A Esperanza la sed le atacaba la garganta reseca. Tomaba el agua del mate de a sorbos cortos, sentada en la mesa del comedor, en el mismo lugar de donde, un rato antes, había quitado el cadáver de Tulio Banquina. Si tan sólo la combi hubiera llegado más rápido que de costumbre; si no hubiera entrado en cada uno de los pueblos a la vera de la ruta para levantar a nadie; si el chofer no se hubiera demorado comprando un sándwich de milanesa, hielo y yerba para el tereré; si la cocinera del copetín al paso no se hubiera quedado sin aceite en ese momento, y tanto el chofer como ella, y la pareja de viejitos que iban en el vehículo no hubieran tenido que esperar a que el nieto de la mujer fuera hasta el almacén, en una motocicleta ruidosa y destartalada, a comprar una botella de aceite; si las máquinas de vialidad hubieran reparado, el día anterior, como lo tenían previsto, los baches que lentificaron la marcha los últimos cincuenta kilómetros; si el piquete de indígenas reclamando promesas políticas incumplidas se hubiera levantado media hora antes, si los viejitos se hubieran bajado en el cruce del acceso norte de la ciudad, y no hubieran exigido que la combi los llevara hasta la puerta de la casa; si no hubieran tenido tantas valijas; si hubieran tenido cambio para pagar el viaje; si le hubiera exigido al chofer que también a ella la llevara hasta la puerta de su casa y no la dejara a cinco cuadras; si no fuera tan complaciente con todo el mundo; si no hubiera caminado tan lento, cansada por el viaje y la incomodidad; si nunca se hubiera ido; acaso, entonces, tal vez, quizás.
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Matado tres veces
Gizem / GerilimCrimen, venganza y conspiración política. Los condimentos esenciales para una trama atrapante. La historia de los sucesos que desencadenaron la misteriosa muerte de Tulio Banquina, en Cielo Chico, una población rural donde transitan viejas costumbre...