Ya habían pasado unos días desde aquel día en el que conocí a Jennie. Ese día no pasó nada, no permití que pasara algo más, solo la ayudé con su tarea.
Estaba arriba de mi carro en el estacionamiento de un centro comercial, compré algunas cosas que me hacía falta y ahora estaba en mi carro perdiendo mi tiempo en mi celular.
Eran las 6:36 pm y en una hora quizás comenzaría a oscurecer pero pues tengo dinero sin trabajar... en realidad no tengo nada que hacer. Mis padres me dejaron todo... los extraño.
Mi teléfono comenzó a sonar y era un número desconocido, normalmente no contesto si no conozco el número pero está vez tenía el mismo código de mi ciudad.
– ¿Hola?
– _______...
– ¿Jennie? – Pregunté confundida.– ¿Cómo conseguiste mi número?
– ¿Puedes venir a mi casa?
– ¿Qué? Claro que no.
– Por favor...
– ¿Estás llorando?
– ¿Puedes venir?
– Jennie... no... entiende eso.
– Necesito que vengas...
– Está bien... ¿Puedes mandarme tu ubicación? No recuerdo muy bien como llegar.
– Gracias... en seguida te la mando.
Jennie colgó la llamada y di un suspiro... ¿Por qué estaba tan alterada? Además de que estaba llorando. Esperé unos minutos a que me mandara su ubicación y prendí mi carro para comenzar a manejar.
Yo no tengo malas intenciones y mucho menos con una adolescente. Pero si esto se llegara a malinterpretar me metería en graves problemas...
Mientras manejaba recordé que había escrito mi número de celular y mi Facebook en el pizarrón de los chicos.
– Con razón – Reí al recordar el porque Jennie tenía mi número.
Estaba a unas cuentas cuadras de la casa de Jennie y la miré en una esquina. Esta niña no vive muy cerca de la escuela y menos de mi casa.
– ¿Cuánto cobras? – Pregunté mientras bajaba el vidrio de mi carro y comenzaba a bajar la velocidad.
Ella se acercó y se subió. Miré su rostro y al parecer estuvo llorando demasiado.
– Pensé que estarías en tu casa...
– No... no quería que me miraran subirme a tu carro – Limpió sus lagrimas.
– Hay un pequeño paquete de servilletas en la guantera, tómalo – Comencé a manejar.– ¿Qué pasa?
– Me peleé con mis papás – Dijo sollozando.
– ¿Por qué?
– Porque siempre me comparan con mi hermana... ella es la perfecta o eso dicen ellos...
– ¿No les importó que te fueras? – Pregunté sin saber que hacer.
– Nunca les importo... solo me dan dinero y se alejan...
– ¿Y a dónde vas en este tipo de situaciones?
– Con mi tía... ella siempre me recibe en su casa... – Contestó mientras intentaba tranquilizarse.
– ¿Eso quiere decir que ya te has peleado con tus papas? – Pregunté y Jennie solo asintió triste.– ¿Quieres qué te lleve con ella? – La miré.