7 Encuentros

69 6 0
                                    

Yo solo pensaba en encontrar una solución a la manera en que Mark y yo nos tratábamos. Todos los días ideaba algo pero no sería fácil tomar cualquier decisión. Porque quiera o no, esto involucra a más personas, nuestros padres. A ellos no les quiero hacer daño o que piensen que soy una malagradecida; cuidan de mí y luego los abandono. Ellos han sido muy buenos conmigo desde el día que decidieron hacerse cargo de una persona extraña, a quien llaman hija y quieren como tal.

Una tarde preferí ir a casa caminando, el chofer no había desistido de mi idea y estaba siguiéndome. Yo aproveche ese tiempo para pensar y poner en orden mis sentimientos.  Aunque yo no quisiera admitirlo también sentía algo por Mark. Pero me limitaba a confundirlo con amor fraternal, así me sentía mejor conmigo misma.

Camino a casa, pase frente a una iglesia. Cuando la vi tenía la sensación de que había estado en este lugar antes. Pero nosotros nunca hemos ido a esta iglesia. Decidí entrar, había pocas personas en el interior. Me acerque a unos de los bancos y empecé  a rezar. Cosa que solo hago cuando asistimos a la iglesia los domingos.    

Hola Dios. ¿Cómo has estado? – me reí, nunca antes había tenido una conversación con Dios. Además mis preguntas son algo estúpidas.

¿No te molesta que vaya directo al grano? – dije esperado respuesta alguna. - Bien, debí suponerlo. – dije un tanto “alegre”.

He tomado una decisión que va a cambiar a mi familia. Espero esto sea la elección correcta. –dije algo preocupada.

Yah~ no te sigo molestando con mis cosas. Seguro tienes que escuchar a personas con problemas más importantes que los míos. Ah~ ¡Linda tarde!

Tome mi camino para salir de la iglesia cuando me choqué con una señora que iba entrando a la iglesia.

– Niña, ten más cuidado. – me dijo la señora mal encarada y con ganas de gritarme.

– Lo siento, señora. – dije y me agache para recoger su bolso que había caído al piso.

En el intervalo de tiempo en que le entregaba el bolso que nuestras, manos se rozaron sentí un leve cosquilleo. Todo fue peor cuando alce la cabeza y nuestras miradas chocaron. En ese momento empecé a sentir una opresión en el pecho que nunca había sentido antes.

– ¿Tu…? – empezó a decir la señora  y me empezó a mirar algo rara. Puedo decir que ella cambio de color pare– Ah esto – dije  mostrando algo de indiferencia. – Me caí y… y me hice esto. – respondi una mentira. Mentirosa. A estas alturas tienes la nariz más grande que Pinocho Chloe.

Pero no podía o mejor no quería decirles lo que realmente sucedió. Casi soy atropellada pero no pasó nada porque Dyland me salvo. – Me resbalé y me caí. – volví a decir mostrándome más segura que hasta yo me lo estaba creyendo que fue así que sucedió. Mark me veía con una expresión examinadora. ¿Será que él no se traga el cuento de que me caí? No voy a darle mente a eso. Ya siento que tengo muchos problemas sobre mí.

– Princesa, ten más cuidado. No me gusta que te hagas daño. – me decía Daniel.

– Claro papá.

cía, que había visto a un fantasma o algo así.

– Señora, ¿está bien? – pregunte algo asustada ante su actitud.

– ¿Tu… como es que…? – la señora empezaba a decir incoherencias. El sacerdote se acercó a donde estábamos nosotras y yo aproveche para escabullirme de allí. 

Ya afuera retome mi camino sin darle importancia al suceso de la iglesia con esa rara señora que me inquietó un poco. Pero aun sentía esa opresión en mi pecho de cuando la vi a los ojos. Tenía esa sensación de que la conocía pero no sabía de dónde. Sentía que me ahogaba, me faltaba el aire y mi corazón estaba acelerado.

Al otro lado estaba el chofer, no me sentía en condiciones de seguir andando y me decidí a cruzar la calle. Escuchaba los bocinazos insistentes de algún auto que estaba cerca. Cuando decidí atravesar la calle no me había fijado que venía un carro. En ese momento me quede petrificada en la escena. Estar en esta situación me dejaba una sensación perturbadora. Como si hubiera estado de esta forma antes. Sentía que era un deja vu.

Muy a lo lejos, escuche que alguien grito – ¡cuidado! – luego sentí que me dieron un jalón por el brazo para sacarme del medio de la calle. Luego ambos caímos al pavimento.  

– ¿Estás bien? – pregunto el chico que estaba sobre mí. Él se levantó de encima mío para luego ayudarme.

Durante un momento no podía decir palabras. Sentía una conmoción y tenía una revolución de imágenes en mi cabeza. Aparte de la sensación de haber vivido algo así.

– Gra… gracias. – le dije al chico un poco aturdida.  

– Señorita ¿se encuentra bien? – dijo el chofer Peterson cuando se acercó a donde me encontraba.

– Si~ no pasó nada gracias a… a él. – dije señalando al chico que me había salvado.

–Me llamo Dyland Morrison, mucho gusto. 

– El gusto es mío. Soy Chloe Willson. – dije tendiéndole la mano. – Encantada de conocerte. Aunque las circunstancias no hayan sido las mejores. – ambos reímos ante mi comentario.

- Joven, es mejor que regresemos a la casa. – dijo el chofer Peterson. Luego dirigiéndose a Dyland le agradeció por haberme salvado del accidente. 

– Dyland, ya tengo que irme. Gracias nuevamente. 

Todo el camino de regreso a casa iba pensando en lo que sucedió: esa iglesia, la señora y el casi choque. Esas situaciones cuando venían a mi mente me hacían sentir una opresión en el pecho. Lo que realmente me importaba ahora era que mis padres no se enteren de lo que acababa de ocurrir.  Antes de bajarme del coche convencí al chofer para que no dijera nada de lo ocurrido a mis padres ni a Mark. No quería que mis ellos se preocupen por esto.

Cuando entre a la casa para mi gran suerte Mark estaba bajando las escaleras.

– ¿Por qué esa cara? – dijo mientras se acercaba a mí.

– Es la misma cara de siempre. – le respondí tratando de salir del paso.

– ¿Qué pasa Chloe? – dijo agarrándome del brazo.

–Ahgg~ – grite cuando sentí que me toco el brazo. Ahora sentía el dolor proveniente de mi brazo izquierdo.

– Chloe – decía mientras inspeccionaba mi braza. – Ven, deja que te cure esos raspados.

Mientras Mark me curaba, mi mente estaba divagando. Sentía el roce de su mano en mi brazo.

– Auuu~ eso duele. – le grité, dejando caer una lagrima.

– Lo siento. – se disculpó.

– ¡Oh por Dios! ¿Chloe que te paso en el brazo? – ahora no me salvaría de las explicaciones. Habían llegado mis padres.

– Ah esto – dije  mostrando algo de indiferencia. – Me caí y… y me hice esto. – mentira. Mentirosa. A estas alturas tienes la nariz más grande que Pinocho Chloe. 

– Princesa, ten más cuidado. No me gusta que te hagas daño. – me decía Daniel.

– Claro papá.

 Cuando Mark termino de curar mis heridas me fui a mi habitación. Necesitaba relajarme. Hoy había sido un día raro y con muchas sensaciones. 

Es posible amar (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora