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Pase saliva con fuerza, quizás debería olvidar el tema. Pero no podía, mi cerebro se había encaprichado con ello y tenía la necesidad de acallarla dandole lo que deseaba, una respuesta. Y es que había pasado tan solo dos días desde la última vez que vi a Jungkook, la última vez que vi sus ojos y aprecie aquel destello apagándose con lentitud.

Habían surgido varias preguntas a través de ello. Y es que debía detener a mi cebrero si quería seguir con mi vida. Jungkook desde que apareció en la puerta de mi casa me había parecido aquel niño criado en una felicidad absoluta, donde sus padres le pintaban rosas, colocando muros anti realidad y aunque eso fuera bueno, con el tiempo se volvía un arma de doble filo, lo sabía más que nadie.

Sus ojos sólo fueron el inicio y estaba odiando el sentimiento de curiosidad y preocupación. Las preguntas desde aquella tarde eran quizás simples, pero por alguna razón sentía que sus respuestas eran igual o peor a una lluvia de rocas de fuego.

¿Por qué había visto aquel destello de tristeza en sus ojos? Y... ¿Por qué diablos aquella melodía que tocaba con su violín parecía destrozar mi alma?

No quería ser una metiche, pero me causaba mucha intriga. Sabía que una persona no podía ser así de feliz, perfecto. Sabía que Jungkook guardaba algo en aquella sonrisa de conejo. Que sus ojos decían algo que parecía que sólo yo podía ver. Y su melodía sólo podía ser alguna clase de llamado, así como él mismo lo dijo. Pero después me decía que era demasiado tonto, imposible y... Muy de película.

Sabía que las pinturas, música y películas podían causar muchas emociones en una persona. Pero siempre sabias el porqué. Si veías una película de terror, sabias que te asustaría por lo mismo, que si escuchabas una canción feliz, lo más probable es que tu ánimo se elevase. Pero aquella melodía era particular, porque superficialmente parecía lo suficientemente alegre para poder tararearla, pero si prestabas atención, las vibraciones de cada cuerda parecian lamentos. El arco pasaba sobre ellas con lentitud y tortura, como si de alguna forma las tratara de calmar con sus efímeras caricias. Mis oídos disfrutaban de la melodía, pero mi corazón lloraba como si pudiera entender lo que dice cada nota, cada vibracion.

Movi mi cabeza tratando de despejar mi cabeza. Trone mis dedos y me acomode mejor en la silla para poder seguir dibujando. Mi ventana estaba abierta, por lo que cada brisa llegaba como recordatorio hacia mi, avisándome que la noche sería fría, que debía buscar calidez. Pero no sabía a qué tipo de calidez se refería. Por unos segundos me quedé quieta observando quizás más de la cuenta al frente, donde unas cortinas azules me impedían ver que hacía aquel joven de sonrisa brillante y mirada apagada. Hoy me había decidido por dibujar un paisaje a lápiz, quería dejar por unos días las pinturas y los lienzos. Mi mente aún se frustrada por la pintura arruinada por culpa del camión y su villancico.

Un paisaje que transmitiera paz, porque era eso lo que pedía yo. Mi lápiz nunca tenía la punta fila, quizás fue uno de los errores que cometí de niña, pero ahora sabía que no importaba cuanto tarjaras el lápiz para que estuviera punta y bonita, nunca se compararía con una gastada y con algo de borde. Algo que amaba de dibujar y pintar era que podía compararlo con un viaje, una aventura sin rumbo, sin sentido más que solo perderte.

No importaba cuan planeado tuvieras el producto del dibujo, jamás salía exactamente igual. Porque a mitad o casi al final del camino cambiabas de rumbo. Aumentando árboles, colocando más personas, podía ser incluso un mínimo detalle que ni siquiera nosotros lo notamos. Pero era tan sastifactorio al final. El cansancio se convertía en alegría y orgullo.

El dibujo era como la vida, jamás sabías que cambió harías en el trayecto y por más que lucharás por seguir un rumbo, abría incluso mínimos detalles que jamás planteaste en tu vida.

C̴O̴N̴T̴R̴A̴ ̴V̴I̴E̴N̴T̴O̴ ̴Y̴ ̴M̴A̴R̴E̴A̴ || Jjk #1 (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora