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Cuando tenía quince años, fui a una fiesta, era la primera vez que usaba un vestido corto, tacos y mucho, en serio, mucho maquillaje. Me sentía como una princesa, quizás porque mi tía se había emocionado más que yo y me llevó a las tiendas más caras utilizando todas las tarjetas que su esposo le había dado. En ese tiempo no sabía que era bailar en una reunión con personas de tu misma edad. Bueno, hasta ahora no lo sé, durante la hora y media que me quedé, lo hice sentada en una esquina bebiendo y comiendo todo lo que las meseras me ofrecieron. Tampoco me queje, pero tampoco estaba feliz de ser el único ser que iba a una fiesta a mirar como el resto se divertía. Mamá me llamó inadaptada y que era la vergüenza de la familia.

Claro, como si ser porrista fuera el mayor logro.

El vestido terminó convirtiendose en ropa para mi perro o el perro de mamá. Los tacos en algún cajón viejo y el maquillaje se lo regale a mi prima. Nunca más fui a una fiesta por voluntad propia y si asistía, era por obligación, he iba a comer todo lo que había a mi paso.

Pero bueno, se preguntaran, ¿A que viene todo esto, Rea? Fácil, hace más de media hora que estoy escuchando una irritable música que por alguna razón me recuerda a mi yo de quince años. Aplaste mi rostro en la almohada y solté un chillido. Traté de dormir de nuevo, dando unas cuantas vueltas en mi cama. Abrace mi almohada por segunda vez y cerré los ojos.

—¡Bidi bidi bom Bom! ¡Bidi bidi bom Bom!

Eran las nueve de la noche, ¿Como se atrevía? Ni siquiera entendía la canción, estaba en otro idioma y se la pasaba cantando el coro como un idiota. Me puse boca arriba mirando el techo, la luz estaba apagada, pero aún así podía apreciar las estrellas que brillaban. Las había pintado cuando me mude aquí y era una buena forma de conciliar el sueño, pero tener de fondo a un vecino amante del karaoke a las nueve de la noche, no era una buena variable.

Cansada y molesta, me coloque de pie. Mi cabello se disperso por todas las direcciones posibles, estornudo por el frío y acomodo mi pijama que se había subido un poco. Un pantalón de chándal color azul pastel y un polo plomo. Descalza abrí la ventana de mi habitación de golpe arrepintiendome al instante al sentir la fría brisa golpear sin piedad mi delgado cuerpo. Dirigí mis ojos al frente, arrugue el ceño cuando vi la ventana abierta con la luz prendida, note la cama desatendida con sábanas blancas y almohadas de animales. Di un salto del susto cuando vi un zapato volar de un lado a otro.

—¿Acaso están locos? —cuestione cruzando mis brazos apoyando mejor mi cuerpo para poder ver.

También soy muy curiosa.

Segundos después lo vi, traía una pijama de pikachu mientras en su mano sostenía un micrófono. Cantaba a todo pulmón en coro de una canción en español. Saltaba moviendo la cabeza, temía por qué se torciera el cuello, aunque ni siquiera debería preocuparme por él. Quizás lo hubiera llamado loco, raro o fenómeno, pero cuando vi como una pequeña niña de unos seis años saltaba en su espalda para luego cantar los dos por el micrófono cayendo al suelo mientras se reían, algo se removió en mi estómago.

No quería seguir viendo, no quería ser una chismosa al final, sufría de insomnio, podría soportar una noche sin dormir. Me gire para meterme debajo de mis cobijas.

—¡Hola señorita Jung!

Solté maldiciones en susurró mientras me giraba para ver a la pequeña niña de cabellos castaños saludando con una mano mientras daba saltos para poder ver mejor por la ventana. Solo sabía que era una de las nietas de la señora Jeon, pero no tenía idea de cómo se llamaba.

—Hola —solté como una robot programado.

—Me llamo Nerea, eres la chica de las rosas, ¿Verdad? —su voz podía escucharse incluso desde la primera planta de mi casa.

C̴O̴N̴T̴R̴A̴ ̴V̴I̴E̴N̴T̴O̴ ̴Y̴ ̴M̴A̴R̴E̴A̴ || Jjk #1 (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora