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Se siente caído. Ve el cielo claro y despejado del mediodía, y el sol que le quema la cara. Siente el piso duro en la espalda. Qué pelotudo que soy para caerme delante de todos. Se me van a cagar de risa, piensa. Entonces, comienza a arderle el pecho. Desde el piso ve a la gente que le da la espalda y corre a los gritos, y a la policía y a los grandotes de frente que se le vienen encima. No puede ser peor. Enseguida, se toca el pecho y ve sangre en sus manos, su sangre, que se le escapa del cuerpo. Ve su camisa blanca manchada, y piensa en lo que dirá Esperanza. Intenta levantarse, sentarse al menos. Busca en el gentío algún rostro conocido, tiene la esperanza de encontrar la cara de Marcia. Alguien lo toma del brazo, y lo voltea en un movimiento rápido. Siente una rodilla en la espalda que parece querer partirle el cuerpo en dos pedazos. Alguien le lleva los brazos hacia atrás, y unas esposas de acero se adhieren a sus muñecas, y no lo dejan moverse.

— Estoy herido, boludo — llega a decir Tulio.


Matado tres vecesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora