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Desiree

La guitarra de Max estaba descansando en su puesto y cuando pasé mis dedos a través de las cuerdas, toda la habitación pareció vibrar. Aparté mi mano rápidamente y di un paso lejos. Me choqué contra algo sólido y me giré para ver a Matheo sonriendo hacia mí.
—¿Te gusta cómo se siente? —preguntó.
—¿Qué?
Estiró su mano y tocó la guitarra de Max de nuevo, y luego el escenario pareció vibrar con el bajo.
—Eso —dijo mientras pasaba su mano por mi brazo desnudo.
Sentí mis mejillas llenarse de calor cuando entendí a lo que se refería, pero de repente recordé a la chica corriendo en el escenario y besándolo. El enojo se asomó de nuevo, y puse mis ojos en blanco.
—Puedo decirte que es lo que no me gusta. —Di un paso atrás. Me siguió paso a paso.
—¿Y qué es eso? —preguntó con una ceja alzada. Maldición, era sexy.
—No me gusta que las chicas te besen, pero a ti parece gustarte. — Apartando mi cabeza, aparté el cabello de mi rostro.
Sus ásperos dedos atraparon mi mentón y giró mi rostro para verlo de nuevo.
—¿Estás celosa, Caramelo? Más enojo me golpeó.
—No, no estoy celosa. Solo lo estoy diciendo. —Puse mis ojos en blanco de nuevo.
—Eso es jodidamente lindo. Estás celosa.

Tomé aliento, lista para gritarle y negar mis sentimientos, pero antes de que pudiera hablar, se movió y atrapó mi cintura.
—Eres la única chica que quiero. ¿Confías en mí cuando digo eso? — preguntó.
Tragando con fuerza, encogí mis hombros en lugar de contestar.
—¿Lo haces? —Sus dedos se enterraron en mi cabello y casi gemí con fuerza—. Necesito que confíes en mí, nena, y si lo haces, prometo que nunca voy a hacer algo para romper esa confianza.
Inclinándose, colocó sus tibios labios contra los míos, y olvidé todo sobre las chicas que corrían medio desnudas a través del escenario. ¿A quién le importaba lo que hacían ellas? Él era mío.
Me empujó lentamente hacia atrás hasta que mis rodillas golpearon algo duro.
—Así que dime, Caramelo. ¿Confías en mí, chica bonita?
Una vez más, su mano se movió por mi brazo desnudo y sus dedos atraparon los míos.
—Sí —susurré.
—Bien. Ahora, déjame jugar contigo.
Su lengua se deslizó a través de mi labio inferior antes de deslizarse en mi boca. La dulzura de la menta invadió mi lengua, y gemí suavemente contra su boca. No me estremecí cuando lentamente empezó a empujarme hacia abajo hasta dejarme sentada. Lo que era duro detrás de mis rodillas ahora estaba debajo de mí cuando me senté.
Rompió el beso y se cernió sobre mí, mirándome con lujuria ardiente en sus ojos.
—No te muevas de ese lugar. —Pasó uno de sus dedos por el lateral de mi cuello y dentro de mi camiseta. Mis pezones se endurecieron e incliné mi cabeza para darle más de mí misma.
Retrocediendo, levantó el bajo de Max y me sonrió.
—Estoy bastante seguro que Max va a patearte el culo por jugar con su preciosa guitarra. —Me reí.

—Estoy bastante seguro que, si supiera para que la estaba usando, lo aprobaría.
—¿Y para qué exactamente la estás usando?
No antes de que las palabras salieron de mi boca, Matheo tocó la guitarra. Las vibraciones se dispararon entre mis piernas y hasta mi núcleo. Jadeé y miré hacia abajo en estado de shock. No había prestado atención a dónde estaba sentada y ahora podía ver que era un altavoz.
Miré hacia él con los ojos muy abiertos, y estaba más cerca. La sonrisa traviesa en su cara me hizo saber que no había acabado. Dando otro paso en mi dirección, tocó de nuevo, y de nuevo, el acorde que tocaba rebotó dentro del altavoz y se abrió camino entre mis muslos. El pequeño manojo de nervios alrededor de mi punto de placer saltó con las vibraciones, y no pude evitar el pequeño suspiro que salió de mis labios.
—¿Otra vez? —preguntó con una ceja levantada.
Tragué saliva y lamí mis labios con ansiedad. ¿Qué tipo de chica sería si le pidiera que siguiera? ¿Le gustaría eso? Quería excitarle más que nada, pero alguien podría estar viéndonos. Mejor aún, alguien podría entrar a este escenario vacío para desmantelar todo en cualquier momento.
Dio otro paso hacia mí y extendió su mano sobre las cuerdas como si estuviera a punto a tocar de nuevo.
—Estoy esperando, Caramelo. Dime que quieres que toque para ti, nena.
Un paso más en mi dirección y estaba de pie encima de mí, mirando a mi cara enrojecida. Podía sentir el calor en mis mejillas y mi parte inferior rogaba para que tocase ese acorde una y otra vez.
Era tan bueno en esto de la seducción, pero dos podían jugar a ese juego. Ya no me importaba quién viniera o quién pudiera estar mirando. No estoy segura de en qué me convertía eso, pero no me preocupé por ello. Si Matheo pensaba que podía seducirme, le mostraría que podía jugar tan duro como él, si no más.
Me puse de pie, levantando mi falda por mis muslos y le permití una visión de mis bragas de color rosa. Sus ojos se dirigieron hacia abajo y me miraron con avidez. Abriendo mis muslos, deslicé una pierna sobre la otra cara del gran altavoz y luego me bajé sobre él.

El placer cruzó su cara cuando me senté a horcajadas sobre el altavoz y le miré con grandes ojos inocentes. Estaba tan cerca que la dureza que presionaba contra sus pantalones estaba a mi alcance y el pequeño temblor en sus dedos era visible mientras los mantenía por encima de las cuerdas y esperaba a que yo respondiera.
Su ceja se levantó mientras esperaba.
—Dime lo que quieres, Caramelo. —Su voz era áspera y excitada.
Su nuez se balanceó cuando tragó duro. Su lengua se asomó y pasó a través del anillo de sus labios. Provocativamente pasé mi mano hasta mi rodilla y apoyé mis dedos en el interior de mi muslo. Sus ojos marrones siguieron mis movimientos y otra vez tragó saliva.
—Toca para mí —dije en voz baja.

Maratón 5/5
Uy la cosa se pondrá caliente 🔥, espero hayan disfrutado de esta maratón, y no olviden votar,  y si pudieran comentar se los agradecería mucho, así como si pudieran compartir el libro, para ayudarme porque a veces me desmotiva la baja cantidad de lectores.

Basta con pedir un Deseo? (Dark Passion 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora