Renjun abrió los ojos, encontandose en una poco iluminada habitación. Se trataba de un pequeño cuarto debajo de la habitación de Haechan, escondido gracias a una disimulada escotilla bajo el catre del chico del aire.
Poco a poco se incorporó sobre la suave cama, que en comparación a dónde dormía su amigo, esta era mucho más cómoda.
Y es que en la aldea del aire se debian resignar a dormir sobre lugares incómodos y ser lo más desprendidos posibles de lo material. Algo que no encajaba para nada con Donghyuck, pero aún así el chico había nacido con ese destino. Ser humilde y abnegado con quién debía, y mostrar su verdadero ser con quieren no eran necesarias las formalidades.
Renjun recordó a su amigo y en silencio le agradeció infinitamente por ayudarle a esconderse. Ahora esperaba a su llegada de nuevo en el crepúsculo, cuando Donghyuck terminara sus deberes y fuera a verle.
De repente se sintió mareado, así que sin pensarlo de más se recostó un momento e intentó relajarse. Huir y esconderse era tan cansado. Se sentía presionado y cualquier cosa le ponía sensible. Quería volver a casa, quería estar con Taeyong y Yuta, quería volver a tener la confianza de Taeil y quería poder volver a pedirle perdón a Jaemin y a Jeno por los inconvenientes. También quería volver a ver a Yukhei y sentirse seguro junto con él, poder reír y tener a su amigo a un lado.
Tomó entre sus manos el collar que una vez Moon le había regalado, el collar de San Patricio con un trébol de cuarto hojas que le protegía de los duendes, el mismo que compartía con sus mentores y el mismo que no se había atrevido a quitarse desde el día que desaparecieron. La melancolía le llenó los ojos de lágrimas y le nubló la vista, a tal punto de que al secarselas, se encontró con una perturbadora escena.
En la completa oscuridad.
A tientas se levantó, suponiendo entonces que la farola se había apagado, pero poco a poco una figura se hizo camino entre la espesa negrura. Una criatura tan imponente, que Renjun no pudo hacer más que mirarle con horror.
Cabeza de tigre y fornido y enorme cuerpo de humano, doblaba en tamaño al chico y le miraba como una presa.
-Yakshasa...- murmuró Huang, viendo la imagen viva de las leyendas que había leído. Frente a él, la confirmación de que aquella bestia era la culpable de los desaparecidos. Sus sospechas se aclararon, esta era la guerra.
-Huang Renjun- murmuró la mítica criatura- he esperado mucho tiempo para venir a verte.
El chino pellizcaba frenéticamente la palma de su mano para verificar que no estuviera soñando, sintiendo un miedo ascendente en todo su cuerpo, helandole la sangre y llenándolo de incertidumbre.
-¿Verme?
-Así es, te he estado siguiendo desde que encontraste un libro que había estado buscando. Resulta que los humanos pueden llegar a ser más listos de lo que pensé, así que como premio por haberme descubierto, te diré dónde están tus amigos y te dejaré ir a verlos.
-¿Y por qué confiaría en ti?
El gran Yakshasa levantó la comisura de sus labios creando una tétrica sonrisa al mostrar las dagas afiladas de sus colmillos, en una perturbadora mofa hacia el joven frente a él.
-Tienes razón, puedes no confiar en mí, al final conozco bien lo brillante que eres como el prodigio de tu aldea, así que te seré sincero, no me conviene tenerte por aquí jugando al detective.
-¿Y por qué no sólo me eliminas?
-Por asuntos personales, no me sentaría bien matar a un niño. Mi pueblo no me vería bien.
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✞𝕾𝖊𝖔𝖓𝖁𝖎𝖑𝖑𝖆𝖌𝖊✞ nct•
FantasySeon Village 𝕰n un mundo donde la fantasía es realidad, donde todas las criaturas pueden existir, los humanos simplemente somos los niños consentidos de Dios, y las demás criaturas, producto de su inequidad. 𝖀n día, varios habitantes de la ciudad...