CAPÍTULO XX

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El día que menos quería que llegara, llegó

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El día que menos quería que llegara, llegó. El día que tengo que decirle adiós a Grecia, a sus playas, si cultura y sobre todo el día de decirle adiós a Zarek, sin duda alguna era lo que más me pesaba hacer. Me dolía dejarlo, sé que es temporal, pero eso no quita el hecho de que no veré sus ojos, ni podré sentir sus labios sobre los míos por un largo tiempo.

Como él me lo pidió, todo el tiempo estuvimos juntos. Incluso hablo con su padre para que pasara sus labores para hoy, así tendríamos el tiempo suficiente para "despedirnos" o bueno eso es lo que planeábamos hacer. Cosa que no hicimos, nos la pasamos viendo películas, platicando con Ross y Carlo, el cual extrañamente había tratado bien a Zarek. Asumo que lo hizo por mí.

Estoy mirando hacia el techo, mi precioso novio todavía se encuentra dormido. Yo estoy tratando de recordar quien soy y donde estoy, mientras siento como Zarek se acomoda para seguir durmiendo. Sus manos rodean mi cintura, se le ha hecho costumbre dormir así. Aunque solo hayan sido dos noches.

Me están dando unas fuertes ganas de ir al baño y liberar mi vejiga, así que como Zarek no tiene ni para cuando despertar, lo tengo que mover. ¡Dios de mi vida! Este hombre sí que está pesado. Al intentar moverlo hace que se remueva un poco, pero solo empeoró la situación, puesto que su agarre se apretó aún más. No tengo de otra más que despertarlo.

—Zarek, cariño —sacudo para ver si reacciona —. Necesito ir con urgencia al baño —hablo un poco más fuerte.

—Claro preciosa, perdón. —Comenta con voz soñolienta soltándome y dándose la vuelta para seguir con su sueño.

Antes de irme le doy un pequeño beso en la mejilla, para después salir corriendo como alma que lleva el diablo con dirección al baño. Al ya estar haciendo mis necesidades siento como si un gran peso se me quitara de encima. Aprovechando que estoy levantada voy a bañarme para hacer el desayuno para todos.

Ya lista bajo a la cocina para poner manos a la obra. Como mi experiencia en la cocina no es mucha, por no decir nula, decido irme por lo más fácil, unos hot cakes con frutos rojos y chocolate.

...

No sé cómo paso, pero estoy en medio de una nube negra. Al intentar quitar el sartén del fuego con un trapo este se ha incendiado ocasionando una nube de humo. Y para colmo la alarma contra incendios se activó, provocando un fuerte ruido, rápidamente me apresuré a apagarla. Gracias al cielo que el lavabo estaba cerca para lanzar el trapo y evitar que el fuego no se extendiera por toda la cocina.

Escucho como pasos apresurados vienen bajando por la escalera, primero entra Carlo, luego entra Ross y al último esta Zarek quien trae el extinguidor.

—¿Qué es lo que paso aquí? —Pregunta un muy alarmado Carlo.

Debo estar rojísima por la vergüenza de que Zarek vea lo que hice, en estos momentos le estoy agradecida al humo, puesto que aún no se ha disipado completamente y no pueden ver mi cara.

—Lo siento, yo quería prepararles el desayuno, que de hecho ya está listo. Pero pasó un pequeño incidente —comento sonriendo inocentemente.

—Sheyda, cariño, ¿Estás bien? ¿Te hiciste daño? —Cuestiona mi adorado novio al llegar a mi lado.

«¡Ay! Yo a este hombre me lo como a besos»

—No te preocupes, cariño estoy completamente bien. —Tranquilizo y veo como inmediatamente suelta un suspiro de alivio.

—Shey, no cabe duda que elegiste bien tu profesión en esta vida. Porque estoy seguro de que si hubieras elegido ser chef, como lo deseabas de niña te mueres de hambre, o peor aún, terminas en la cárcel por incendiar una cocina y matar a varias almas inocentes —alega mi mejor amigo soltando una sonora carcajada.

—Que gracioso eres, Bonnet. No agradeces las buenas intenciones que tuve de preparar el desayuno para todos —respondo dándole una mala mirada.

—No te hagas la que Dios le habla, Ross y yo sabemos que lo hiciste por impresionar a Zarek. —Afirma mi disque mejor amigo haciendo que mis mejillas se sientan calientes por el sonrojo.

—Carlo Bonnet Conti, a partir de hoy la ley del hielo para ti. Por dudar de mi buen corazón de amiga al procurar su alimentación. —Lo miro de tal forma que, si las miradas mataran, Carlo ya estaría bailando y cantando canciones como las calacas de la película "El cadáver de la novia" muy debajo de la tierra.

—Shey, mi pequeña, no te pongas así, solo era una pequeña bromita. No lo tomes tan apecho —intenta darme un abrazo, sin embargo, me muevo yendo hacia el lado contario. Sabe perfectamente que mi ley del hielo puede durar meses.

—Shey, yo no quiero que me apliques la ley del hielo, así que solo te voy a pedir algo. Por lo que más quieras, no te vuelvas a acercar a la cocina de nuevo. Te agradezco el detalle, pero por la seguridad de todos, te lo suplico —casi ruega de rodillas mi amiga.

—Está bien, a ti te perdono porque no te reíste de mi desgracia —abrazo a Ross y me dirijo hacia Carlo —. Pero a ti no. por burlarte de mí, ingrato. —Paso a su lado para regresar donde se encuentra Zarek mirando todo el espectáculo divertido.

—No te preocupes, preciosa, tú no tienes que hacer o dejar de hacer cosas para impresionarme. Tú ya me tienes cautivado a mas no poder, además en un futuro ni tienes que preocuparte por eso, yo estaría encantado de cocinar para ti. —Susurra en mi oído mientras me abraza. Al separarnos me da un pequeño beso en la nariz. No cabe duda que voy a extrañar demasiado a este hombre y todo lo que tenga que ver con él.

 No cabe duda que voy a extrañar demasiado a este hombre y todo lo que tenga que ver con él

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Espero que les gusten. El próximo capítulo será la despedida de Sheyda y Zarek.

Por cierto, les gustaría que inventáramos un shipp? Tienen alguna idea en mente?

Me encantaría leerlos.

Bonitas vibras para todos.

Evelin C.

Evelin C

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ENTRE AMOR, REALEZA Y HECHIZOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora