22 La iglesia

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– ¡Buenos días! – digo mientras Nina se acerca a la mesa del jardín donde estaba.

– Chloe quiero preguntarte algo. – se notaba seriedad en su voz cuando me hablo.

– Soy toda oídos mamá.

– ¿Qué hacía Mark tan tarde en la noche en tu habitación los otros días? – bien esto no era lo que esperaba que me fuera a decir. Demonios que se supone que le responda. “Solo fue a decirme en varias ocasiones que me ama. ¿No es lindo?” joder. ¿Qué se supone que le diga?

– Fue a… - estoy nerviosa no puedo delatarme – a llevarme el – miro a la mesa ¡sí! – Me llevo el celular. Se me había caído en la piscina por culpa de él y él se hizo responsable de llevarlo a arreglar.

– Claro, eso paso. – dijo no muy convencida de mi mentira. Chloe creo que le has ganado a Pinocho con todas las mentiras que has dicho.

Después de eso me sentía tan nerviosa cada vez que estaba a solas con Mark en un mismo sito. Él era un maldito, no tenía otra palabra que decirle. Nos hizo jugar con fuego. Se aprovechaba de casa oportunidad para robarme un beso o coquetear. En ocasiones pensé que estaba tratando de ver hasta dónde podía soportar las travesuras que él hacía. Pero se sentía tan bien. En esos momentos era que sentía la adrenalina a mil recorrer por mi cuerpo. Aunque al final todo tiene un precio. Me estaba cansando de lo mismo cada vez. Yo quería algo más que tener que ocultarme. A fin de cuentas no éramos nada.

 – Mark ya basta de hacer esas cosas.

– Chloe ¿Cuántas vez tengo que decírtelo? – el espero por la respuesta que no le di. – Sabes que te amo, ¿verdad?

– Lo nuestro no puede ser entiéndelo.

– ¿Por qué? ¿Por qué tú lo dices?

– Porque…. – no sabía que decir. Buscaba las palabras pero nada salía. – No, no se puede.

– ¿A que le tienes miedo? Es por lo que ellos piensen. ¿Yo no te importo? – se veía afligido.

– No es miedo. – le mire directo a los ojos – Si, realmente tengo miedo. Yo no quiero traicionar a las personas que me criaron como una hija. Menos porque estúpidamente nos enamoramos. Hubiera sido más fácil si fuera otra persona. Pero… - puso sus manos a cada lado de mi cara. No me dejaba pensar con claridad. – Eres tú. Mi casi hermano.

– Y si hago esto…. – Dijo mientras se acercaba a mí. Nuestras caras estaban a centímetros de que nuestros labios se rocen. Muy en el fondo deseaba ese beso pero tenía que ser fuerte. Lo sentí mucho por Mark y le di una patada en la entre pierna.

– No, lo vuelvas a hacer. – dije tratando de ser fuerte.

– ¡Ahhhgggg! – Escuche su grito de dolor tenía ganas de consolarle pero me hice la desentendida. Se cayó al piso doblado del dolor. – ¡Ahora serás la responsable de que no tenga descendencia! – me dijo algo burlón. – Tendrás que hacerte cargo de eso.

– Ya lo veremos. – le dije y lo deje ahí tirado.

Cada día que pasaba me sentía en estrés, no sabía con qué locura iba a salir Mark en cada momento. Había veces que me ignoraba mientras que otra traía a sus amiguitas a la casa y otras que me fastidiaba. Ya estaba cansada de la situación sentía miedo si nuestros padres nos encontraban en uno de estos momento que provocaba Mark.

Una tarde, como de costumbre fui a la iglesia que siempre. La iglesia donde fui abandonada a mi suerte. Me detuve en la puerta unos segundos y decidí a entrar. Me dirigí a uno de los bancos. La iglesia estaba casi vacía, solo el sacerdote hablando con una señora más al frente y yo. Escogí sentarme cuatro bancos más atrás de donde estaban ellos. Cosa que no evitaba que escuchara su conversación. Ahora Dios me castiga por escuchar cosas que no me incumben. Pero su plática me parecía interesante de alguna forma. Se sentía como mi historia.

– Padre, hace años cometí un grave error al dejar a mi niña y ahora que la encuentro no quiere saber nada de mí. – escuche a la señora hablando y absorbiéndose las lágrimas mientras.

– Hija tienes que darle tiempo. Dijiste la dejaste y la encontraste ahora. Para ella no ha de ser fácil volverte a ver.

Entonces ahí hago el clic, esa señora es mi madre bilógica. No pude evitar sentir rabia, coraje por ella. ¿Cómo era posible que después de tanto tiempo ella quiera que la trate como si nada? Que es lo que espera, que vaya corriendo a sus brazos y le diga “mama te perdono por haberme abandonad hace años” ¡No! Eso no puedo hacerlo. Mi corazón esta muy dolido por su causa.

– Lo se padre. Ella… – pauso antes de continuar – Creo que  me odia por lo que le hice. – dijo en llantos.

– A su momento ella te buscara. – la consolaba el sacerdote.

– Ya han pasado meses y no he tenido ningún acercamiento con ella. Sabe cuántas veces la tuve cerca y no me di cuenta. No reconocía a mi propia hija. Si tan solo tuviera una oportunidad de explicarle… - la señora no termino de hablar estaba en llantos.

– Hija ten fe en el poder de Dios.

Mientras escuchaba no me aguante las ganas de llorar. El destino es así, y me puso aquí por algo. Para que la escuchara de esta forma. Ella esperaba por que le diera una oportunidad de hablar pero no me sentía preparada para ello.

 Permanecí un rato más en la iglesia. Ya ni me acordaba porque había ido allí. Salí y me fui al carro. Encendí el motor y puse el carro en marcha. No tenía rumbo fijo, solo quería llegar a cualquier lugar donde me sintiera en paz. 

Es posible amar (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora