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Desiree

No pasó mucho tiempo hasta que comenzó la temporada y estábamos en el autobús para nuestro primer juego. Afortunadamente, nuestro primer juego fue con el club deportivo de donde crecí y tuve que regresar. Eso significaba que podía ver a Eleonor después del juego y tal vez pasar algo de tiempo para visitar la tumba de mi madre.
En el vestuario antes del juego, de repente comencé a sentirme un poco aturdida. Jugar un partido nunca había sido la gran cosa para mí, pero más temprano había salido y vi a la multitud esperando vernos jugar. Me sentí un poco mareada al pensar en tantos ojos en mí.
Cuando llegó el momento de jugar, me levanté y seguí a las chicas. En la puerta, comenzaron los dolores en el pecho y tuve que respirar profundamente. El único problema fue que no pude obtener oxígeno. Me di vuelta, caí en el banco justo dentro del vestuario. Los temblores estaban comenzando y sin importar lo mucho que intentara convencerme de que no lo hiciera, se avecinaba un ataque de pánico.
Estaba empezando a hiperventilar cuando Abril regresó por mí.
—¿Estás bien, Desiree? No te ves muy bien —dijo mientras se sentaba a mi lado.
El hecho de que ella estuviera allí y me hiciera esa pregunta pareció intensificar mi pánico, y no pasó mucho tiempo hasta que todo mi cuerpo tembló. Apoyé la cabeza entre las piernas e intenté respirar, pero el miedo a morir justo en el medio del vestuario de chicas era muy intenso. Unas lágrimas calientes brotaron de mis ojos y se deslizaron por mis mejillas.
¿Por qué me estaba pasando esto a mí? ¿Y por qué no era lo bastante fuerte para hacer que se detuviese? Me sentía estúpida por sentarme allí temblando. Me sentía incluso aún más estúpida por llorar por ello. Odiaba ser débil. Odiaba dejar que estás cosas tuviesen lo mejor de mí. No podía luchar con él cuando estaba creciendo, de la misma manera que no podía luchar conmigo misma y hacer que estas cosas se detuviesen.
A lo lejos podía oír a Abril hablándome. No podía descifrar sus palabras, pero incluso con mis dedos entumecidos, podía sentir sus cálidas manos mientras colocaba una botella de agua en una de las mías y una píldora en la otra.
Levanté la mirada a su cara. Su comprensiva sonrisa me ayudó un poco.
—¿Qué… e-es… esto? —tartamudeé.
Apenas podía sostener la pequeña píldora ovalada en mi palma.
—Es un Valium*. Mastícalo y pásalo con el agua. Ayudará. Lo prometo. No conocía a Abril demasiado bien. Solo pasábamos tiempo en la cancha y por ahí unas pocas de veces cuando agarraba un almuerzo rápido entre clases. Pero el temor de morir solo estaba empeorando y en este punto haría casi cualquier cosa para hacerlo detenerse.
Arrojé la píldora dentro de mi boca y empecé a masticar. El fuerte sabor de la píldora machacada rodó por mi lengua e hizo que mi mandíbula se cerrase. Rápidamente bajé el agua y puse mi cabeza de regreso entre las piernas mientras esperaba que algo sucediese. O bien moría de un ataque al corazón masivo ya mi corazón parecía querer estar fuera de mi cuerpo, o la mágica píldora empezaba a hacer efecto y las cosas estarían bien.
Una vez que el temblor empezó a calmarse, pude sentir mi corazón y mi sangre ralentizarse a una velocidad normal. La circulación regresó a mis brazos y piernas, y ya no sentí el peso de las extremidades dormidas tirando de mí hacia abajo. El aire se sentía más fresco cuando lo respiré, y la habitación paró de girar.
—Bien, de verdad te ves mejor. ¿Estás lista para salir allí y meter algunos goles? —preguntó Abril.
Agradecí el hecho de que estuviese fingiendo que nada había sucedido, como si fuese cosa de todos los días que alguien tuviese un ataque de pánico a su alrededor.
—Sí. Solo dame otro minuto. —Mi garganta dolía, así que me tomé otro sorbo de agua.
Unos minutos más tarde, estábamos corriendo a la cancha rápidamente. Me tomó un poco meterme en el juego, pero pronto estaba corriendo arriba y abajo por la cancha y haciendo goles. Jugamos fuerte y ganamos por tres puntos. Aún sentía la relajación de la píldora que me había dado antes del juego cuando volvimos de regreso al vestuario. Fue como si hubiese tragado magia.
Cuando salí de la ducha, me aseguré de caminar al lado de Abril de camino a mi casillero.
—Gracias por lo de antes —dije suavemente.
—En cualquier momento. Si alguna vez necesitas otra, tan solo házmelo saber. Todos tenemos nuestros momentos y mi mamá guarda una provisión. Tengo también una pequeña ayudita para estar despejada para estudiar, si alguna vez la necesitas.
El pensamiento de estar medicada todo el tiempo no iba conmigo. Sabía que había personas que se tomaban cosas para calmarlas y cosas para darles un subidón. Cada vez que había estado con los amigos de Matheo, era obvio que todos estaban puestos, pero eso no era para mí.
—Lo agradezco, pero no gracias. Sin embargo, ¿podrías, por favor, mantener el episodio de antes entre nosotras?
Asintió con comprensión y me dio una sonrisa amistosa.
—Por supuesto, Desiree. Si alguien entiende estas cosas soy yo.
Después de limpiarme del juego, me encontré con Eleonor. Nos detuvimos en la tumba de mi madre. Eleonor se quedó en el auto mientras yo me senté al lado de la lápida de mi madre y le hablé como si aún estuviese aquí.
Era la primera vez que la visitaba desde que la enterramos y fue duro. Lloré y le expliqué la situación mientras deseaba que estuviese allí conmigo. Ella tenía excelentes consejos. Extrañaba nuestras charlas y me arrepentía del hecho de no haberme abierto más a ella. El no haber conseguido decirle adiós aún escocía, pero no era tan malo como cuando había sucedido.
Dejé rosas moradas en su tumba, sus favoritas. Después de un rato, me levanté de la hierba de su lápida, diciéndole que la quería y la echaba de menos, y regresé al auto de Eleonor.
Eleonor no dijo nada cuando entré en el auto con los ojos rojos, no hablamos hasta que entramos en el estacionamiento del restaurante para cenar.
Parecía diferente. Su pelo había crecido desde la última vez que la vi y había perdido los mechones multicolores e iba toda natural para mí. El marrón miel le sentaba bien.
Ya estaba en su tercer semestre de la Universidad y parecía hacerlo bastante bien por sí sola. Era como si nos hubiésemos ido e intercambiado posiciones. Yo era un lío y ella parecía como si hubiese puesto sus cosas en orden, pero sabía mejor que nadie que era muy fácil representar un papel.
Era como en los viejos tiempos. Las cosas parecían ir bien para ella y yo estaba feliz de verla sonreír, pero una vez que saqué el tema de Matheo y el resto de los chicos, hubo una pequeña grieta en su fachada.
—Está bien que Matheo y tú estén haciendo esto. Creo que son buenos para el otro. Y ¿Sergio que tal lo está haciendo? —Jugaba nerviosamente con un mechón de pelo.
Le costó un montón preguntarme por él.
—Parece que va mejorando. ¿Cuándo fue la última vez que hablaste con él? —pregunté.
Tomó un sorbo de su té dulce.
—Justo antes de que se marchasen —dijo tristemente.
Traté de impedir que mi mandíbula cayese, pero no la atrapé a tiempo.
—¿Quieres decir que él no ha contactado contigo para nada? Sacudió su cabeza negando y sus rizos cayeron un poco.
—Lo siento, Eleonor. Yo aquí contándote sobre encontrarme con Matheo y que las cosas van mejor entre nosotros y tú aún colgada por Sergio.
Me sentí oficialmente como la mierda. No podía imaginar lo que sería que aún estuviese deseando oír o ver a Matheo.
—Oh por dios, no, no estoy colgada por ese imbécil asqueroso. Solo estoy preguntando cómo le va. Honestamente, no podría importarme menos. —Llamó al camarero y pidió un trozo de pastel.
—No tienes que fingir conmigo, Elle. Recuerda, sé todo sobre fingir. Pasamos el resto de la cena hablando de Sergio y de cuánto lo extrañaba. Me contó sobre un chico lindo que de alguna manera estaba viendo en su universidad. Estaba en su clase de álgebra, pero no podía superar a Sergio y sus tontas bromas. Incluso me dijo que si podía mandar un mensaje a Matheo y ver si él podía hablar con Sergio para que la llamase. Me sentí fatal por ella.
De alguna forma, terminamos en Black Hand, algo en su necesidad de estar en cualquier parte que le recordase a Sergio, aunque yo estaba convencida de que solo quería tomar algunos tragos. Estuve de acuerdo. Después del ataque de pánico antes del juego, extrañar a Matheo, e ir a la tumba de mi madre, yo misma necesitaba beber algo.
Pedí una cerveza en el bar y me giré y escuché a la banda. El local se veía exactamente igual y me recordó a la primera vez que vi a Matheo. Era un completo imbécil entonces y era difícil de creer que el tipo dulce que me besaba a través del teléfono cada noche era el mismo tipo que era un completo idiota hace unos meses.
Me aseguré de que el barman nos diera nuestras bebidas sin abrir, y Eleonor y yo pasamos el resto de nuestra noche ahogándonos en demasiado alcohol y bailando con una banda que no estaba ni de lejos cerca de ser tan buenos como Dark Passion.
Estaba tan alto que me perdí todas las llamadas telefónicas de Matheo para desearme buenas noches. No fue hasta que seguí a Eleonor para entrar al baño que las noté. Marqué su número y esperé a que él respondiese.
—¿Dónde has estado, nena? Estaba preocupado porque no me respondías —dijo por teléfono.
—¡Estoy bien, lo prometo! —grité.
La música del exterior del baño aún traspasaba los azulejos mugrientos que cubrían las paredes. Me tapé el oído así podía oír lo que decía.
—¿Qué es todo ese ruido? ¿Dónde estás?
—Estoy con Eleonor en Black Hand. Hay una banda de mierda en el escenario. Nada comparado con Dark Passion . —Mi voz alta hacía eco en las paredes del baño, pero no me importaba.
Mi teléfono decidió perder la señal justo en ese momento. Podía oír piezas sueltas de lo que decía, pero nada de eso tenía sentido. Finalmente la llamada se cortó y no importa cuántas veces intenté volver a llamarle, no pude.
Tres cervezas más tarde, renuncié y decidí llamarlo cuando nos hubiésemos marchado. Mi teléfono estaba casi muerto y no podía oír una maldita cosa de todas formas. Lo apagué para ahorrar batería y lo metí en mi bolsillo trasero.

*Valium es un medicamento recetado, una droga de prescripción médica a la que se conoce genéricamente como diazepam. Valium es una droga que se receta ampliamente contra la ansiedad, y de la que también se abusa mucho. Valium pertenece a una clase de drogas llamados benzodiazepinas.






Maratón 2/5

Y aquí una pequeña observación: Ay Desiree, ¿Te estás drogando?

Espacio para insultos o halagos para Abril y sus pastillitas

Alguien se dio cuenta, que Eleonor preciosa, la loca obsesionada por los bateristas, no supera a Sergio?

Basta con pedir un Deseo? (Dark Passion 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora