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Desiree

Él estaba fuera de mi alcance, otra vez.
Recordé cómo de cortante era cuando lo conocí por primera vez, y lentamente se estaba transformado nuevamente en ese chico. Irme y volver a la universidad cuando las cosas se sentían tan raras entre nosotros no era algo que estaba dispuesta a hacer, pero me estaba quedando sin las píldoras mágicas que me impedían volverme loca y no podía permitirme perder más clases y la práctica.

Que Matheo volviera conmigo a casa era la única solución, y apenas podía creerlo cuando él estuvo de acuerdo. Odiaba usar sus preocupaciones acerca de que saliera herida contra él, pero era la única carta que tenía bajo la manga.
Tía Sarah nos recogió en el aeropuerto y volvimos a su casa para cenar. Jair estaba en su bola de felicidad usual e incluso con él, Matheo no respondía de la manera habitual y juguetona.

Estaba empezando a extrañarlo, ya que era mi culpa que se estuviera comportando así. Era mi culpa que se sintiera tan inútil, y haría todo lo posible para darle un propósito hasta que su mano sanara y pudiera volver al trabajo. Con suerte, tendríamos buenas noticias una vez él comenzara la terapia.

—Entonces, ¿cuánto tiempo te vas a quedar con Dess, Matheo? — preguntó Jair con la boca llena de pollo.

Su boca y sus manos estaban cubiertas con salsa barbacoa. Era muy adorable. Le di una servilleta de papel y se manchó todavía más la cara. Él pensaba que estaba tan grande, pero aún no podía manejar el pollo a la barbacoa.

—Sólo hasta que mi mano mejore. No estoy haciendo nada en casa ahora mismo de todos modos. Lo menos que puedo hacer es venir y ser útil para Desiree.

Estaba perdiendo rápidamente mi apodo. Escucharlo llamarme Desiree una y otra vez me estaba poniendo de los nervios. Sonaba extraño en sus labios, y aunque era mi nombre, sonaba tan impersonal.

Cuando finalmente llegamos a mi pequeño apartamento de solo una habitación, era cerca la medianoche. Era el lugar perfecto para mí. Me emocionaba cuando pasaba por el pequeño espacio ubicado directamente encima de una exótica cafetería. No solo conseguía un delicioso café cuando quería, sino que mi apartamento siempre olía bien.

El alquiler era barato e incluía agua y alcantarillado. No podía dejarlo pasar. Lo decoré para adaptarlo a mis gustos, comprando la mayoría de mis cosas en Target, y me instalé inmediatamente. Se sentía como un hogar para mí. Jair incluso vino a quedarse algunos fines de semana cuando yo no estaba tan atareada con las tareas escolares.

Matheo ayudó a subir las maletas lo mejor que pudo, y no dije nada cuando se maldijo a sí mismo por no ser capaz de cargar más. Era un chico tan independiente. Odiaba verlo luchar tanto. Me moví rápidamente, subiendo y bajando las escaleras con más bolsas que las que mis pobres brazos podían manejar, para que él no tuviera que esforzarse tanto.

Parecía un gigante en mi pequeño espacio. Cuando alquilé el apartamento por primera vez, recuerdo haber pensado lo grande que era el espacio de la sala, pero en el momento que cerré la puerta principal y eché un vistazo al espacio incluyéndolo, supe que me había equivocado sobre el tamaño de la habitación.

—¿Y ahora qué? —preguntó. Se veía incómodo parado allí.
—Bueno, bienvenido a casa —dije mientras rodeaba mis brazos alrededor de su cintura.

Me apretó de vuelta y disfruté el momento. Cuando me incliné hacia atrás y levanté mi mirada hacia él, esperaba que me besara. En cambio, el lado de su boca se alzó en una sonrisa forzada y apartó la mirada como si no estuviera interesado.
Me aparté y pasé mis dedos por mi cabello.

—Voy a tomar una ducha. Siéntete como en casa.

Tan pronto llegué al baño, saqué mi celular y llamé a April.

—¿Qué pasa, estrella de fútbol? ¿Dónde demonios has estado? El entrenador nos ha estado destrozando en la cancha.

Encendí el agua de la ducha para que Matheo no me escuchara.

—Lo siento. Tenía algunos asuntos de los cuales encargarme, fuera de la ciudad. Acabo de volver. Escucha, April, ¿tienes más de esas píldoras? Odio preguntar, pero… ¿sabes?

La línea se quedó en silencio y pude sentir el pánico comenzando en la base de mi columna. ¿Qué pasaba si no tenía más? ¿Sí ella no podía obtener más? Había empezado a depender de esa pequeña píldora para que me ayudará a sentirme mejor. Odiaba esos estúpidos episodios.

—Demonios, Desiree, me hubieras llamado ayer. Mamá está afuera y no tengo nada, pero ¿tienes dinero?

—Un poco. ¿Por qué?

—Hay un chico que conozco. Puedo conseguirte algo similar con él por veinte dólares, ¿si quieres?

—¿Algo similar?

—Sí. Es un poco más fuerte así que podrías tomar solo la mitad y obtener el efecto completo. No es nada peligroso, nena. No te haría eso. Entonces, ¿quieres que lo llame?

Este era un nuevo bajón para mí. Comprar drogas de un tipo que no conocía no era algo que quisiera hacer, pero necesitaba hacerlo. La idea de tener un ataque de pánico en medio de una clase, o justo antes de salir al campo, me hizo sentir más pánico. No quería que Matheo supiera que estaba jodidamente medio loca, y con él viviendo conmigo ahora, descubrí que esa era una posibilidad muy real si no tenía lo que me gustaba llamar mis “píldoras relajantes”.

—Sí, llámalo.

Después de una larga ducha caliente, encontré a Matheo dormido en el sofá. Cuando intenté despertarlo, se quejó y se dio la vuelta. Lo quería en mi cama, pero al mismo tiempo, no quería molestarlo. Con su mano como estaba, rara vez dormía mucho.

Llevé todas nuestras maletas al dormitorio y las arrojé en la esquina hasta mañana. Me subí a la cama, prendí el televisor, ajusté el temporizador y luego me fui a dormir.
Un fuerte golpe en la puerta principal me despertó la mañana siguiente. Estaba casi completamente despierta cuando pude escuchar la voz de April en la sala.

—¿Qué diablos, amigo? Esta es la casa de mi chica. No sé quién diablos eres, pero déjame entrar o te juro por Dios que me voy a volver una ninja loca y patearé tu trasero.

Salté de la cama y corrí hacia la habitación de al lado.

—Está bien, Matheo. Puedes dejarla entrar.

Matheo abrió la puerta y April le dio una gran sonrisa de triunfo mientras entraba a mi apartamento.

—Perdón por despertarte, pero quería traerte eso y recuperar mi dinero antes de clase —dijo, mientras metía la mano en su mochila.

—No aquí —dije de prisa.

Tanto ella como Matheo me miraron como si estuviera loca.

—En la habitación. Ya volvemos —le dije a Matheo—. Son cosas de chicas —dije antes de que pudiera hacerme cualquier pregunta de por qué estaba actuando de manera tan extraña.









Que la golpeen por usar drogas dice?

Como creen que reaccione Matheo cuando sepa de las "píldoras relajantes"?

Creen que Matheo va seguir con su berrinche por no poder tocar?

Basta con pedir un Deseo? (Dark Passion 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora