Lobo

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No lo esperaba, mucho menos lo comprendía. 

La rapidez con la que entendía todo sobre ella, era extraña y única. 

Es como si la conociera de toda la vida. Comprendía su alma, sus secretos, su felicidad. Internamente sonreía, sentía la calidez que pensé no volvería a sentir. 

Parecía un sueño de aquellos del pasado. 

Recuerdos borrosos con emociones olvidadas. Ella borraba mi dolor y llenaba de luz la oscuridad que día con día me absorbía. 

Que tenía ella para sentir todo esto? La posesión, lo irracional, el infinito amor que me asustaba y el miedo de causarle algún daño, contenían a mi lobo y al mismo tiempo lo liberaba. 

Kara, diferente a cualquier otra loba. Provocaba en mí la necesidad de complacerla, buscarla e incluso adorarla. Llegué a pensar que la luna no me otorgaría una pareja.

Desde mis veinte años, comencé a esperar algún tipo de conexión, algo que me alejara del eterno vacío. Nunca llegó, con el tiempo fui perdiendo la esperanza. Hasta hace apenas unos días el pensamiento que me atormentaba se esfumó. Su aroma era una adicción. 

Ella me complacía, como si su naturaleza lo dictará. Eran horas, ahora unos pocos días. Como dos imanes que se atraen por fuerzas misteriosas, no podía mantenerme alejada de ella. El terror y el creciente deseo me oprimían. 

Lo más sorprendente e intrigante era que ni siquiera la había mordido.

¿Qué sucederá cuando la muerda y se una por completo a mi? 

…….. 

Un gruñido bestial y descontrolado escapaba de mis labios. Era mi lobo en extasis, posesivo y furioso. 

Podía oír sus ruegos descompasados y suplicantes, pidiendo más. 

Su cuerpo tembloroso y sudado. Sus paredes revoloteando aferrándose con codicia a mi alrededor. 

Su abundante humedad y mi constante choque llenaban la habitación con un ruido húmedo. 

Sus gemidos y ligeros gruñidos me incitaban a seguir. Disfrutaba la ligera tortura de no complacer sus ruegos, sus paredes se apretaba y liberaban abundante flujo. Se  retorcía en su lujuria y deseo. 

Era gratificante ver su frustración, reafirmaba su papel sumiso y receptor. 

Mi lengua por instinto salió larga y animal, mis incisivos habían crecido descomunalmente. En el momento en que tocó la cúspide, clave mis dientes en la curvatura de su hombro y cuello. 

Chillo, aullo y tocó el cielo. 

Un orgasmo devastador y castigador. 

Un grito sordo y un gemido sonoro, los temblores que recorrían su cuerpo me maravillaban. La sostenía contra mi cuerpo, mi pecho se expandía con fervor y mi liberación caliente y espesa la lleno. 

Sus paredes  me aprisionaron, impidiendo mi movimiento. 

Descansando contra su cuerpo sentí la fuerte conexión que nos había unido. 

Un calor apabullante, una felicidad infinita y una paz reconfortante. Podía sentir su amor, su gozo, un torbellino de emociones que estaba sintiendo. 

Intento tranquilizarla, su respiración aún es acelerada y poco normal. 

Acarició mi nariz contra su fina espalda, dejando un beso, su aroma es vigorizante y delicado. 

-Te amo Kara. 

Respondió con voz cansada y satisfecha

-También te amo. Mi alfa. 

Alfas y Omegas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora