Matado tres veces

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Tulio se despierta y está en la vereda de la escuela. Qué quiere don Tulio, le grita el vecino de enfrente. Es muy temprano, no hay nadie todavía. Y Tulio no entiende nada. No entiende qué hace ahí, a esa hora, golpeando las manos como un boludo, a las cinco de la mañana en la puerta de la escuela. Tulio, levanta las manos y lo saluda, y se ríe. No sabe qué decir, se da media vuelta y se va. Esa fue la primera vez que le pasó algo así pero no iba a ser la última.

La vez siguiente, en que el sonambulismo le jugó una mala pasada fue un sábado a la noche frente al boliche bailable "El descajete". El lugar estaba abarrotado de gente, como siempre. El sitio era un galpón que en otros tiempos había sido un corralón de materiales de construcción y que luego de que el dueño murió, los hijos lo convirtieron en un templo de la cumbia y la cerveza. Aquella noche en particular no cabía un alma más, y algunos revoltosos esperaban en la vereda un momento para poder colarse. Estaban a los empujones con uno de los grandotes que custodiaba la entrada hasta que éste se cansó y empezó a repartir sopapos a diestra y siniestra. Unos cuantos terminaron desparramados por el piso, e incluso uno de los más revoltosos por querer esquivar un manotazo terminó metiendo los pies en una zanja. En ese preciso instante, apareció Tulio Banquina en escena, paradito en medio de la calle mirando hacia la entrada del boliche, y dale aplaudir con ganas.

Y a vos qué mierda te pasa viejo pelotudo, le dijo el que tenía los pies con barro de cuneta. Mientras cruzaba la calle a paso veloz, para desquitarse con Tulio la bronca de la paliza del patovica. Y Tulio seguía sonámbulo aplaudiendo como si estuviera en uno de los actos del partido. El sopapo del tipo que no esperó más explicaciones lo despertó a Tulio que de pronto se encontraba en medio de la calle siendo atacado a las piñas y patadas por un borracho que le acertaba uno de cinco golpes que le tiraba.

Cuando pudo escaparse de la gresca no sabía ni para donde correr. Después de aquella vez, hubo otras tantas, antes de que Esperanza lograra atarlo a la cama para que no se escapara sonámbulo, pero ya era demasiado tarde. Pronto, se supo la verdad. Y su problema estuvo en la boca de todos en Cielo Chico.