Esperanza hizo lo que tenía que hacer, lo que la costumbre le dictó hacer en eso que nunca había pasado. Fue al lavadero, trajo un balde con agua, el trapo de piso y el escurridor, y se puso a limpiar la sangre de Tulio. No podía pensar con el piso sucio, y la fetidez de la sangre comenzaba a impregnársele en la nariz, en el cuerpo, en el alma. Esperanza limpió metódicamente hasta que no quedó ni un rastrito de sangre. No sea cosa que alguien viniera y viera expuesta toda la mugre de Tulio.
Siempre había limpiado sus inmundicias porqué no iba a hacerlo ahora. Entonces, intentó alzar el cadáver y sacarlo de ahí, de la mesa. No pudo, le faltaban piernas. Lo abrazó y arrastró de un brazo, como lo había hecho las veces que Tulio regresaba borracho. Lo llevó a la pieza y lo acostó en la cama. Era lo acostumbrado, lo que había hecho siempre que Tulio no podía hacerlo por sí mismo, porque estaba borracho, o sonámbulo, o ambas cosas al mismo tiempo ¿Por esa razón se había ido como tantas otras veces?
Ahora, esta vez, a diferencia de las otras veces, Tulio la había recibido con una bala en la cabeza; estaba muerto, como nunca lo había estado.
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Matado tres veces
Mystery / ThrillerCrimen, venganza y conspiración política. Los condimentos esenciales para una trama atrapante. La historia de los sucesos que desencadenaron la misteriosa muerte de Tulio Banquina, en Cielo Chico, una población rural donde transitan viejas costumbre...