6. Este si es capítulo

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Matheo

Cómo podía decirle que no a ella? Especialmente luego de haberla visto enloquecer y casi desmayarse.
No estaba seguro que la hizo ponerse pálida tan repentinamente, pero esperaba que no fuera la idea de estar conmigo. La amaba. Nunca pensé que iba a decir eso y decirlo en serio, pero lo hice. La única razón por la que me alejé de ella fue porque pude notar que era algo que realmente deseaba y no quería causarle más estrés.
Así que fui con ella en lugar de con los chicos hasta el aeropuerto, me acompañó adentro y me tomó de la mano mientras chequeaba mis maletas y me ocupaba de los preparativos finales del vuelo.
Una hora. Ese era el tiempo que tenía para decir adiós a mi Caramelo. No estaba seguro qué hizo para lograr que aceptara una relación a larga distancia, pero lo estaba haciendo. El hecho es que haría cualquier cosa que ella me pidiera. Nunca le dejaría saber eso, pero era la verdad.
Su argumento tenía sentido. Parejas lo hacían todo el tiempo. Ella iría a la universidad y jugaría al fútbol, que sabía que le encantaba, y yo saldría de gira y tocaría con la banda, que es lo que amaba. Nos visitaríamos tanto como fuera posible, y cuando no estuviese de gira, estaría con ella. Una vez que terminara con la universidad, podríamos ir desde allí.
Parecía bastante simple, pero sabía que no era así. Iba a ser un infierno para los dos, pero si ella pensaba que era lo mejor, entonces lo probaría. Por ella. Es increíble lo que el amor te hace hacer. El amor te hará matar, hacer trampa y robar. También te alejará de la persona que inspira tus sentimientos si mantiene una sonrisa en su rostro y les da felicidad.

Mientras tanto, sería miserable. Había sido así desde el momento en que ella salió de mi vida, y continuaría siéndolo después de salir de la suya.
Nuestro último beso antes de subir al avión fue agridulce. Placer y dolor todo envuelto en una cálida conexión de nuestras bocas. Fueron el cielo y el infierno colisionando en una gran emboscada de emociones que odié y amé al mismo tiempo.
Esa fue nuestra relación desde el primer día. Perfectamente imperfecta, un gran y jodido desastre, eso es lo que éramos. Si eso significaba vivir en una montaña rusa de altibajos por el resto de mi vida, entonces lo haría para estar con ella. No tenía otra opción. Ella era a quien quería.
—Parece que necesitas una bebida —dijo Hugo mientras se dejaba caer en el asiento junto a mí.
Levantó una mini botella con una gran sonrisa y luego la arrojó en la copa que estaba sosteniendo.
Habíamos estado en el avión por más de una hora y todavía me sentía mal del estómago.
—Gracias, hombre —le dije, mientras levantaba la copa y bebía lo que fuera.
—Las rupturas son malas, hermano. Al menos eso es lo que escuché.
Nunca he sido alguien de relaciones. —Bebió otra botella pequeña.
—No rompimos. Vamos a intentar algo a larga distancia. —Miré por la ventana pequeña de primera clase y me hundí más en mi asiento.
—Sí, bueno, buena suerte con eso. Espero que todo funcione. Solo necesito que estés allí cuando estemos en el escenario. Dark Passion no sería Dark Passion sin ti. Dejando a un lado todas las cosas de las chicas, necesitamos que vengas, no solo que aparezcas. ¿Ya sabes a qué me refiero?
—Sí, hombre, entiendo. Sólo es difícil. Un día, conocerás a una chica que joderá tu mundo. Cuando ese día llegue, lo comprenderás. —Cerré la ventana y recosté la cabeza en el reposacabezas.
—Entiendo, confía en mí. Mi día ya vino y se fue.
No tuve la oportunidad de responder. Se levantó de su asiento y se marchó enfurruñado a la parte posterior del avión. No podía recordar a Hugo hablando alguna vez de una chica en particular, pero sabía que no debía presionarlo. Nuestra amistad era así. Sabía qué botones podía presionar y él sabía lo mismo.
Cerré los ojos y me dormí. Cuando los abrí de nuevo, Sergio estaba parado sobre mí.
—Buenos días, preciosa. Estamos en casa. Lo empujé hacia atrás y comenzó a reír.
—Tu aliento huele a basura. Ve a hacer gárgaras con algo de menta.
—Que te jodan. Levántate. Estamos descargando.
Me levanté de mi asiento, agarré mi equipaje de mano, y una hora más tarde, estábamos en el automóvil camino a nuestra casa.
Desempaqué y revisé toda mi ropa. No me di cuenta de que no tenía mi camiseta de guitarra hasta que hice el lavado. Ella se veía increíble en eso. Era justo que la conservara. Sonreí para mis adentros y saqué mi teléfono.
Yo: Espero que disfrutes usando mi camiseta.
Desiree: Lo haré. ¿Es patético que ya te esté extrañando?
Yo: Si lo es, entonces soy patético también.
Desiree: Eres Mateo Diaz. Nunca podrías ser patético.
Yo: Soy patético contigo.
Desiree: Te amo.
Yo: Te amo más.
Desiree: Imposible. Buenas noches.
Yo: Dulces sueños, Caramelo.
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La siguiente semana pasó volando mientras hacíamos entrevistas y salíamos en programas pequeños. Mi guitarra era mi mejor amiga como siempre, y cuando no estaba tocándola en el escenario, la estaba tocando junto a Hugo mientras llegábamos a tener material fresco.
Cuando no estaba haciendo eso, estaba al teléfono con Desiree o enviándole mensajes. No tenía miedo de admitir que estaba completamente prendido. Los chicos se reían, pero en lo que a mí concernía, podían joderse. Ella me hacía feliz y eso era algo que no estaba dispuesto a dejar ir.
Una semana después de eso, estábamos en la carretera. Cuatro espectáculos en cinco noches y tres escenarios distintos. No podía dormir en el autobús. Aún si crecí con el constante sonido del mundo a mi alrededor, el suave zumbido del autobús y unos cuantos baches aquí y allá me mantenían despierto toda la noche. Era la vida que había escogido y era una dulce, pero un hombre necesitaba su sueño.
En nuestra presentación final en nuestro quinto día seguido, una chica saltó al escenario medio desnuda y se me arrojó. Sus pezones se rozaron contra mi pecho y aplastó su boca contra la mía. Sabía a cerveza y cigarros. Me hizo extrañar el dulce sabor de Caramelo.
—¡Te amo, Matheo! —gritó la mujer medio desnuda por sobre la música.
Joel, del personal del escenario, la apartó. Ella daba brincos arriba y abajo, sin importarle el hecho de que no llevaba nada encima, y la multitud se volvió loca.
Hugo se rio en el micrófono justo en medio de la canción, saltándose un par de letras, y negó con su cabeza, asombrado. Me reí y continué tocando. El resto del show siguió tranquilo. La multitud rodeándonos y el olor a drogas en el aire contribuía a elevar el show que dábamos.
Más tarde en el autobús, terminamos la noche pasándonos un porro. Había bebido demasiado en el escenario y el autobús debajo de mí parecía que se movía de lado a lado. Eso no era posible considerando que debíamos estar en una zanja en algún lugar, así que sabía que se debía a mí. Me reí y levanté el teléfono para hablarle a Caramelo.
Sonó y sonó y pude sentir que eso me estaba irritando. ¿Por qué no me estaba respondiendo? Colgué y llamé de nuevo y de nuevo hasta que finalmente me contestó.
—¿Hola? —Su voz estaba cortada y llena de sueño.
—Hola, nena. ¿Qué estás haciendo? —articulé por el teléfono.
—Estoy durmiendo, Matheo. ¿Está todo bien?
—Podría estarlo si estuvieras aquí. ¿Por qué no estás aquí? —me quejé muy ebrio.
—¡Suenas como una adolescente desesperada! —Sergio se rio ruidosamente.
Sin pensarlo, le arrojé el teléfono. Él lo esquivó y se estrelló contra la pared del autobús. Salté y lo tomé del suelo. El frente estaba quebrado, pero aún estaba encendido.
—¿Hola? ¿Caramelo? —dije en el teléfono. No había sonido.
—¡Mierda! —Lo arrojé de nuevo.
La irritación se estaba volviendo demasiado. La extrañaba y faltarían al menos un par de semanas más para que siquiera pudiera pensar en volver con ella. Desiree estaba atorada allí lidiando con registros universitarios y prácticas de futbol.
Toda esta situación era jodidamente demasiado.
Me desmayé en mi litera con mi teléfono roto apretado a mi pecho.
Al día siguiente, me tomó una eternidad encontrar una tienda para reemplazar mi teléfono. Intenté llamarla por el teléfono de los demás, pero no respondió. Era última hora de la tarde para cuando tuve un teléfono nuevo. La llamé una y otra vez, pero aún no me respondía.
Estaba comenzando a estresarme y no tenía ninguna forma de localizarla para saber si estaba bien o si solo estaba molesta por haberla llamado tarde anoche y despertarla. Sabía que no debía llamarla tan tarde, pero cuando estaba ebrio y extrañándola, las zonas horarias eran algo que quedaba último en mi cabeza.
Finalmente, hacia el final del día, me envió un mensaje.

Desiree: lo siento, estaba en clase. Voy a practicar. Te llamaré más tarde. Te extraño. Te amo.

Sí, ya se que se suponía que iba a actualizar el viernes e iba ser maratón,  pero que creen?
KarlysEriksson me convenció,  porque si alguien me dice,  oye actualiza, pues lo hago, porque sus comentarios me motivan y me dan más ganas de escribir
Por cierto esperen su maratón el  viernes.

Basta con pedir un Deseo? (Dark Passion 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora