✞𝕿𝖗𝖚𝖊✞

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𝕽enjun leía el libro con desespero.

Cosas como portales dimensionales, venganza y guerra sin fin rondaban su cabeza. El libro decía básicamente que el gran Yakshasa, destructor de mundos, al ser marginado por la raza humana, se revelaría y comenzaría una guerra junto a las criaturas mágicas.

Quizá no se hubiese alarmado tanto, de no ser por la constante mención de desaparecidos. ¿Sería mucha coincidencia?

Tenía que hacer algo. Pero no podía hablar con nadie. Es más, seguramente nadie hablaría con él. Lo habían encerrado en una casa que ni siquiera era suya. Lo habían tratado como un criminal, y para ser sinceros, él no se lo merecía. Entre el coraje y el miedo que nublaban el juicio del chino, tomó la decisión más apresurada de huir por la ventana, sin embargo no solo era arriesgado, también probablemente la peor idea que se le pudiese ocurrir. Pero si no actuaba entonces igual nadie le creería. Taeil parecía ardiendo en cólera la última vez que lo había visto. No iba a decirle nada a él ni a los chismosos de Jaehyun y Doyoung.

Pero de algo estaba seguro, y eso era que ni Jeno ni Jaemin lo volverán a aceptar en su hogar. Les había causado muchos problemas. Pero no había tiempo para pensar (o quizá si, pero Renjun estaba muy preocupado y con los sentimientos revueltos), tomó un pergamino y escribió una breve carta para los chicos.

Espero que me logren perdonar. Fui un tonto y lo admito. Pero debo irme, no sin antes regalarles esto. Yo mismo hice las ilustraciones, espero les sea de utilidad y Jaemin pueda hacer los aromas más exquisitos de todo Seon. Comprendo si no me vuelven a recibir, pero debía irme. Creo que tengo información importante para hallar a los que desaparecieron.

Esperando que logren perdonarme.

~ℋℛ

Dejó la carta sobre la mesa, justo a un lado del libro de Jaemin y metió en su pequeño bolso el libro del Yakshasa y cualquier cosa que fuera útil para salir de la ciudad a como diera lugar. Tomó una varita trueno que Taeyong le dió para alejar a los gnomos de jardín. Era una varita mágica en miniatura que daba descargas eléctricas de bajo voltaje. No necesitabas ser hechicero para manejarla y era legal con un permiso especial. La guardo en su bolsillo y salió al balcón que daba al patio trasero. Pasó por la gran barra desde arriba, dando con un pasillo estrecho que lo dejaba en las calles traseras y poco transitadas. Un escape perfecto.

Si al final sus sospechas no eran ciertas, igual nadie tenía el derecho de juzgarlo. Había actuado rápido y dado que nadie confiaba en él, sus acciones tenían excusa. Cuando estuvo fuera del alcance de los chicos, supo que no había marcha atrás. No podría regresar con ellos, tenía que huir. Con un suspiro, corrió dirección a la capital, debía hablar con el primer ministro, de inmediato.

Corrió como loco hasta llegar a la frontera. Había solo un guardia y estuvo a punto de electrocutarlo con su varita, cuando una figura se posó detrás de él. No tenía que ser un genio para adivinar que Yukhei estaba a sus espaldas, sobre todo cuando lo tomó de la cintura y lo alejó de ahí.

¡Suéltame traidor! dijo en chino.
¿Ahora yo soy un traidor? Tú saliste de la ciudad sin permiso, y ahora te escapas de casa de Jaemin y Jeno como si no hubieras entendido. Vamos, te llevaré de vuelta y te ayudaré a entrar, déjalo así.
¡Así que tú permitiste que me encerraran, suéltame, no necesito tu ayuda!

Yukhei lo ignoro y lo acorraló en una calle desierta. Dejándolo contra la pared mientras sus enormes brazos estaban a ambos lados de su cabeza. Tuvo que inclinarse para verlo.

✞𝕾𝖊𝖔𝖓𝖁𝖎𝖑𝖑𝖆𝖌𝖊✞ nct• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora