Buenos días jóvenes. – dijo el profesor. – Ya están listos. – mientras empezaba a repartir el examen.

Ya tenía en mis manos el tan aclamado examen. Con tan solo verlo me sentía mareada. Eran cinco páginas en papel largo impreso por ambos lados. Aquí durare una eternidad contestando este testamento. El profesor a cargo dio las instrucciones – lo básico: mirar solo tu papel, no hacer ruidos innecesarios, bla, bla, bla –.

Cuando podíamos empezar a llenar el examen que leí la primera pregunta mi mente se quedó en blanco. En un momento como este es que se le ocurre a mi cabeza hacer esto. Me empezaba a sentir frustrada. Tenía ganas de llorar y salir corriendo del salón. Pero Mark me salvo, me acorde de la conversación que mantuvimos días antes del examen: – “No es importante medir tu conocimiento dejándolo en un papel que haciendo uso de ello” “Mira a ver si puedes superarme”. Con esos pensamientos en mente tome confianza y empecé a rellenar el examen.

Horas después de finalizar el examen me sentía tan agotada, que me dolía la cabeza. Mark vino por mí. Él iba todo el camino emocionado. Claro, no fue el quien dejo parte de su cerebro en esas diez páginas.

– Y, ¿cómo te fue? – dijo con excitación en su voz.

– ¡Basta! solo quiero descansar. 

– Está bien, descansa.

 Después de haber esperado semanas por los resultados los tenía en mis manos. Tenía algo de miedo abrirlos y quería compartir este momento con Mark. Pero esa tarde él no fue a buscarme a la escuela, sino el chofer Peterson.

– Antes de llegar a casa quiero ir a otro lugar. – le dije al chofer.

– ¿A qué lugar la llevo señorita?

– A la iglesia. La iglesia de aquella vez.

Minutos después el chofer estaciono el coche cerca de la iglesia y yo me baje. Entre a la iglesia y fui a tener otra rara conversación con Dios. 

– Bueno, aquí estoy otra vez. Finalmente puedo hacer lo que deseo. No quiero ver sufrir a mis padres. Ya es momento de que me vaya lejos. Lejos antes de hacer una tontería.

Iba saliendo de la iglesia cuando vi a la señora con la que me choque tiempo atrás. Empecé a sentir esa opresión nuevamente. Ella iba acompañada de alguien más, Dyland.  

– ¡Hola! – dijo Dyland acercándose a mí.

– ¡Hola! ¿Cuánto tiempo verdad?

– Bastante. La primera vez que nos vimos fue aquí misma. Pero nos volvemos a encontrar en el mismo sitio. - wau había pasado tanto tiempo desde que nos habíamos conocidos y volvimos a coincidir justamente en la iglesia.

– ¡Oh sí! Gracias por lo de ese día. – dije recordando lo que estuvo a punto de pasar.

– Vamos Dyland, tenemos que irnos. – empezó a llamarle la señora.

– Bueno, ya escuchaste. Tengo que irme. Hasta pronto.

– Me encanto verte, Dyland.

 -¡Felicidades! – gritaron al unísono mis padres mientras entraba a la casa. Claro era de esperar que íbamos a festejar los resultados del examen.

– Gracias por la sorpresa.

– ¿Y? – dijo mi padre. - ¿tienes los resultados?  

– Déjala, no la molestes más con los resultados. – me defendió mi madre.

– Mamá, papá… – les mostré el sobre aun cerrado. Daniel cogió el sobre de mis manos. Lo empezó a abrir y leyó la carta que había dentro.

– ¡Oh, felicidades! – dijo mi padre dándome un abrazo.

– ¡Te dije que iba a salir muy bien! – dijo mi madre.

– Me has superado Chloe. Llegaste al primer lugar. ¡Así se hace! – me dijo Mark guiñándome un ojo.

– Hay algo más que quiero decirles. – comente. La atmosfera en la sala cambio de repente. Los señores Willson se asustaron. – No tienen de que preocuparse. Yo no los pienso dejar.

– Sabía que este día llegaría pronto. – exclamo mi padre. – No te detendremos Chloe. Tú ya eres mayor. Además tu estancia en esta casa…

– Papá ¿de qué hablas? – dije preocupada. – ¿A caso sabes lo que estoy pensando?

– Los encontraste, fue eso. – dijo Daniel con temor en su voz. Nina estaba sorprendida.

– ¿Encontrar a quién? ¡NO~! – estaba haciendo pasar por un mal momento a mi padre. El creía que encontré a mis padres. – Papá, escúchame. Lo que quiero decirles es… que… que aplique para la Universidad.

– Claro querida, tienes que ir ahora a la universidad.

– Si, pero esa universidad es… esta en California. – sentí un peso menos cuando pude decir la última parte.

Las expresiones en sus rostros empezaron a cambiar alivio, sorpresa, confusión….

Es posible amar (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora