CAPÍTULO X

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Nuestros labios se están rozando, sin embargo, estos no llegan a juntarse

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Nuestros labios se están rozando, sin embargo, estos no llegan a juntarse. No porque alguno de nosotros no haya querido y deseado, sino más bien por culpa de mi teléfono que está sonando.

Miro apenada a Zarek el cual me ofrece una sonrisa comprensiva. Observo el identificador de llamadas, es nada más y nada menos que mi mejor amigo, al cual en estos momentos estoy odiando por interrumpir.

«¡Tenia la oportunidad de besar a mi amor de toda la vida y se te ocurre llamarme!»

Contesto no con muchas ganas de hacerlo. En cuanto tenga a Carlo enfrente me va a escuchar.

*LLAMADA*

—Hola, pequeña Shey —contesta alegremente.

—¿Qué ocurre? —Respondo a manera que note mi molestia.

—Así es como le contestas a tu mejor amigo y primer crush de tu vida —sus aires de grandeza en estos momentos no ayudan mucho. Volteo para ver a Zarek quien tiene una cara de confusión, además de tener el entrecejo fruncido. Parece que escucho lo que dijo Carlo.

—Carlo, déjate de dramas, ¿Qué es lo que pasa? —murmuro entre dientes para que se apresure a hablar.

—Dejare pasar esto por alto por el hecho de que estas a varios kilómetros de distancia. Pero bueno mi pequeña escritora te aviso que el día de mañana a las tres de la tarde estaré llegando al mismo destino que ustedes. Por lo antes mencionado necesito que me busquen en el aeropuerto —recuerda suspirando.

Se me había olvidado por completo que Carlo vendría. Esto de ser la pareja elegida del príncipe que ha sido todo para ti desde hace años me está afectando.

—Claro que sí, Carlo, mañana iremos por ti. Créeme no se nos ha olvidado que vendrías, digo por algo rentamos la casa para tres personas —miento un poco al inicio.

Si se entera que no recordaba que vendría sacaría su lado dramático, y ni quien lo aguante.

—Vale, preciosa, nos vemos mañana. Te mando muchos besos —se despide sin dejar que yo responda y cuelga.

*FIN DE LA LLAMADA*

Cuando mi vista vuelve hacia el castaño, me topo con una mirada de curiosidad y al mismo tiempo de confusión.

—Sheyda, no quiero parecer un controlador, pero ¿Quién es Carlo? —Pregunta con mucha curiosidad.

—No tienes de que preocuparte, Carlo es mi mejor amigo además de ser mi representante legal en todos mis proyectos —aclaro y veo como cierto alivio se posa en su mirada y al mismo tiempo suelta un suspiro relajando sus hombros.

—Oh, entiendo, pero ¿Por qué te dijo que fue el primer crush en tu vida? —Interroga mientras eleva una ceja.

«Creo que huele a celos».

—No creí que, el príncipe Zarek, el futuro rey de Grecia fuera celoso —bromeo soltando una pequeña risa —. Pero acerca de tu pregunta, si así fue. Él me gustaba cuando era niña, es demasiado gracioso porque a Ross también le interesaba, sin embargo, a ninguna nos hizo caso, dijo que solo éramos sus amigas. Después de ese rechazo se convirtió en mi mejor amigo —relato soltando un suspiro, me gusta recordar mucho esa anécdota.

—No estaba celoso, no obstante, no voy a negar que me alegra saber que solo es un amigo para ti —confiesa tratando de disimular un pequeño sonrojo.

No estaría mal divertirme un rato.

—Qué bueno que no estas celoso, así no te afectará saber que también fue mi novio durante la prepa y parte de la universidad —miento, y al ver como sus facciones se endurecen, comprendo que he logrado mi cometido.

—¡Que graciosa eres, Sheyda Bianchi Greco! Pero no te creo nada —expresa incrédulo.

—¿Quieres que le vuelva a llamar para que lo compruebes? —propongo intentando de reprimir una carcajada.

—No es necesario, te creo. —Replica poniéndose de pie. Creo que ya es suficiente de bromas.

—No es cierto, Zarek, jamás anduve con él. Teníamos una regla de no salir con nuestros mejores amigos, así que no pasó nada —manifiesto divertida y evito que vaya, ganándome una mala mirada por su parte.

—¡Sheyda! No juegues de esa manera conmigo. Mas tratándose de ti, todo lo que tengo que ver contigo es muy serio —me reclama, pero al ver su rostro puedo ver que se ha sonrojado.

—Vale ya entiendo, pero no te enojes ¿Sí? —Pido con mi mejor puchero.

Nunca fui buena en demostraciones de afecto a no ser que se tratara de personas muy allegadas a mí, pero, la intención es lo que cuenta.

—No me enojé. No lo lograría. Eres demasiado importante para mí como para molestarme por algo así y arriesgarme a perderte —confiesa soltando una pequeña risa —. Sheyda, ¿Podría darte un abrazo? —Pregunta mientras lleva una de sus manos a la parte trasera de su cuello. Desde lejos se puede percibir su nerviosismo.

No contesto absolutamente nada, simplemente lo abrazo por la cintura, al ser tan alto provoca que mi cabeza quede en su pecho. Ese metro con noventa hace que mi oído casi junto de su corazón, en estos momentos está latiendo demasiado rápido. Y sinceramente, el mío debe estar igual o peor que el de él.

Alzo mi rostro, tengo que verlo hacia arriba. Lo observo detalladamente, mis ojos están en los suyos, pero poco a poco van bajando hasta centrarse en sus labios, los cuales en este momento me están incitando que los pruebe. Puedo asegurar que él siente lo mismo, pues su mirada hace lo mismo que la mía.

Baja un poco más su rostro, ambos sentimos la respiración del otro demasiado cerca. Esta vez nadie nos interrumpe, nuestros labios se unen en un beso profundo, afectuoso y de cierta manera necesitado. Demostrándonos así la falta que nos hacíamos el uno al otro.

 Demostrándonos así la falta que nos hacíamos el uno al otro

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ENTRE AMOR, REALEZA Y HECHIZOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora