Cuando la rabia te consume: dolor

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29 de junio de 1999 por la noche

Sirius sabía qué hacía mal en llegar de esa manera al departamento de la joven Zabini. Él sabía que no podía y no debía interrumpir de aquella manera en su hogar, pero la desesperación una vez más hacia que perdiera la cabeza, y sus ojos negros y sus finos labios le recordaban tanto a ella. Bellatrix Black.

Y recordaba haber llegado a aquel piso, y hacer tocado el timbre hasta que la pelinegra abrió la puerta. Hacía semanas que no tenían esa clase de encuentros. Ella se sorprendió de sobre manera de ver al rejuvenecido Sirius allí, pero el muchacho no le dio tiempo de formular una frase, porque se abalanzó sobre ella, y con esa pasión y fuego interior que le consumía cada noche que soñaba con Bella, había recurrido al recuerdo más viviente de su antigua amante: Atenea Zabini.

La empotró en cuanto pudo contra la pared, y cerró tras de sí mismo con un fuerte golpe aquella puerta. Enterró sus largos y expertos dedos en los cabellos pelinegros de la adolescente y la besó con fervor, y ella respondió como cada vez que él acudía a ella. De pronto la desesperación de Sirius comenzó a subir y con brusquedad rompió el vestido de la muchacha.

La hizo suya, de esa manera tan salvaje como a él y a ella le gustaba. Y no le importó que la jovencita con quien tenía sexo fuera la hija de su hermana Elladora, no le importó que fuera la hijastra de su antigua amante, pero una vez terminado el acto, cuando se encontraban exhaustos en el sillón, si le importó y recordó que no solo se trataba de su sobrina, sino que era la amiga de su novia, y peor aún, que, a pesar del parecido, Atenea no era Bellatrix.

Se levantó en silencio, na vez más confundido por su propio actuar, se vistió bajo la atenta mirada de la pelinegra.

-Lo siento- dijo finalmente el Gryffindor- lo siento mucho Atenea.

La pelinegra lo miró, atentamente, aquello debía ser una broma. Se vistió rápidamente con una bata que convocó desde su habitación.

- ¿Me puedes explicar que mierda sucede aquí? - dijo bastante molesta por la actitud de Sirius.

-Esto no puede, y no debe continuar- dijo rápidamente el muchacho- yo estoy con Hermione, y la quiero.

-Entonces me puedes explicar porque vienes aquí y te acuestas conmigo- dijo la joven Zabini. Sirius la miró tranquilamente, siempre había sido un idiota con las mujeres, y al parecer ni su segunda vida había cambiado aquello. Veía las lágrimas acumularse en los ojos de la pelinegra, sabía que en cualquier momento ella lloraría, y aun así no le importó.

-No te quiero, si es lo que estas esperando oír- dijo firmemente el joven Black, Atenea solo contenía la rabia que había acumulado- quiero a Hermione- dijo rápidamente Sirius- sólo que estar cerca de ti... me confunde, me recuerdas tanto a Bella.

-Lárgate- dijo Atenea con los dientes apretados- lárgate de una buena vez Sirius, y nunca aparezca por acá- Sirius la miró fijamente, sin moverse- ¡Que te largues por la mierda!

Cuando Sirius se fue, sintió su mundo caer, Artemisa tenía toda la razón, Sirius no la quería a ella, estaba con ella por el recuerdo de Bellatrix. Y sintió rabia, y desolación, porque ella si se había enamorado de Sirius, de sus pocas palabras, de sus caricias. Pero ella era Atenea Zabini, y no iba a sufrir por el amor de un hombre. Menos por Sirius Black.

30 de junio de 1999

Aixa Nott, había esperado tanto el momento en que llevara el apellido del hombre que amaba, que aseguraba nada podría cambiar la felicidad de estar casada con Theo. Y eso había sucedido hacia algunas semanas. La rubia se había casado con el heredero de los Nott y según ella nada podría empañar la felicidad de su familia.

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