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Matheo:

Miré a los chicos y me miraron de regreso con sorpresa. Sabía lo que tenía que hacer.
-Bueno, Dove, bienvenida a Dark passion. Luego que se fue, hubo mayor debate.

-¿Dejaste entrar a una chica a la banda? ¿Qué demonios, Matheo? - dijo Max.
-Amigo, puede tocar. Lo hará hasta que Matheo pueda volver a tocar.-Hugo me apoyaba.

Sergio estaba demasiado ocupado pensando en maneras de meterse en sus pantalones.
-Ella lo hará bien. Apuesto a que es de las que muerden. ¿Qué piensas, Hugo? ¿Crees que es de las que follan duro?
Hugo se rio.
-Hombre, creo que podría ser un poco intensa, incluso para ti.
-No hay tal mujer. -Se reclinó y prendió un cigarrillo.

***
Unos pocos días después, los chicos se fueron para terminar la gira sin mí. Una vez que regresaron a la ruta, Dove incluida, solo fuimos Caramelo y yo en el apartamento.

Pronto, ella tendría que regresar a casa y me quedaría solo. Mi terapia física iba a comenzar en pocas semanas y todavía estaba intentando descubrir cómo llegar allí. Pero primero era lo primero; necesitaba intentar arreglar lo que sea que estaba pasando con nosotros. Las cosas todavía no habían regresado a la normalidad. No era ella y no era yo, pero algo estaba raro. Íbamos a la cama separados y me despertaría con ella acurrucada contra mí, pero no hablábamos. No la había besado apropiadamente desde el accidente y lo extrañaba.

-Entonces, ¿regresarás pronto a la universidad? -Golpeé mis copos glaseados con la cuchara.
Se quedó en silencio por un rato antes de finalmente responder.

-Tengo que hacerlo. Me quedé muy atrás en todo y ya me he perdido tres prácticas.

Por más que quisiera, no podía atraparla aquí conmigo. No podía simplemente permanecer acostado mientras ella esperaba hasta que mi mano y pie mejoraran. Nunca había deseado ser dejado solo en toda mi vida, pero lo deseaba más que nada en ese momento.

-Lo entiendo. Llamaré y reservaré un boleto en un instante. ¿Mañana está bien?

Me sentí enfermo al pensar en ella dejándome, pero había tantas cosas que eran más importantes. La universidad, el futbol y Jair eran más importantes que un pedazo de mierda quebrado que ya ni toca la guitarra como yo.

-Mañana está bien. ¿Qué vas a hacer solo aquí? No conoces a nadie aquí más que a los chicos. -Me miró con ojos marrones tristes.

-Estaré bien. Tengo que comenzar la terapia física si alguna vez quiero tocar una cuerda de nuevo. -Me encogí de hombros.

Sin preguntar, recogió el cuenco vacío de cereales y lo llevó al fregadero. Abrió la llave del agua mientras lavaba y limpiaba los platos del poco desayuno.
-Hay fisioterapeutas en todos lados, sabes, también cerca de mi universidad -dijo con su espalda hacia mí.

Su coleta castaña rebotaba arriba y abajo mientras frotaba la sartén donde había revuelto los huevos. Todo el lugar olía a desayuno fresco y detergente para platos.

-No voy a ir allí contigo-dije obstinadamente.

Sólo la idea de arrastrarla conmigo me volvía loco. Desde el momento que conocí a Caramelo, supe que no era bueno para ella, pero cuando mi carrera comenzó a despegar, pensé que podría serlo. Ahora estaba de regreso al comienzo. Me sentía como nada otra vez, y en el minuto que se diera cuenta, se habría ido para siempre.

-¿Por qué no? -Los platos habían desaparecido, pero todavía no se había dado vuelta para enfrentarme.

-Tenemos un lavaplatos, sabes.
No quería responderle a decir verdad. No quería decirle que una vez que me viera junto a todos sus nuevos amigos universitarios, que no tenían sus vidas jodidas, nunca me miraría de la misma manera.

-No cambies de tema, Matheo. ¿Por qué no vienes a casa conmigo?

-Porque no necesito una maldita niñera. -El taburete raspó contra el costoso suelo de azulejos cuando lo empujé hacia atrás.

Casi había salido de la cocina cuando sentí sus dedos fríos sujetar mi brazo. Quise quitármela de encima y gritarle, pero en cambio, me paré allí y la dejé hablar.

-Una vez dijiste que querías que nos ocupáramos del otro. No quiero ser tu niñera. Quiero cuidarte. Y para ser honesta, te necesito allí para que cuides de mí. Estoy sola en ese apartamento, Matheo. Es solitario y a veces siento miedo. Me despierto con terrible pesadillas y deseo más que nada que estuvieras allí a mi lado. Por favor, ven a casa conmigo. Te necesito más de lo que me necesitas. Lo prometo.

Hubo un momento en mi vida cuando los ruegos de una mujer no me afectaban en lo más mínimo. Las mujeres eran solamente donde encontraba consuelo, un lugar para que descargara mi carga. Nunca me preocupé por lo que necesitaban o querían, y podía pensar en un millón de réplicas distintas para una mujer que dijera que me necesitaba.

No estoy seguro de lo que me sucedió cuando era más joven para hacerme de esa manera. Tal vez fueron las golpizas semanales que me daba mi viejo. Tal vez fue ver la manera en que mi padre trataba a mi madre antes de que nos dejara.
Solía atribuirlo a la pérdida de mi madre. Tal vez, en el fondo de mi mente, la culpaba por dejarme, y tratar mal a las mujeres era algo así como mi desquite. De cualquier manera, era un ejemplo retorcido de la especie masculina. Lo sabía y cada mujer que había cruzado mi camino lo sabía; todas excepto Caramelo.

Quién hubiera pensado que ella sería la única a la que no podía decirle que no. Es solo mi suerte haberme enamorado perdidamente de la única mujer en el mundo que me tenía dominado. Sabía lo que estaba haciendo cuando se trataba de mí. Por eso, una hora después, reservé dos boletos de ida para su ciudad.



Holaaaaaaaa

De verdad si pensaron que Matheo se iba a quedar con la guitarrista nueva?

Soy cruel, a veces, pero justa

Basta con pedir un Deseo? (Dark Passion 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora