34 (EL FIN?)

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Es hoy, es hoy.
Hoy publicaré el último capítulo de "Basta con pedir un deseo?" Y debo decir que me encuentro nostálgica, porque no pensé que dejar ir a Matheo y Desiree me iba doler, pero si, lo hace, y muchísimo.
He pensado en hacer otro libro sobre ellos pero siento que sería estirar mucho una historia, sin embargo creo que quiero probar algo con los chicos, Hugo, Sergio y Max, tienen mucho que ofrecernos. Y quizá haga algo por ahí, tendrán novedades de mi, lo juro, porque si no es con ellos,vendré con otra historia.
Y sé que aún me falta el epílogo, pero quiero decir, que fue un placer poder leer sus comentarios que aunque fueron pocos, me llenaron de vida y ganas de seguir escribiendo.

Lxs amo ♡

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Desiree

Envolví la sábana alrededor de mi cuerpo desnudo y me aparté de la cama. Mis pies se encontraron con trozos nuevos de un cuaderno que habían sido cortados en caramelos de diferentes tamaños. Mis ojos siguieron los trozos de papel, los que parecían haber sido depositados en un sendero al cuarto desde donde provenía la música.
Seguí el camino, con cuidado de no pisar los caramelos perfectamente cortados. De vez en cuando, pasaría uno con una palabra escrita en él.
Hermosa, fuerte, única, mía y luego, al final del camino, en la letra más grande estaba la palabra “perfecta”.
Sonreí mientras me agachaba y recogía ese caramelo en específico y lo llevaba a mis labios. Matheo pensaba que era perfecta. Mientras él pensara que lo era, entonces eso era todo lo que importaba. Había luchado toda mi vida intentando ser mi mejor yo para alguien. Era agradable ser simplemente yo y tener a alguien que aceptara eso y me amara de todas formas.
Empujé la puerta hasta que la abrí y entré a la sala iluminada por una sola vela. La llama en la punta del pabilo bailaba en la brisa. Suaves sombras se movían en los rincones y hacían que el cuarto se sintiera vivo con los sonidos ligeros de Matheo tocando.
La música se hizo más fuerte y la voz de Matheo llenó el cuarto. Nunca lo había escuchado cantar, pero se oía bien. Miré alrededor buscándolo, pero no se encontraba por ninguna parte. Adentrándome más en el cuarto, limité el lugar de donde provenía la música. Un pequeño reproductor de CD se encontraba junto a la vela. Caminé hasta ahí y lo miré confundida. ¿Dónde estaba Matheo y cuando grabó la canción?
—Pareces una diosa griega con esa sábana así envuelta.
Me giré hacia su voz y lo encontré apoyado contra el umbral por el que acababa de pasar. Sus brazos estaban cruzados sobre su pecho y los pantalones grises que usaba se aferraban a sus caderas. Estaba tan increíblemente sexy, y era mío.
Caminó hacia mí mientras sus ojos me contemplaban, y me arrastró a sus brazos. Los sonidos ligeros de él y su guitarra se reproducían detrás de nosotros.
—Grabé esto para ti luego que acabamos el álbum. ¿Te gusta? —preguntó mientras besaba suavemente mi frente.
—Lo amo. Te amo.
Pasó un dedo por mi mejilla y su rostro se volvió serio.
—Viniste a mi vida cuando más te necesitaba. Ni siquiera sabía que era capaz de ser el hombre que soy cuando estoy contigo. Era sombrío y estaba roto, e iluminaste mi mundo y me juntaste trozo a trozo. No puedo respirar cuando no estoy contigo. No puedo pensar en nada salvo tu sonrisa y la manera que me haces sentir cuando estamos separados. He decidido que nunca quiero estar separado de ti otra vez, y si me dejas, me gustaría ser tuyo hasta que no quede nada de mí.
Se dejó caer sobre una rodilla frente a mí y tomó mi mano.
—Quiero que cuidemos el uno del otro. Quiero abrazarte cuando estés triste y protegerte de todo lo que amenace con herirte. Quiero quedarme dormido contigo todas las noches y despertar con tu dulce sonrisa todas las mañanas. Te amo más de lo que podría escribir en una canción, más de lo que podría poner en palabras, punto, y quiero que seas mía siempre. ¿Te casarás conmigo, Caramelo?
Abrió el estuche de un anillo y miré al único diamante yaciendo en la caja acolchada. Pequeños diamantes como envoltura le daban el aspecto de un diminuto Caramelo moldeado en la banda de platino. Era hermoso.
Mirando a sus ojos, pude ver que tenían lágrimas. Ni siquiera me di cuenta que yo misma estaba llorando también, hasta que alargó la mano y limpió las lágrimas con su pulgar.
—Sí. Me casaría contigo, todos los días por el resto de mi vida.
Su sonrisa fue la más brillante que haya visto cuando tomó el anillo de la caja y lo deslizó en mi dedo. Se puso de pie, me rodeó con sus brazos y me besó.
—Por siempre —susurró en mi cabello.
La vida había sido difícil para Matheo y para mí. Hubo momentos difíciles en que casi no lo logramos. Pero luego nos encontramos y nos sostuvimos entre sí. No todo el mundo encuentra a su otra mitad. No todo el mundo tiene la oportunidad de sentir el tipo de amor que Matheo y yo sentíamos por el otro, pero me gustaría pensar que tras todo por lo que he pasado en mi vida, Matheo era mi final feliz.
Nunca sería perfecta, nadie lo es, pero cuando estaba con Matheo, la perfección no era necesaria. La verdad es que era un bello desastre y Matheo era el loco pegamento que me mantenía unida.

Fin?

Basta con pedir un Deseo? (Dark Passion 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora