CAPÍTULO XXVII

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Son casi tres semanas sin saber que fue de ella, después de recibir la noticia contraté una brigada de rescatistas

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Son casi tres semanas sin saber que fue de ella, después de recibir la noticia contraté una brigada de rescatistas. Así podrían encontrar algún sobreviviente más rápido.

Durante este tiempo no he podido dormir, cada que cierro los ojos una Sheyda muy desesperada aparece en mis sueños, suplicándome que la ayude y que no le deje sola. Pero no puedo hacer absolutamente nada.

Al inicio me resigne a perder a Shey, sin embargo, mi corazón me decía que no perdiera la esperanza, que tal vez ella aparecería. Hasta el momento sigo esperando a que aparezca.

Mi padre me ha estado ayudando un poco, al darme tiempo para poder seguir preparándome para la coronación. Esto me termina de afectar, Sheyda me prometió estar aquí conmigo en ese momento, pero ahora ya no estoy tan seguro de ello.

Por la puerta entra mi madre con una bandeja de comida.

—Zarek, es hora de que comas algo. —Comenta dulcemente, sin embargo, mi apetito se fue desde hace semanas.

—No tengo hambre, mamá. No quiero nada por ahora. —Recuesto mi cabeza en la silla de mi escritorio.

—Hijo, es necesario que comas algo. Últimamente solo juegas con la comida, no descansas bien. Incluso has bebido más de lo que acostumbras —reprende.

—Madre, por favor, solo quiero estar solo. —Mi cabeza comienza a doler demasiado.

—No me voy a ir de aquí hasta que comas. Y hazle como quieras. —Amenaza mientras toma asiento en los sillones del despacho.

—Por favor déjame solo. Te prometo que me lo como, pero no quiero hablar con nadie.

Me pongo de pie para irme a sentar a su lado. Pero me mareo repentinamente, trato de sostenerme en la mesa. Siento como de pronto mi vista se vuelve borrosa, para después ponerse completamente oscura.

Lo último que escucho son los gritos de mi madre pidiendo ayuda.

...

*SUEÑO*

Una silueta femenina se acerca a mí, se perfectamente que no es Sheyda. Los ojos de esta mujer son grises. Suelta destellos en cada movimiento que hace. Es como si su sombra fuera de un color dorado. A medida que avanza puedo conocer su rostro, es muy hermosa. Es gracioso, pero le da a un parecido a una escultura de Afrodita que hay en mi despacho.

—Tranquilo, Zarek, ella está bien. Yo la estoy cuidando por ti. —Tiene una voz muy bonita.

—¿De qué hablas? —Cuestiono desconcertado.

—Descendiente mío tienes que ser. Hablo de Sheyda, ella está viva. Yo la protegí del accidente.

Mi corazón se acelera al escuchar esas palabras. ¡Shey está viva!

ENTRE AMOR, REALEZA Y HECHIZOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora