Capítulo 4: Callejon Diagon

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Nos encontrábamos en el callejón Diagon al parecer, muchas personas iban de un lado a otro apresuradas comprando cosas, que bueno que Hagrid y yo ya habíamos ido al banco de lo contrario íbamos a tardar mucho haciendo las compras, descubrí que al parecer mi madre me dejo una herencia bastante ostentosa, a decir verdad.

-          Bueno primero, tenemos que ir a Ollivanders necesitas una varita, que es de un mago o una bruja si no tienen una.

Comenzamos a caminar hasta llegar a una tienda, entramos.

-          Enseguida voy, un momento. – dijo la voz de un hombre, que venia de la parte trasera de la tienda que al parecer era como el almacén de ésta. – Hagrid, ¿Qué tal todo? ¿Cómo esta Harry?

-          Muy bien gracias por preguntar, ¿Qué tal tú?

-          Bueno bien no me puedo quejar, ¿y tu quien eres jovencita? – dijo refiriéndose a mi esta vez.

-          Alexandra Evans, un gusto. – dije presentándome mientras estiraba mi mano dando un ligero apretón a la mano del señor.

-          El gusto es todo mío, ¿Qué los trae por aquí?

-          Ella necesita una varita, es su primer año en Hogwarts.

-          Oh ya veo, ¿Qué año cursaras? – dijo mientras iba a la parte trasera de la tienda de nuevo, pero esta vez buscando algo.

-          Cuarto año.

-          Que bien, prueba con esta varita solo apunta hacia ese viejo librero y mueve tu muñeca.

La varita era bastante bonita, así que hice lo que me indico, pero al hacerlo salió un pequeño rayo de la varita que rompió una de las ventanas.

-          Creo que esa no es la indicada. – dijo riendo, mientras yo le entregaba la varita – prueba con ésta.

Me entrego una varita mucho más hermosa que la anterior, era blanca en la parte superior pero al ir descendiendo se tornaba color negro, parecía estar hecha de mármol pero al tocarla pude darme cuenta de que en realidad estaba hecha de madera,  dos serpientes doradas la envolvían, era rígida y se sentía bastante cómoda en mi mano, hice lo mismo que con la varita anterior moví mi muñeca y apunte al librero, y donde antes habían un montón de libros desordenados ahora se encontraban en perfecto orden, una luz blanca apareció después de ello, yo me encontraba asombrada observando mi varita.

-          Esa si es la indicada para ti, bastante peculiar por cierto.

-          ¿Por qué? – Me atreví a preguntar.

-          Bueno esa es una varita que durante años ningún otro mago o bruja había podido dominar siempre terminaban rompiendo algo, incluso un chico se rompió una pierna, es la primera vez que la varita no se revela por así decirlo, es una varita única y bastante poderosa, es rígida debido a que no todos pueden dominarla, su núcleo es de una pluma de fénix y está hecha de madera acacia la cual es una madera muy inusual ya que se niega a hacer magia para cualquier persona que no sea su dueño, es una varita bastante fiel y buena, eres muy afortunada Alexandra.

Yo solo sonreí, en realidad me gustaba mucho mi varita, al parecer el sentimiento era mutuo.

-          ¿Cuánto cuesta? – decidí preguntarle, ya que sin dudas me llevaría esa varita.

-          Tómalo como un regalo por parte de la casa. – dijo sonriendo.

-          ¿Enserio? – asintió – muchas gracias. – dije esta vez mientras yo sonreía.

-          Hasta luego Ollivander. – dijo Hagrid mientras salíamos de la tienda – muy bien veamos la lista, de acuerdo mira, ¿vez esa tienda de ahí? – asentí – ahí encontraras tus uniformes, yo necesito ir a hacer algo rápido que me pidió el profesor Dumbledore, vendré por ti en una hora, no te muevas de esa tienda. – me dio un pequeño saco que tenía galeones según me había dicho Hagrid que era el nombre.

Después de una hora Hagrid regresó con una jaula cubierta con una manta negra.

-          Creo que esto te gustará – dijo mientras levantaba la manta negra, dentro de una jaula se encontraba una bella lechuza con plumaje mayormente blanco pero también tenia plumas cafés en sus alas y parte de su cabeza. - ¿te gusta? – asentí sonriendo – bueno necesitaras compañía en Hogwarts así que no te hará mal tenerla contigo,

-          ¿Es mía? – dije emocionada.

-          Si, no pude regalarte nada el día de tu cumpleaños, así que tómala como un regalo.

-          Muchas gracias Hagrid.

-          No hay de que, bueno ya tienes listas todas tus cosas y todo lo necesario, creo que es hora de regresar, debes prepararte para la cena, el sombrero seleccionador determinara hoy en que casa estarás.

Alexandra Riddle (En pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora