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Desiree

Las siguientes semanas pasaron sin problemas. Fui a todas mis clases y prácticas mientras Matheo se perdía por el campus o pasaba el rato en el apartamento. Parecía que estaba bien con ello.

De vez en cuando, tomábamos algo de cenar en el restaurante chino más cercano o pillábamos una película. Algunas veces salíamos a una fiesta con algunas amigas que me las había arreglado para hacer en el fútbol.

Algunas veces la gente se aproximaba a él por un autógrafo y conseguían una firma puntiaguda de mano izquierda. Empezábamos a ser conocidos por el campus. Empezaban a referirse a nosotros como las estrellas, yo la estrella del fútbol y Matheo la de rock. Solo nos reíamos de ello.

En ese poco tiempo, mis problemas de ansiedad fueron lentamente menguando, pero tenía más que ver con el hecho de que ahora estaba tomando las píldoras cada mañana. Si las tomaba antes de necesitarlas, nunca las necesitaría. Esa era mi forma de pensar. Era un problema caro, pero valía la pena si me mantenía cuerda.

—Lo juro, si la entrenadora nos hace correr una vuelta más por ese jodido campo, voy a estrangularla con ese maldito silbato —dijo April mientras dejaba su bandeja de papas fritas y su bolsa en la mesa frente a mí y Matheo.
Rara vez almorzaba en el pequeño café de la esquina de la escuela, pero en los días que lo hacía, Matheo venía a comer conmigo.

Era un lugar encantador donde podías conseguir una hamburguesa y papas fritas o una comida casera cuando estabas cansado de comida rápida. Era pequeño y acogedor y la dama propietaria siempre tenía una sonrisa en la cara.

—Dímelo a mí, Creo que está intentando matarnos —dije mientras hundía mi papa en el montón de kétchup de la bandeja vacía de Matheo.

—Oh, mira quién está aquí —dijo April refiriéndose a Matheo. Tenían una relación de amor-odio. Ambos amaban odiarse.

Oírles hablar mal el uno del otro podía ser entretenido, pero algunas veces podía ser sumamente odioso. Había tenido que meterme de vez en cuando, pero creo que Matheo extrañaba andar tocándose las narices con los chicos y April extrañaba a sus tres hermanos mayores.

Había tenido el placer de conocer a sus hermanos antes. Eran grandes, implacables y tenían una respuesta astuta para todo lo que saliese de la boca de cualquiera. No es necesario decir que gracias a ellos, April estaba a la altura incluso jugando en el campo con Matheo cuando se trataba de juegos de palabras.

—Oh mira, Caramelo, es ese tipo de tus clases. ¿Cuál era tu nombre de nuevo, hombre? —contraatacó Matheo.

Ella le lanzó una papa, y su cara se volvió roja.

—Jódete, imbécil. De acuerdo, chica, nos veremos en el campo más tarde. —April arrancó sus papas y agarró la bolsa—. Matheo, como siempre, fue un placer. Oh y por cierto, eres un gilipollas.

—Bien, considerando que tengo una polla, eso tiene sentido. ¿Debo señalar lo que tienes y lo que estás siendo?

Lanzó su bolsa a la espalda y se alejó.

—De acuerdo, buena charla, April. ¡Te veo la próxima vez! —le gritó a través de la habitación.

—Oh Dios mío, no la acabas de llamar una…

—Lo llamo como lo veo, nena. —Lanzó sus brazos sobre mis hombros y sonreí mientras llevaba la botella de agua a sus labios.

—Sí, pero creo que podrías haber herido sus sentimientos esta vez. — Fruncí el ceño.

—Nena, confía en mí, ella lo adora.
Tan pronto como dijo esas palabras eché un vistazo a la puerta delantera y vi a April a punto de salir. Se dio la vuelta hacia nosotros, le sacó el dedo a Matheo, y después juguetonamente le sacó la lengua. Una vez que estuvo en el exterior, estaba sonriendo y riéndose con otro de nuestros compañeros de equipo.

Basta con pedir un Deseo? (Dark Passion 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora