01

3K 300 139
                                    

Recuerdo cuando cumplí diez años, mis compañeros tomaron mis cuadernos de dibujo y le arrancaron las hojas, aquel árbol que pinté durante horas; los paisajes de viajes con mi familia perdieron forma junto a mi corazón. Mis lágrimas no tardaron en salir, mi nariz se puso roja y me escondí debajo de la mesa como si fuera un lugar seguro, la verdad es que jamás lo fue, pero ciegamente me convencí de que estando ahí abajo, nada ni nadie podría hacerme daño. Y quizás no me dolió que mis cuadernos terminarán destrozados, no me importaba cuantas veces les pasarán la tijera cortando en pequeños pedazos los trazos que con torpeza había hecho. Me dolió que se burlaron de mis sueños, de cada uno de ellos. Sus risas multiplicaban mis lágrimas y aquella montaña de ilusiones y miles de planes se quebraron con rapidez. Era una niña de diez años, donde tener un pincel en la mano era tan vital como respirar. Una niña la cual lloraba al ver como me llamaban fracasada.

Así que estuve debajo de aquella mesa durante todo el receso, tratando de pegar los pedazos o quizás tratando de construir de nuevo mis sueños.

—Tranquila, Rea... No es nada... —me repetía siempre entre sollozos.

Era una niña de diez años a la cual le dieron miles de pinceles y cuadernos para que dibujara mis sueños. Una niña que sonreía coloreando paisajes hermosos, una niña que se sumergió entre los finos trazos. Era una niña que se volvió a levantar construyendo de nuevo su castillo de rosas pintadas con ilusiones y un toque de sonrisas.

Era tan solo una niña de diez años a la cual se le encerró entre pinturas brillantes. A la cual le enseñaron la belleza del arte, la belleza de crear y creer. Fue un mundo tan hermoso para mí a pesar de las lágrimas, a pesar de que cada noche escuchaba cosas golpear contra el suelo.

Era una niña cuando tuve que ver como mis colores se volvían oscuros. Cuando tuve que mudarme de ciudad y tan solo arrastre mis pinceles como si fuera lo único que me recordaba que aún podía encontrar la felicidad. Tenía diez años cuando supe que la realidad jamás serían rosas y pasteles, que aquel castillo de maldad no tenía mis rosas de ilusiones con toques de sonrisas.

Una niña que tuvo que convertirse en mujer, pero que seguía con su pincel en mano pintando rosas, muchas rosas de ilusiones.

No importaba cuan sola me sentía, cuan destrozada o molesta estuviese, si un pincel se me era dado, podría crear mundos hermosos, donde todo era mejor. Pero quizás fue aquello lo que me hizo perderme de las experiencias, de los dolores de la realidad que, aunque grandes y pesados, era necesario cargar para poder aprender. Durante toda mi vida escapé de aquellas enormes rocas de realidad que caían a toda velocidad sobre mí.

Rosas de ilusión, solo quería eso.

Así que como todas las mañanas, cuando el sol todavía despertaba de su larga siesta, yo me encontraba ya sentada frente a lienzo trazando con mi pincel miles de líneas finas en busca de la felicidad que la realidad no podía brindarme. Aún no sabía cuál era el motivo, pero amaba con toda mi alma las rosas, no importaba el color ni el tamaño, mientras tuvieran espinas...

Combine en la paleta los colores para poder pintar los pétalos, me apetecía una hermosa púrpura con reflejos rosados. Mientras eran iluminadas por varias direcciones, me había demorado bastante solo en el boceto y poner solo algunas bases, pero todo valía la pena cuando se trataba de pintar y crear.

Envuelta por los colores y los trazos mi corazón dejo de latir por unos segundos donde aquella fastidiosa canción retumbó en mis oídos. El pincel tembló y terminó saliendo del margen manchando con púrpura una larga línea en casi todo el cuadro. Abrí los ojos de par en par sintiendo la furia e impotencia golpear todo mi ser. Casi dos semanas en aquella pintura y ahora parecía que todo se había ido por la borda. La música siguió aumentando su fuerza mientras más se acercaba.

C̴O̴N̴T̴R̴A̴ ̴V̴I̴E̴N̴T̴O̴ ̴Y̴ ̴M̴A̴R̴E̴A̴ || Jjk #1 (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora