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— ¿Qué es esto?

— Mi herencia —me dijo Marcia.

Llevaba el cabello recogido en un rodete desprolijo. Había olvidado maquillarse y era la primera vez que la veía dentro de un vestido. A pesar de esto, era irremediablemente bonita.

Tomé el sobre que había quedado sobre la mesa y vacié su contenido: una foto.

— Este es.

—Sí. El mismo. Hay gente pesada que está detrás de la foto.

— ¿No los denunciaste?

Amagó una risa, y luego se quedó más seria de lo que estaba al principio.

— ¿Es cierto que estás escribiendo sobre Tulio Banquina? Bueno, a lo mejor te sirve esa foto. Pero ojo que hay gente a la que no le gustan este tipo de cosas. Ellos pueden hacerte la vida tan interesante, como se la hicieron a Tulio.

— ¿Quiénes son ellos?

— Ellos, todos ellos. A lo mejor yo también soy ellos.

— Investigo para escribir, soy escritor de novelas, no detective, Marcia— le dije.

— Ya sé — me dijo—. Es algo. Además, ya traté con detectives, y sólo perdí plata. Con escritores es distinto, supongo.

— Capaz que perdés algo más que plata— le dije, me arrimé y la tomé de la cintura.

Ella me evadió con la elegancia en que una gacela escapa del zarpazo de un león hambriento. Y en un momento estuvo atravesando el umbral de la puerta de mi departamento. —Alguien tiene que contar lo que pasó— me dijo, —a mí nadie me va a creer, a lo mejor a vos sí —luego, se fue, y no supe más de ella.

Matado tres vecesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora