Tortura

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La antigua fortaleza, buen lugar para los traidores. 

Sombrío, frío, oscuro. Un lugar lúgubre y triste, los gritos que alguna vez se oyeron parece que se quedaron ocultos en las paredes. 

Paredes de piedra altas y resistentes, hay marcas de hielo y fuego en ellas. Garras tétricas con olor a muerte y manchas de sangre pintadas. 

Recuerdos de tiempos de locura y odio, el lugar donde a padre le gustaba jugar. Encerrarse y crear planes macabros, el lugar donde le gustaba entrenar.

El lugar donde los golpes y la dureza fueron mi alimento, es el lugar perfecto para el sufrimiento, el lugar donde más de una vez me he puesto a pensar. 

Pensamientos que no son buenos tener. 

La nieve es cruda y el viento sopla con fuerza, las ramas de los árboles caen con estruendo, el camino se vuelve duro y peligroso. 

Pero es un camino que podría recorrer con los ojos vendados. 

A cada paso mi ira crece y mi mente entra en un estado de serenidad. 

Los planes que tengo no servirán de nada si mi temperamento se interpone. Pienso en Kara y su mirada angustiada, evitó pensar en Sam y más aún en su rechazo o miedo a recibirme, maldigo a Alex en mi fuero interno. 

Llegó a la fortaleza de piedra, un mínimo de veinticinco lobos la rodea. Bajan la cabeza y abren el paso sin cuestionar nada, se alejan como si temieran que les arranque la cabeza. 

Lex me sigue desde una distancia considerable, se detiene cuando me ve en mi forma humana. 

Es difícil verlo en la nieve, se camuflajea con facilidad, inclina la cabeza y vuelve a la mansión Luthor. 

Me a seguido a petición y tranquilidad de Kara, aun no entiendo del todo este sentimiento, que es lo que le preocupa a ella de mi. 

Abro la puerta y el olor a humedad me invade. Hay una mezcla de veintitrés olores diferentes y el de Dimitri es el más fuerte. 

Me dirijo a mi antigua habitación buscando ropa que usar, no encuentro mas que las típicas camisas blancas y pantalones negros que solían vestir.  

El olor a guardado es desagradable pero bastante tolerable y a pesar de los años aún me acomoda bastante bien, tal vez se ha vuelto un poco justa pero no lo suficiente para ser imposible usarla. 

Mis pasos resuenan en aquella estancia amplia, sonidos agobiantes que destruyen la tranquilidad del lugar. 

Reúno los materiales que necesito, una daga afilada, un atizador, cadenas, cuerdas y pinzas. 

En mi bolsillo guardo con recelo la aguja que me ayudara en mi tarea de mantener al traidor en su forma humana. 

Me Detengo a pensar que lugar será el apropiado para llevar a cabo mi tarea. 

El calabozo no puede ser un buen lugar para lo que pienso hacer. 

La sala principal es el lugar perfecto para esta tarea. Elegante, amplio y perfeccionado para realizar una buena tortura. 

Peinó mi cabello y camino hacia el calabozo. El aire huele a miedo, seguro ya me han olido, sonrió satisfecha por ello. 

Abro la puerta gruesa de metal frío y me encuentro a una decena de perros, todos ellos con la cola entre las patas. 

-Hummm, ustedes serán los siguientes, inmundas escorias. 

Cierro la primer puerta y rastreo la puerta que encierra al animal que busco. 

Alfas y Omegas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora