🌻🌸Cortos EcPa [CountryHumans]🌸🌻

⚡10⚡

—¿Me das una sonricita? —Preguntó Ecuador mirando al panameño, éste le daba la espalda sin contestar. —Vamos mi hermoso ser de luz... Solo una sonricita, no te pido más por el resto del año. —Prometió sonriente, sin embargo, siguió sin respuesta. —Solo unita, por favor cariño. Escucha, si tu me sonríes un segundo te juro que yo lo haré por el resto de nuestras vidas. —Escuchó un suspiro pesado por parte de su esposo.

—No... —Susurró con voz quebrada y a dolorida. —Tú no querrás verme así... —Mencionó abrazando sus piernas con dolor.

—Créeme que lo único que quiero ver ahora es esa hermosa cara que alegra mis días, esos ojitos bicolor que me vuelven loquito por ti... Y esa sonrisa que me da fuerzas para seguir en pie... —Sinceró. —Una sonricita, una pequeña. —Volvió a pedir en lo que se acomodaba en la camilla.
Panamá giró un poco la cabeza para poder mirarlo a través de aquel cristal que los tenía separados. —¡Mira na más! Que guapo estas hoy mi amor. —Coqueteó a penas lo vio.

Panamá soltó una risa amarga y falsa. —Me veo horrible... —Dijo con dolor, su rostro estaba agrietado y los colores de su bandera estaban pálidos y casi sin color, sin mencionar que uno de sus ojos se encontraba completamente de color negro.

—Mientes con todos tus dientes. —Le sacó la lengua. —¡Con solo verte me dan ganas de comerte a besos! —Confesó sonrojándolo un poco.

Volvió a suspirar. —Cuando esto acabe... ¿Me podrías dar un beso? —Preguntó.

—Sí me pides que te de uno ahora, me quito estos tontos cables y me voy directo donde ti. —Avisó sonriente, éste estaba acostado en una camilla con jeringas sacando un liquido negro de su cuerpo.

—No hagas eso, me enojo. —Dijo preocupado, pues sabía que Ecuador a pesar de estar tan débil en aquella camilla, era capás de todo si se lo pedía.

—Ash, yo sí quería. —Se quejó en un puchero. El silencio volvió a tornándolos a ambos. ¿Cuánto tiempo han estado separados? ¿Desde cuándo comenzó esto? ¿Algún día terminará? —¿Me das otra sonricita? —Pidió, aunque no lo demostrara, estaba aterrado por lo que vaya a pasar en el futuro, por dentro pedía a gritos por ayuda, tenía miedo de perderlo todo en tan solo un segundo, lo único que lo reconfortaba en estos momentos era ver al panameño sonreír ya que esa simple sonrisa le daba las fuerzas necesarias para no rendirse... Para no perderse en la oscuridad del temor y cobardía.

Por otro lado, Panamá no podía hacerlo, se sentía tan devastado que sin importar qué, en su mente solo se tornaba la pregunta de ¿Por qué intentar? Un tercer suspiro escapó de sus labios. —Loviec... ¿Tú crees que esto del coronavirus acabe algún día? —Cuestionó fijando su mirada en aquel techo blanco con adornos de mariposas y hojas de arboles violetas. —¿Crees... qué todo sea cómo antes...? —Entrecerró sus ojos tratando que el dolor no nuble su visión.

El mencionado soltó un suspiró. —No... —Confesó, pudo percibir un sollozo de su pareja. —Pe-pero... Yo sé que será mucho mejor. —Aclaró de inmediato, Panamá giró a verlo buscando una respuesta a que se refería con aquello. —Tal vez no sea como antes, pero sé que las cosas pequeñas de la vida las vamos a valorar mucho más... ¿Recuerdas que los estudiantes odiaban ir a clases? Pues Quito me dijo que ahora desean tener clases presenciales más que nunca. Los hijos casi ni visitaban a sus padres, y ahora lo quieren hacer porque los extrañan, ahora la gente será más aseada y-y... Nosotros aún estaremos juntos para poder ver como todo mejora... Como todo cambia... —Explicó, el panameño abrazó aún más sus piernas apoyando su cabeza en el cristal. —Además, ya no soy el único que odia a China. —Sinceró sacándole una risa.

—Sí... Supongo que tienes razón... —Susurró alegre mientras en sus labios se formaba una sonrisa sincera.

—Esa era la sonricita que necesitaba. —Confesó ahora tranquilo.