14

605 125 40
                                    

Cuando era niña, mi tía me había regalado en mi cumpleaños número nueve, un total de cinco libretas. Cada una de colores diferentes, roja, verde, amarilla, azul y púrpura.

Cuando cumplí diez empecé a usarlas con rapidez. La roja se lleno en menos de un mes, la verde en dos semanas, la amarilla la use como un diario y la púrpura nunca la terminé de llenar. Muchas hojas quedaron en blanco.

La púrpura sería aquel pequeño pare que hice a los dibujos a lápiz. Había descubierto el amor por las pinturas y me olvide por un tiempo de abrir y dibujas cosas simples. Aquella libreta se quedó en mi cajón por unos largos años, cuando empecé a usarla de nuevo, había mejorado mucho más de lo que imaginaba.

De pequeños paisajes a rostros más definidos, arte abstracto y realista que podía lograr con un simple lápiz de grafito. Fue así que empecé a llenar las páginas en blanco.

Pero entonces una noche encontré mi libreta hecha pedazos, otra vez. Mi madre lo había cortado por un ataque de furia gracias a una discusión con mi papá. Le pareció correcto destrozar mis sueños en vez de enfrentar a mi padre. No le dije nada, mucho menos cuando la libreta se extravio.

—¿Pero en dónde? —cuestione en susurró mirando por todos los lados para asegurarme si de verdad era mi libreta.

Me sentía extraña tocando aquel objeto. Como si lo conociera, pero a la vez no. Abrí en la primera hoja acariciando los finos bordes y pasando mis dedos sobre la tinta de lapicero.

“Libreta de dibujo de Rea"

Mi letra era casi tan graciosa como los primeros dibujos. Seguí pasando las páginas, me tope con árboles. El dibujo mal hecho del parque donde jugaba de niña. Más adelante, había algunas rosas.

Decidí acomodarme mejor en la cama apoyando mi espalda en la cabecera. Luego vi el dibujo de dos niñas tomadas de las manos.

Mi primera y única amiga que había tenido se llamaba Jiyeen. Era mucho más alta que yo, según la recuerdo, tenía el cabello largo y negro. Piel blanca y ojos pequeños, pero muy lindos. La conocí de una forma poco convencional. Fue el primer día de clases, era tarde, me había quedado dormida. Nunca antes había corrido tanto por alcanzar el autobús. Al llegar a la entrada, no me fijé que alguien venía saliendo y me fui de lleno. Yo terminé en el suelo y ella por suerte, logró mantener el equilibrio.

Me ayudó, no se burlo y me ofreció enseñarme la escuela.

Mi única amiga se fue luego de dos años con ella. Perdí rápidamente contacto, su familia era religiosa y le parecían de mal gusto que una niña rica (supuestamente era toda una niña mimada) se juntara con su pura hija.

Lo último que supe de ella, fue que había ingresado a un colegio de puras mujeres.

Aquel dibujo me traía tantos recuerdos. Mis dedos trazaron el camino de la tinta. ¿Cómo estará? ¿Habrá logrado ingresar a la universidad?

Negué con la cabeza luego de un largo rato mirando la misma página. Cerré la libreta y la dejé sobre la mesa de noche. Era tarde y debía recuperar energías. Estaba tan cansada que terminé dormida sobre las mantas y la ventana abierta.

Y como ya era costumbre, soñé con él...


















✴✴✴✴✴

—No puedo creer que tengas veintitrés años y aun no tengas novio.

—No puedo creer que tengas veinte y ya hayas tenido veinte novios y todos te doblaban la edad —escupo dejando los cubiertos sobre la mesa con fuerza.

Había soportado una semana entera las quejas de mi prima. Los dramas y miles de comparaciones con ella. No quería sacar los trapitos sucios, pero no colaboraba.

Mi prima abrió la boca y el color se le fue de la cara. Luego su cara se contrajo en la furia e indignación pura colocándose de pie tan rápido como sus enormes tacones le permitieron. Incluso Lara podía usarlos con mejor elegancia y estilo.

—¡Tía! ¡Su hija es una mal educada! —chilló.

Me tape la cara con una mano, de verdad cansada de todo. Sentí pasos y luego a mi madre y a mi tía entrar.

Como la pequeña niña mimada, corrió a los brazos de su madre. En cambio la mía, me miró con reproche.

—Solo dije la verdad.

—No, mintió y me trato de puta —soltó dramática.

Eso es lo que eres.

Bire los ojos y me coloque de pie sin ánimo de discutir. Estaba por irme del comedor, pero entonces la voz de mi madre me detuvo.

—Es igual de mentirosa que su padre, no te preocupes sobrina, todas sabemos que es mentira, si fuera cierto, no estarías en la mejor universidad de Europa.

Algo se rompió dentro mío. Apreté mis malos formando puños. Reí incrédula sin sorprenderme del todo por la situación.

—¿Mentirosa como mi papá? ¡¿Cuando entenderás que también soy tu puta hija?! —grite girando para enfrentarla.

Ella ni se inmutó, se cruzo de brazos y suspiro cansada de mi. No podía entender porque era así conmigo, jamás le hice nada siempre busque su amor.

—Lo eres, pero eso no te quita lo mentirosa. Ahora deja de hacer dramas ¿No ves como dejaste a tu prima?

Mordí mi labio inferior aguantando las ganas de gritar, mire por última vez a mi prima y dije:

—Si hubiera sabido que vendría para soportar tu desprecio, mejor hubiera ido a visitar a papá.

Vi como tenso la mandíbula, salí del comedor con zancadas largas y pesadas. Mañana mismo me iría de aquí, mi corazón no soportaría más.

Cerré la puerta azotandola en el proceso y me lance a la cama que crujio por la fuerza y peso. Sentía mis ojos picar, y decidí que si lloraría, seria por nostalgia y no por culpa de mi madre. Rápidamente cogi la libreta púrpura y la abrí en casi las últimas páginas.

La primera lagrima cayó y luego la segunda. Mi pecho se agitó y trate de buscar aire con desespero. Las últimas páginas, todas, sin excepción, estaban rotas en pedazos y pegadas con cinta para volver a formar los dibujos.

Y fue ahí que lleve una mano a mi boca tirando la libreta lejos de mi. Mis ojos estaban abiertos y olvidé como respirar mientras más lágrimas caían sin poder parar. Todo mi cuerpo tembló y un frío recorrió mi columna vertebral.

—¿P-Por qué no recuerdo? —mi voz tembló.

Y es que ninguno de esos últimos dibujos los recordaba. Eran paisajes que nunca en mi vida había visto. Tenían escritas fechas, pero no recordaba haber estado en esos lugares. No recordaba aquellos rostros.

Fue como si miles de cuchillas atravesarán mi corazón, pero en especial, mi cabeza. ¿Como podía recordar todos los dibujos anteriores, pero estos últimos no?

...
Resulta que ya te había dibujado muchas rosas, pero no recordaba. Pero si podía sentir... Mi corazón si recordaba.

 Mi corazón si recordaba

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
C̴O̴N̴T̴R̴A̴ ̴V̴I̴E̴N̴T̴O̴ ̴Y̴ ̴M̴A̴R̴E̴A̴ || Jjk #1 (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora