Alfas, Betas Y Omegas.

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Era irritante verla.

Podía sentir en la fibra de mis huesos el dominio que ejercía. Más irritante aún, saber que mamá dejaría ir a Kara tan fácilmente. 

Es la naturaleza decía. Era consciente de eso, pero es mi hermana. Inocente, pequeña y pura. 

El problema no era Lena ni cualquier otro, era yo, y la necesidad ferviente de protegerla. 

Al irse sabía que nada volvería a lo mismo. No seríamos ella y yo, perdería a mi compañera, secuaz y hermana. 

Estuve a un paso de romper la puerta. Era más lobo que humano. 

Pero era inevitable saber cuanto lo disfrutaba, el almizcle impregnaba la casa. 

Lo que es aún peor, estar en la sala de juntas ya no sería lo mismo. 

Sus gemidos desesperados  y sus constantes ruegos me perturbaban y me llenaba de ira al oír sus burlas, calcinantes e incluso humillantes. 

Pero eso solo aumentaba el aroma pasional de una excitación que en parte era contenida. 

No por mi hermana sino por ella. 

Comprendí muy en el fondo que Lena solo la complacia, resistiendose a sus impulsos.  

Aún así la odiaba en esos momentos. 

Salimos de casa, dando una mayor privacidad. 

De entre todos los lobos que alguna vez me tocó oír Kara era  la más ruidosa. Eso lo hacía incluso más incómodo. 

Padre estaba tres veces peor que yo y a madre parecía no importarle como si fuera algo común. 

A veces pienso que ser omega debe facilitar la existencia. Sabios y relajados. 

Yo sentía que el cuello se me rompería por la tensión. 

Y estoy segura que a padre por lo menos se le torció. 

Cuando la paz reinó en el claro volvimos a paso lento, cada uno sumido en sus propios pensamientos. 

Cómo reaccionar, que decir, a quién culpar. Ni siquiera podíamos argumentar algo en contra de Luthor. 

Kara había irrumpido en esa habitación con un claro propósito. Seducirla y saciar el calor de su sistema.   

No quiero ni pensar cuando su verdadero celo llegue. Parece que intenta tener todo el sexo que no tuvo en años. 

A pesar del intento por calmar mis pensamientos y estado de ánimo. 

Nada más abrir la puerta y verla con mi hermana entre sus piernas, mi ceño se frunce y un nudo se asienta en mi estómago. 

Olfatea su cuello y deja pequeñas lamidas sobre el y ella se pega incluso más a su cuerpo, moviendo las caderas con sutileza. 

Mi gruñido no augura nada bueno.

Me encuentro con la vista de Lena, profunda y penetrante. 

Solo puedo pensar en su arrogancia y altanería. 

Observó a Kara y baja la mirada con vergüenza. 

Sintiéndose de pronto cohibida por mi presencia. 

Nadie parece estar dispuesto a decir nada, así que es mamá quien habla. 

-Has pensado dónde pasarán su celo? 

Pregunta a Lena y mi cuello gira casi como el del exorcista por tal pregunta. 

-A un lugar lejano cerca de mis tierras donde nadie moleste. 

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